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LOS BURGUESES
No me dan pena los burgueses vencidos.
Y cuando pienso que van a darme pena,
aprieto bien los dientes, y cierro bien los ojos.
Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas,
pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes,
pienso en mis largos días sin camisa ni sueños,
pienso en mis largos días con mi piel prohibida
pienso en mis largos días.
–No pase, por favor, esto es un club.
–La nómina está llena.
–No hay pieza en el hotel.
–El señor ha salido.
–Se busca una muchacha.
–Fraude en las elecciones.
–Gran baile para ciegos.
–Cayó el premio mayor en Santa Clara.
–Tómbola para huérfanos.
–El caballero está en París.
–La señora marquesa no recibe.
En fin, que todo lo recuerdo.
Y como todo lo recuerdo,
¿qué carajo me pide usted que haga?
Pero además, pregúnteles.
Estoy seguro de que también
recuerdan ellos.
Tengo
Cuando me veo y toco
yo, Juan sin Nada no más ayer,
y hoy Juan con Todo,
y hoy con todo,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto cómo ha podido ser.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de andar por mi país,
dueño de cuanto hay en él,
mirando bien de cerca lo que antes
no tuve ni podía tener.
Zafra puedo decir,
monte puedo decir,
ciudad puedo decir,
ejército decir,
ya míos para siempre y tuyos, nuestros,
y un ancho resplandor
de rayo, estrella, flor.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de ir
yo, campesino, obrero, gente simple,
tengo el gusto de ir
(es un ejemplo)
a un banco y hablar con el administrador,
no en inglés,
no en señor,
sino decirle compañero como se dice en español.
Tengo, vamos a ver,
que siendo un negro
nadie me puede detener
a la puerta de un dancing o de un bar.
O bien en la carpeta de un hotel
gritarme que no hay pieza,
una mínima pieza y no una pieza colosal,
una pequeña pieza donde yo pueda descansar.
Tengo, vamos a ver,
que no hay guardia rural
que me agarre y me encierre en un cuartel,
ni me arranque y me arroje de mi tierra
al medio del camino real.
Tengo que como tengo la tierra tengo el mar,
no country,
no jailáif,
no tennis y no yacht,
sino de playa en playa y ola en ola,
gigante azul abierto democrático:
en fin, el mar.
Tengo, vamos a ver,
que ya aprendí a leer,
a contar,
tengo que ya aprendí a escribir
y a pensar
y a reír.
Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener.
CANTALISO EN UN BAR
(los turistas en el bar:
Cantaliso, su guitarra,
y un son que comienza a andar)
–No me paguen porque cante
lo que no les cantaré;
ahora tendrán que escucharme
todo lo que antes callé
¿Quién los llamó?
Gasten su plata,
beban su alcol,
cómprense un güiro,
pero a mí no,
pero a mí no,
pero a mí no.
Todos estos yanquis rojos
son hijos de un camarón,
y los parió una botella,
una botella de ron.
¿Quién los llamó?
Ustedes viven,
me muero yo,
comen y beben,
pero yo no,
pero yo no,
pero yo no.
Aunque soy un pobre negro
sé que el mundo no anda bien;
¡ay, yo conozco a un mecánico
que lo puede componer!
¿Quién los llamó?
Cuando regresen a Nueva York,
mándenme pobres
como soy yo,
como soy yo,
como soy yo.
A ellos les daré la mano
y con ellos cantaré,
porque el canto que ellos saben
es el mismo que yo sé.
Nicolás Guillén
(Camagüey, Cuba, 10 de julio de 1902 – La Habana, 16 de julio de 1989). Su obra constituyó un paradigma de la poesía negra, conjugando los motivos afroantillanos con la actitud combativa en poemarios como Sóngoro cosongo (1931). El homenaje y la defensa de su raza y la denuncia de su precaria condición social se enmarcan en un movimiento social generalizado contra la dictadura de Machado. En 1937 asistió al II Congreso de la Defensa de la Cultura celebrado en Valencia, en plena Guerra Civil Española; y posteriormente se afilió al Partido Comunista de Cuba. Entre 1937 y 1938 dirigió la revista Mediodía y, en 1944, fue miembro editor de la Gaceta del Caribe. En 1959, tras el triunfo de la Revolución Cubana, fue nombrado presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Sus principales obras son Motivos del son (1930), West Indies, Ltd. (1934), El son entero (1947) ¿Puedes? (1959), Poemas de amor (1964), Poemas del zoo (1967) y El diario que a diario (1971).
Escrito por Redacción