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Pienso que se equivocan quienes sustentan la tesis de la crisis actual del arte, basados en los “absurdos” del arte contemporáneo. “Miren al David de Miguel Ángel –argumentan–, eso sí que era arte”; y enseguida lo comparan con una pieza de arte contemporáneo, ridícula a su juicio. Pero quienes repiten irreflexivamente tal consigna, rara vez conocen siquiera los rudimentos teóricos de lo que significa, en realidad, una vieja discusión estético-filosófica.
¿Por qué la persona promedio del Siglo XXI cree que el arte actual es un absurdo? En la respuesta confluyen múltiples factores; pero pongamos sobre la mesa algunos de los más evidentes. En primer lugar, debe decirse que, en todas las épocas, ésa ha sido la opinión dominante del hombre común. Salvo casos excepcionales que fueron verdaderos rockstars de su tiempo, la inmensa mayoría de las figuras de la historia del arte fueron, en su tiempo, hombres ignorados, tachados de “locos”; el hombre común se reía de sus “absurdos” igual que hoy.
Un segundo punto es que nunca, como ahora, el flujo de información fue tan rápido y verdaderamente global. Hoy nos enteramos al amanecer de lo que exponen los museos al otro lado del mundo. Eso favorece un panorama casi total de lo realizado por los artistas actuales casi simultáneamente.
De lo anterior deriva un tercer punto. El tiempo se ha encargado de filtrar la producción artística de los siglos precedentes. Hubo, hay y habrá siempre arte malo (o llamémosle, para no entrar en otra discusión estética, arte intrascendente), solo que el eco de ese arte “se apagó” en los siglos posteriores y a nosotros no nos llegó ya ningún sonido. Mientras Miguel Ángel esculpía el David, otros miles de artistas trabajaban también en otras obras. El mundo de hoy, en cambio, nos ofrece el catálogo completo, el diamante en bruto.
Pero creo firmemente que el factor más relevante de este rechazo al arte nuevo radica en un solo concepto central: la abstracción. Quizá es lo único común en la vertiginosa multiplicidad de estilos y lenguajes actuales: el arte es cada vez más abstracto. ¿Qué quiere decir esto exactamente? Significa que se ha despojado no solo de toda referencia figurativa sino, incluso, a veces intenta despojarse de todo tipo de referencia. Hace más de 100 años que los pintores ya no lucen su arte en retratos, paisajes, cosas; ahora pintan emociones, sentimientos e ideas. Hoy, poco a poco, los artistas dan un paso más y han comenzado a trabajar con conceptos. Pero está claro, a la pereza del intelecto le resulta más fácil entender un angelito gordo que un lienzo de Yves Klein.
Pero la abstracción es el proceso supremo del pensamiento. La abstracción máxima es el destino final de nuestra especie. Solo nosotros, los humanos, abstraemos; y abstraemos todo y cada vez más profundamente. El lenguaje, el arte, la ciencia, la filosofía, todo es, en última instancia, una gran abstracción. La historia de la civilización no es más que una espiral eterna hacia la abstracción suprema.
¿Por qué habría de escapar el arte a esta ley general de lo humano? Pienso que quienes, sin reflexionar, rechazan el arte contemporáneo rechazan implícitamente el grado de abstracción que ha alcanzado el arte del Siglo XXI. Pienso también que es necesario diferenciar entre la experiencia estética y el entretenimiento y ya no exigir a los artistas ser rehenes de nuestros gustos banales. Pienso que, en realidad, muchas veces rechazamos lo nuevo solamente porque nos es incomprensible.
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Escrito por Aquiles Lázaro
Licenciado en Composición Musical por la UNAM. Estudiante de la maestría en composición musical en la Universidad de Música de Viena, Australia.