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La farsa de la política social de la 4T
Los datos del Coneval muestran que se ha retrocedido en términos de disminución de la pobreza, en comparación con lo que se había logrado en sexenios anteriores, ya que aumentó 4.8 por ciento y la pobreza extrema, 21.4 por ciento.
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La concentración del ingreso es un problema al que se enfrentan todos los países con una economía de libre mercado. Con la concentración del ingreso, crecen la desigualdad y la pobreza, que ponen en riesgo la estabilidad y la paz sociales. Es decir, la concentración del ingreso en unas cuantas manos provoca la degradación de las condiciones de las grandes mayorías. Por eso, cualquier gobierno con una economía de mercado debería implementar medidas que frenen la concentración de la riqueza nacional y procurar un reparto más equilibrado.

En México, el principal instrumento que se ha ocupado de disminuir la desigualdad es la política social, por la que se ha optado desde que el Estado mexicano se avino a los designios del neoliberalismo económico. Desde entonces, los distintos gobiernos crean programas sociales (Solidaridad, Progresa, Prospera, Oportunidades) con la intención de disminuir la desigualdad. Cada uno de los programas ha tenido aciertos y defectos en su diseño y en su implementación, ya sea por su sesgo rural o por su exceso de gasto en los trámites de focalización y el poco apoyo real que llegaba a las familias más pobres.

En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la política social consiste en 38 programas sociales dirigidos a estudiantes, personas de la tercera edad, jóvenes sin empleo, entre otros. A diferencia de las políticas sociales de los anteriores gobiernos, ésta se caracteriza por universalizar los programas; es decir, no están focalizados a las personas más pobres, sino a quien quiera tomar el apoyo, sin importar las carencias que presente o no. Esto ha llevado al gobierno de la 4T a presentarse a sí misma como la política social más ambiciosa que ha habido en el país.

Sin embargo, recientemente, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicó los resultados de pobreza en los que se prueba lo contrario. La medición de la pobreza que hace el Coneval proviene de un mandato jurídico de la Ley General de Desarrollo Social y fue aceptada por las distintas fuerzas políticas en su momento. Pues bien, los datos de este organismo muestran que se ha retrocedido en términos de disminución de la pobreza, en comparación con lo que se había logrado en sexenios anteriores. La pobreza aumentó 4.8 por ciento y la pobreza extrema 21.4 por ciento. El aumento de la pobreza extrema se explica por la disminución de las transferencias al 10 por ciento de la población más pobre. Es decir, en lugar de la focalización de los programas, se ha decidido la universalización, lo que ha perjudicado los esfuerzos para que haya un reparto equilibrado.

Los aspectos de la medición en los que más se retrocedió fueron educación y salud. El rezago educativo aumentó del 19 a 19.2 por ciento de la población y la gente que no tiene acceso a los servicios de salud aumentó del 16.2 a 28.2 por ciento. El caso de los servicios de salud es particularmente grave dada la pandemia de Covid-19, que ha cobrado tantas vidas y es resultado de las acciones insensatas del actual gobierno, que decidió cambiar del Seguro Popular a un proyecto malformado llamado Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), ocasionando escasez de medicamentos, disminución del gasto per capita entre los afiliados y la disminución del gasto en enfermedades de alta especialidad.

Estos resultados demuestran que la política social de la “Cuarta Transformación” (4T) no ha servido para afrontar la pobreza y que su política ha resultado ser una vacilada. Por lo visto, con este gobierno, la pobreza seguirá en aumento. Dentro de la economía de mercado es posible hacer políticas que resulten benéficas para la gran mayoría, por ejemplo, una política fiscal donde paguen más los que tienen mayor capacidad económica, un gasto público con destino preferente para la gente más pobre, mejorar la calidad del empleo y una política seria para aumentar las remuneraciones. La pobreza y la marginación que nos muestra el Coneval resultan aterradores en el presente, pero también para el futuro. La voluntad política no basta si no se conocen los principales problemas de México y el remedio para cambiarlos.


Escrito por Samira Margarita Sánchez Trujillo

COLUMNISTA


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