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Se abre el telón: ¡La commedia è iniziata!
Coincido plenamente con quienes de forma constante llaman a la mesura al nuevo gobierno y apuestan por la paz y la estabilidad social.
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Coincido plenamente con quienes de forma constante llaman a la mesura al nuevo gobierno y apuestan por la paz y la estabilidad social. Los excesos solo empeoran las cosas y ponen en riesgo al gastado tejido social. La situación en que viven millones de mexicanos se ha ido complicando de forma acelerada; a sus múltiples carencias hay que añadir el ingrediente de la violencia, que los hace doblemente víctimas: a unos porque, azuzados por la necesidad se enrolan en actividades delictivas y a otros porque, al no contar con poder económico la justicia no los protege de sufrir el flagelo de la delincuencia. La esperanza de muchos mexicanos es que con la llegada del nuevo gobierno las cosas mejoren.

La nueva Presidencia llegará con un saldo no muy alentador. El odio y el encono promovido por las huestes cercanas al Presidente, antes, durante y después de la elección han aumentado; los morenistas siguen envalentonados por la mala lectura que hacen del apoyo que más de 30 millones de mexicanos dieron a la propuesta de un cambio en el país. En las redes sociales puede constatarse perfectamente esta tendencia mediante la circulación de muchos mensajes que llaman a la violencia y al linchamiento contra todos aquellos que piensan diferente. Estos mensajes virales buscan enardecer a las masas y entretenerlas con luchas imaginarias, mientras los temas principales para los mexicanos pasan a segundo plano.

El periodista Raymundo Riva Palacio advirtió hace poco que la sociedad se está polarizando y avanza hacia una lucha abierta entre pobres y ricos. La polarización de que habla el periodista no es una manifiesta lucha de clases entre pobres y ricos –aunque ésta sea evidente en un país con profunda desigualdad como México– sino un reajuste entre dos sectores privilegiados que se disputan el poder político y económico, a uno de los cuales va a representar el gobierno de la “Cuarta Transformación”.

Pero al margen de esta omisión, debida a sus prejuicios de clase, en el mismo artículo refiere Riva Palacio que en 2005 preguntó al magnate Carlos Slim si no le preocupaba que en algún momento los habitantes de las colonias populares del oriente de la Ciudad de México fueran a romper vidrios y a saquear las casas de las colonias del poniente. La respuesta del magnate fue que eso era una exageración. Esta respuesta evidencia que los grandes amos de la política económica tienen bien medido el descontento social, que tienen confianza en mantener las cosas bajo control y que desde hace mucho tiempo cocinaban la llegada al poder de un gobierno de “izquierda”, pues están conscientes de que por momentos la lucha de clases parece desbordarse y que no disponían de ningún cauce para contenerla. Por ello, el problema del próximo gobierno será la molestia e inconformidad de un sector de la oligarquía que desde ahora se siente desplazado de sus privilegios.

En los seis meses pasados hemos visto la forma en que estos grupos se reorganizan, que a cada acción sigue una reaccióne: uno gana la propuesta de Santa Lucía y en respuesta el otro grupo desestabiliza las variables macroeconómicas; se busca privilegiar al banco de Ricardo Salinas Pliego y los demás comienzan a denunciar un nuevo maridaje; se pide revisar las comisiones bancarias y la reacción otra vez no se hace esperar, et sic in infinitum. Todo esto indica que el nuevo grupo parece decidido a todo, desde centralizar el poder en una persona, privilegiar a sus incondicionales con la apetitosa Riviera Maya y someter a las universidades públicas mediante el presupuesto.

Sin embargo, estas personas solo son los actores de un modelo económico caduco y envejecido que se niega a morir, y cuando tengan que quitarse el ropaje de “izquierda” que hoy exhiben no dudarán en mostrar su fascismo y renunciar al uso del “pan y el circo” para distraer al pueblo. Todo parece indicar que vendrán días acompañados de una feroz represión contra los disidentes.

La película Raíces de Alazraki (1953) describe bien la situación por la que atraviesa el pueblo mexicano: Un niño tuerto es maltratado constantemente por su condición, la madre pide un milagro para su hijo; para ello lo lleva a la fiesta del santo de la región; los fuegos artificiales lo dejan ciego. Para la madre, el milagro se ha consumado; ante la incredulidad del niño la madre le dice: “¡tonto, si antes se burlaban de ti por estar tuerto, ahora estás ciego y de los ciegos nadie se burla!”. El pueblo debe organizarse y educarse; o en la comedia que en breve se inicia nos puede pasar lo mismo.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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