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Así titularon varios medios de comunicación la nota en la que se referían a un grupo de manifestantes que en los eventos que realiza en todo el país el presidente de la república le han señalado expresamente: “¡Miente, señor Presidente!” El Presidente de la República se ha encargado por todo el país de atacar a las organizaciones sociales, a las asociaciones civiles (cortándoles el presupuesto, aún cuando servían y apoyaban, por ejemplo, a personas con capacidades diferentes), a todos aquellos que se han atrevido a criticar al presidente, e, incluso, hasta a los propios trabajadores o secretarios de su gabinete, cuando se atreven a decir la verdad y a contradecir las malas decisiones del Presidente. El “me canso ganso” se volvió un “todo o nada” y, por lo mismo, todos aquellos que se atrevan a señalar las graves faltas del gobierno, incluso los suyos, reciben una andanada de críticas o ataques desde la conferencia mañanera, o bien, desde la nueva y moderna “inquisición”, es decir, desde la oficina de Santiago Nieto: la unidad de inteligencia financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Y la consecuencia es que el Presidente ha sembrado muchas inconformidades basadas en la mentira y ello tiene sus consecuencias presentes y futuras. Por poner un ejemplo reciente, acusó falsamente al finado exgobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo González, de ser el jefe de la “mafia” de las empresas que construían el nuevo aeropuerto, hoy lastimosa y erróneamente cancelado. Al día siguiente tuvo que reconocer el presidente que se había “equivocado” e inculpado erróneamente al difunto padre del actual Gobernado Alfredo del Mazo Maza. Pero mientras, ya dio el golpe mediático y, como dicen los especialistas en temas de la percepción: “No hay una segunda oportunidad para una primera impresión”, así que, fue dado el golpe con dolo y usando la mentira como ariete.
De la misma manera el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha encargado de calumniar sistemáticamente al Movimiento Antorchista por todo el país en cada evento al que asiste, pues impunemente acusa a la “Antorcha mundial” de ser una organización intermediaria que recibe dinero, para luego entregárselo a sus agremiados o no, que llega con “moche o piquete de ojo”; pero no solo eso, manipula a la población, pues utiliza la conocida ley del cierre para engañar al cerebro y, por tanto, para mentirle a los mexicanos. La ley del cierre fue descubierta por la escuela alemana de la llamada “Gestalt”, que planteó una serie de leyes que explican el origen de las percepciones basadas en los estímulos sensoriales. Así, aunque es cierto que el Presidente nunca habla del Movimiento Antorchista Nacional por su nombre, sí acude a la ley del cierre de la Gestalt, pues habla de “Antorcha mundial”, pero el cerebro actúa de inmediato y al hablar de “Antorcha mundial”, el cerebro hace su parte y concluye: “Ah, ya, son los antorchistas”.
Tan es cierto que el Presidente lo hace adrede, que en un evento de protesta reciente en Veracruz dijo: “Pero si la Antorcha mundial no existe”, “no son ustedes, ¿o sí?”. Pero como nosotros llevamos 45 años en la lucha y no nos cocemos al primer hervor, y el Movimiento Antorchista sí está preparado para gobernar y conocemos las leyes de la Gestalt y NO somos intermediarios, entonces, nos damos cuenta del juego del Presidente y NO nos dejamos engañar, ni los antorchistas se engañan.
Así, el pueblo organizado, con base en sus derechos constitucionales, ha tomado la decisión de protestar, pacifica, pero enérgicamente, en contra de esa manipulación de la gente, en contra del uso de la mentira como mecanismo de lucha contra los enemigos del presidente y, finalmente, por exigir al gobierno que, además de que deje de calumniar al Movimiento Antorchista, resuelva las necesidades de la gente pobre. No le bastó al presidente cancelar el aeropuerto y decir que se “cansaba el ganso” si no hacía el Aeropuerto en Santa Lucía (sin embargo, un tribunal colegiado ordenó suspender las obras de Santa Lucía); sino que canceló los apoyos que daba antes el gobierno a la gente: canceló las estancias infantiles, los refugios a mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar, los apoyos a las organizaciones civiles que daban terapias gratuitas a personas con capacidades diferentes, los programas prospera y oportunidades, el seguro popular, despide a miles de mexicanos capacitados para realizar los trabajos que requiere una compleja y creciente estructura burocrática, para meter gente con poca experiencia cuya curva de aprendizaje le llevará al país varios años y, ahora, recientemente, cancela los viajes de científicos al extranjero, inicia sin impacto ambiental la refinería de Dos Bocas que no es redituable económicamente y, peor aún, disminuye de cinco mil a dos mil los apoyos a los mejores deportistas mexicanos, que se irían a los centroamericanos, dándole más dinero a los “ninis” que a los atletas que ponen en alto el nombre de México en el extranjero.
Es por eso por lo que, en las protestas en las que se atreve sistemáticamente a calumniar al Movimiento Antorchista, los antorchistas han salido valientes a defender su derecho a la organización y a la verdad para los humildes organizados y le han dicho al presidente la verdad: “¡Que miente, señor Presidente!” En materia de impuestos y en materia de gasolinazo (que otros dicen que lo actual es “gansolinazo”), estamos igual o peor que en el sexenio pasado; sin embargo, fue una de las promesas de campaña del nuevo presidente: que bajaría el precio de la gasolina y, sin embargo, no ha bajado, por el contrario, ha aumentado. Como se ve, el presidente le ha mentido al pueblo, aunque diga que no.
Una mentira más: cuando le cuestionan que porqué salió tan poca gente a votar el fin de semana pasado, se limitó el presidente a contestar que porque ahora no había habido “acarreados”; entonces surge la pregunta lógica, eso quiere decir, señor presidente, que en julio pasado salieron muchos a votar por usted, porque estaban “acarreados”, ¿no?
No mentir, no robar y no traicionar. Pues en el precepto de “no mentir” no vamos bien, porque a la única organización que defiende los intereses de los más pobres se le acusa de lo que no es: de “intermediaria”, pero el pueblo, que es inteligente, y el propio presidente le ha llamado “sabio”, como es, juzgará, en la historia, quién tiene razón: si el Presidente o los pobres organizados. No hay duda, está llegando la hora de que el pueblo organizado tome en sus manos las riendas del país, que no se constriña a votar por tal o cual partido, sino que haga suya, en serio, la maquinaria del Estado y construya una sociedad más justa, más equitativa, más democrática y más soberana para los que con su trabajo construyen la riqueza del país y que hoy no disfrutan de ella.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.