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No hay sorpresas, ni debe por tanto haber desgarraduras de vestiduras, y los golpes de pecho no sirven y están por demás. Aun cuando el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) se ha quedado corto en los datos porque esto ya se sabía, confirma lo que desde el espectáculo de entretenimiento matutino se niega: no solo hay más pobres, sino que la pobreza se ha recrudecido. Ésta es la verdadera desgracia para el pueblo mexicano, la más criminal de todas, porque la pobreza es la madre de todos los males, incluyendo los miles de muertos por la pandemia. Muertes documentadas en los más pobres que pudieron haberse evitado, si el país no fuera extremadamente desigual y el gobierno hubiera intervenido de manera oportuna.
Para los poco juiciosos que siguen creyendo la sarta de mentiras del titular del Poder Ejecutivo Federal, los datos serán como “un balde de agua fría”, pero es mejor ya despertar porque el gobierno de la “esperanza”, el de “primero los pobres” es una farsa y un rotundo fracaso. Desde esta columna hemos insistido en que el Presidente tiene el don de agravar los problemas en lugar de remediarlos; y si el rey Midas tenía la maldición de convertir en oro todo lo que tocaba, este nuevo rey Midas todo lo que toca lo destruye. Y es por demás grotesco que sea el propio Presidente quien desmienta con sus “otros datos” –hay que recordarle que el Coneval y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) son instancias federales– con mentiras y ocurrencias seniles.
Pero la realidad de las cifras del Coneval es contundente y este gobierno ha demostrado, una vez más que los programas asistenciales no son el remedio para sacar de la pobreza a la población y que únicamente sirven para ganar clientela electoral. El Gobierno Federal también ha demostrado que la corrupción no es cosa del pasado, sino que, como refieren muchos analistas, se ha incrementado, y que paradójicamente puede pasar como el más corrupto de América Latina pese a que el Presidente exprese que, gracias al combate a la corrupción, muchos ciudadanos han salido de la pobreza y el país está mejor que nunca. De acuerdo con el Inegi y el Coneval, al cierre del 2020, tenemos la mayor cifra de pobres en la historia del país: 55.7 millones. He aquí el verdadero logro de la “Cuarta Transformación” (4T) y con él queda develada su verdadera naturaleza.
Con todo y que se esperaban cifran mayores, se reconoce que de 2018 a 2020 la pobreza aumentó en 3.8 millones de personas y que 2.1 millones de mexicanos cayeron en pobreza extrema. Los “exitosos” programas presidenciales, que son “ejemplo para los países del orbe” fracasaron en su objetivo, además de ser cuestionados por su opacidad y falta de transparencia. En el sector salud es donde más se ha resentido, porque hay 15 millones de personas sin acceso a atención médica y medicinas, no han podido frenar el avance de la pandemia ni garantizar un regreso seguro a clases presenciales. Ya para qué hablar de la estruendosa caída de la economía, cuyos magros ingresos solo han servido para cubrir los caprichos presidenciales y fomentar la corrupción entre sus allegados.
Los datos nos sirven para que no esperemos pasivamente que las cosas se compongan por sí solas y para convencer a la gente que a este gobierno no le interesa nuestra economía ni la salud de los mexicanos. Los pobres deben entender que no ha habido, no hay, ni habrá un mesías que pueda mejorar su suerte; que la clase dominante usa a los pobres como carne de cañón, mano de obra barata, boca de consumo y, en el mejor de los casos, para legitimar sus triunfos democráticos con cualquiera de sus partidos, entre ellos el “izquierdista” Movimiento Regeneración Nacional (Morena). La única forma de enfrentar la pobreza es fortaleciendo el aparato productivo y que los pobres se decidan, de una vez por todas, a exigir lo que por derecho les corresponde, una patria más justa y más equitativa que los trate como ciudadanos de primera y no como de cuarta.
Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA