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Una enseñanza de Chesterton
En su libro "Lo que está mal en el mundo", Chesterton afirma que “la plebe nunca puede rebelarse si no es conservadora, al menos lo bastante como para haber conservado alguna razón para rebelarse”.
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Gilbert Keith Chesterton, escritor fuera de serie por insólito, fue autor de la novela El hombre que fue jueves, en la que cuestiona los alcances del anarquismo. La historia comienza con la discusión entre el poeta Gabriel Syme, que defiende el orden y las leyes, y el anarquista Gregory, quien aboga por la disolución de toda institución gubernamental. A partir de este debate las acciones girarán dentro de una red anarquista.

En ella aparece Domingo, líder del grupo anarquista, quien habla en una sola ocasión después de que Chesterton ha planteado el misterio y su expectativa de solución. En buena parte del relato se espera que Domingo intervenga, pero cuando lo hace dice una serie de incoherencias que profundiza los problemas en lugar de aclararlos.

Acto seguido Gabriel Syme afirma lo siguiente: “¿Por qué han de pelear entre sí todas las cosas de la tierra? ¿Por qué cada cosa insignificante se ha de sublevar contra el mundo? (…) Para que todo lo que obedece a una ley merezca la gloria y el aislamiento del anarquista. Para que todo el que lucha por el orden sea tan bravo, sea tan honrado como el dinamitero”.

En pocas palabras, Syme afirma que el destino del universo es el anarquismo, o bien, el orden que ofrece la dignidad del anarquismo. En palabras del poeta, Chesterton expresa el anhelo de una revolución que logre conservar el orden.

Es importante recordar que Chesterton fue un militante político del ala conservadora, es decir, que anhelaba conservar la familia, la nación y sus leyes. Sin embargo, la enseñanza de Chesterton no está en sus anhelos personales conservadores, sino en el análisis de la acción revolucionaria.

Esta posición se advierte en su libro Lo que está mal en el mundo, en el que afirma que “la plebe nunca puede rebelarse si no es conservadora, al menos lo bastante como para haber conservado alguna razón para rebelarse”.

Es decir, que un nuevo orden de cosas se instaura únicamente en la medida en que se conservan determinados estatutos, los cuales defienden el beneficio de la población mancillada.

Por ello, paradójicamente, las rebeliones en contra de las injusticias tienen determinado tinte conservador y, al mismo tiempo, el objetivo de erradicar el estado actual de las cosas. Por ello, asimismo, debe analizarse detenidamente qué se quiere conservar, qué se quiere defender, qué vale la pena mantener.

Carlos Marx advertía en 1848 que todo lo sólido se desvanece en el aire, que el sistema económico moderno desvanece todo derecho y dignidad humana, los cuales deben preservarse. Ésta es una de sus enseñanzas: conservar lo que merece la pena ser conservado.


Escrito por Betzy Bravo

colaboradora


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