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Australia es un país-continente cuya extensión territorial es similar a la de Estados Unidos, pero tiene menos de 30 millones de habitantes, la décima parte de la población de éste. Durante siglos, esa nación fue colonia penitenciaria del Imperio Británico hasta que las actividades agrícolas, industriales, comerciales, etc., la fueron alejando de ese estatus para convertirla en un polo de desarrollo capitalista. Originalmente, los colonos fueron solo anglosajones, pero su economía en ascenso atrajo migrantes de otras naciones, la mayoría asiáticas, y actualmente la quinta parte de su población no es nativa. Entre los grupos étnicos más numerosos, destacan los de origen chino, con más de medio millón; sigue el de los hindúes con más de 460 mil, y hay también muchos vietnamitas, ceilaneses, iranios, afganos, tailandeses, europeos y africanos.
Desplazados (2020), dirigida por Daniel Lyons y Viktor Goraya, es una miniserie de Netflix, que aborda objetivamente el problema de los migrantes de nueva generación en Australia. La produjo la afamada actriz australiana Kate Blanchett, quien desempeña un modesto papel. El filme narra cuatro historias de desplazados de sus lugares de origen, que convergen en un centro de retención situado en el desierto. Una de ellas es Sofie (Yvonne Strahovski), australiana que se hace pasar por ciudadana alemana con el nombre Eva Hoffmann, con la idea de ser deportada porque primero huyó del ambiente opresivo en que vivía dentro su familia, la cual la considerada una persona anodina, y luego padeció la explotación y abuso de una secta donde iban a ayudarla “a superarse emocional y psicológicamente”. Ya en el centro de retención migratoria, convive con migrantes asiáticos y africanos, entre quienes conoce a Ameer (Fasal Bazzi), un afgano que con su hija intentó ingresar a Australia pero fue estafado por un “pollero”, del que recupera su dinero en un asalto que ejecutan él y un africano, quien finalmente mata al traficante. Cuando Ameer tramita su visa de migrante legal, las investigaciones judiciales lo hunden. En el centro de retención trabaja el celador Cameron Sanford (Jai Kourtney), exmecánico de buenos sentimientos que busca un mejor nivel de vida para su familia. Sin embargo, conforme avanza el tiempo de su estancia en esa cárcel va alejándose de sus escrúpulos morales y empieza a cometer arbitrariedades e injusticias, pues en un ambiente cargado de odio racial y desprecio hacia los migrantes, tenía que “adaptarse”. El cuadro de estas historias engarzadas se completa con la abogada Claire Kowitz (Asher Keddie), la directora del centro de reclusión, quien pese a conocer y entender el sufrimiento de los migrantes, actúa con extrema severidad mediante el uso de cualquier tipo de prácticas represivas para mantenerse en su cargo. Sofie es encontrada por su hermana; Ammer es separado de su hija y debe esperar su visa; Cameron renuncia a su puesto y se reconcilia con su familia y, finalmente, Claire logra justificar su política en el centro de retención ante la prensa y los grupos defensores de derechos humanos. Una historia que refleja la crueldad que millones de seres humanos padecen en un orden socioeconómico injusto y que no les garantiza una vida digna en sus países ni en los que eligen en busca de ella. Al igual que en Adú, la cinta reseñada aquí hace unas semanas, Desplazados termina señalando que en estos momentos hay en el mundo más de 70 millones de migrantes por razones económicas, bélicas, religiosas, etc. y que la mitad son niños.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA