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RENATO LEDUC
Su infancia y juventud transcurrieron en la Revolución Mexicana, durante la cual trabajó como telegrafista de la División del Norte.
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Nació el 16 de noviembre de 1897, en la Ciudad de México, en 1897. Su infancia y juventud transcurrieron en la Revolución Mexicana, durante la cual trabajó como telegrafista de la División del Norte. En 1934 se mudó a París como parte de la delegación fiscal de la Secretaría de Hacienda; ahí se relacionó con el grupo de artistas de Montparnasse y se casó con la pintora Leonora Carrington para ayudarla a huir de Europa. Fue periodista y poeta desde muy joven, recibió en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo. Su poesía destaca por su malicia literaria; se dice que era tan mal hablado que “decía dos groserías por cada tres palabras que pronunciaba”; su vivacidad en el lenguaje se puede apreciar en su poema Prometeo. Publicó ocho obras de poesía: El aula, etc.…(1929), Unos cuantos sonetos (1932), Algunos poemas deliberadamente románticos (1933), Breve glosa del Libro de Buen Amor (1939), Versos y poemas (1940), XV Fabulillas de animales, niños y espantos (1957), Catorce poemas burocráticos y un corrido reaccionario (1962), Prometeo, La Odisea, Euclidiana (1968). En prosa publicó Los banquetes (1932), El corsario beige (1940) e Historia de lo inmediato (1976). Falleció el dos de agosto de1986.

 

AQUÍ SE HABLA DEL TIEMPO PERDIDO QUE, COMO DICE EL DICHO, LOS SANTOS LO LLORAN

Sabia virtud de conocer el tiempo;

a tiempo amar y desatarse a tiempo;

como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...

que de amor y dolor alivia el tiempo.

 

Aquel amor a quien amé a destiempo

martirizóme tanto y tanto tiempo

que no sentí jamás correr el tiempo,

tan acremente como en ese tiempo.

 

Amar queriendo como en otro tiempo

ignoraba yo aún que el tiempo es oro─

cuánto tiempo perdí ¡ay! cuánto tiempo.

 

Y hoy que de amores ya no tengo tiempo,

amor de aquellos tiempos, cómo añoro

la dicha inicua de perder el tiempo...

 

AQUÍ SE TRANSCRIBE LA COPLA QUE MIS OÍDOS OYERON

Acre sabor de las tardes

en que fuimos

bizarramente cobardes.

Primer amor... ¿la quisimos?...

Tiempo de ensueños opimos

y de alardes.

 

Tiempo de aplicar el llanto

como lubricante, así

como el aceite del ajonjolí

a las muchachas pálidas de espanto,

al patriotismo, al arte, al desencanto

exacerbados hasta el frenesí.

 

Cansancio de haber nacido

cuando ya todo está hecho,

dicho, mirado y oído;

la semilla en el barbecho

y el sentimiento raído

que lleva el hombre en el pecho.

 

 

Cansancio de todas esas

cosas:

de las lunas, los azules y las rosas

y de las blondas cabezas.

Hondo anhelo de asperezas

ominosas.

 

Cansancio de haber nacido

en este

gran siglo empequeñecido,

sin pasión torva o celeste.

Cueste, ¡oh! Dios, lo que cueste

mártir mejor, o bandido.

 

Vivir con la vista fija

en algo

que fijeza rauda exija:

la locura de un hidalgo,

la reputación de una hija

o la carrera de un galgo.

 

Vivir consagrado a una

gran pasión;

no caer en tentación,

pintar de verde la Luna,

desbancar a la fortuna

o querer sin corazón.

 

Quisiera yo que quisiera

al final

el arduo camino fuera

para bien o para mal,

árbol no de ciencia arte,

sí, pecado original.

 

TEMAS

No haremos obra perdurable. No

tenemos de la mosca la voluntad tenaz.

 

Mientras haya vigor

pasaremos revista

a cuanta niña vista

y calce regular...

 

Como Nerón, emperador

y mártir de moralistas cursis,

coronados de rosas

o cualquier otra flor de estación,

miraremos las cosas

detrás de una esmeralda de ilusión...

 

Va pasando de moda meditar.

Oh sabios, aprended un oficio.

Los temas trascendentes han quedado,

como Dios, retirados de servicio.

La ciencia... los salarios...

el arte... la mujer...

Problemas didascálicos, se tratan

cuando más, a la hora del cocktail.

 

¿Y el dolor?, ¿y la muerte ineluctable...?

Asuntos de farmacia y notaría.

Una noche –la noche es más propicia–

vendrán con aspavientos de pariente,

pero ya nuestra trémula vejez

encongeráse de hombros, y si acaso,

murmurará cristianamente...

Pues...

 

FECHA DE NUESTRA HISTORIA LA MÁS BELLA PARA LAS “FUERZAS VIVAS”

PUES EN ELLA TRAS LAS BARRAS SEREMOS NUEVA ESTRELLA

Tiempos del cojo Santana

hinchados de devoción

jamás vieron tanta lana

rastreando en la procesión...

 

Obispos y ejecutivas

van del brazo y por la calle

mientras que las “fuerzas vivas”

no dan golpe que les falle.

 

¡Quién te lo había de decir

gritona Revolución

que hincada habías de asistir

hasta la Coronación…!

 

Viendo tantos sacristanes

los fieros constituyentes

en sus tumbas como canes

pelando estarán los dientes

 

Infeliz Benito Juárez

verte quisiera a estas horas

nos jinetean entre altares

los gringos y las señoras...

 

El triste trabajador

trabajos pasa prolijos

en el trabajo creador

y fecundo de hacer hijos

 

Y las clases proletarias

se desgañitan a gritos

porque las cuentas bancarias

dizque ahora son sus ahorritos

 

Esbirros de la Embajada

con el permiso oficial

han vuelto espalda mojada

al águila nacional...

 

 

¿Qué haremos en esta casa

cuando queramos hablar... ?

nos van a poner mordaza

canónica y secular...

 

Buscamos un mexicano

pues con tanto margallate

se está volviendo texano

hasta el indio del ayate

 

y de lo alto nos escupe

tanto Juan-Diego agringado

que –ay Virgen de Guadalupe–

¿dónde está Juan Colorado?

 

Y aquí termina el corrido

de nuestra Revolución.

Ya con ésta me despido

todo escurriendo emoción

 

pero no te achicopales

hijo de indio y de español…

Abre las alas paloma:

por los confines de Cuba

ya viene rayando el sol.

 

LA LLORONA

No enturbies, señora, la luz de tus ojos,

no llores, señora, porque el llanto afea

y el riñón inunda de hirientes abrojos

pues quien mucho llora muy escaso mea.

 

Si fue por tus hijos cesa ya tu llanto.

Si fue por tu amante, con mayor razón...

Llorona, la muerte nunca es para tanto

y hay que hacer de tripas −dicen− corazón.

 

Lágrimas de sangre o de agua alcalina

ni el amor diluyen ni al amor concitan;

mas en cambio, infaman de humildad canina

 

y el alma corrugan y la cornea irritan...

No llores, Llorona, porque el llanto afea

y quien mucho llora muy escaso mea...


Escrito por Redacción


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