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Macedonio Fernández
Se dice que su obra influyó en Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Ricardo Piglia, aunque él nunca publicó un libro.
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Nació en Buenos Aires, Argentina el primero de junio de 1874. Su padre era abogado y estanciero. Asistió al Colegio Nacional y más tarde estudió Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires, donde fue condiscípulo y amigo de Jorge Guillermo Borges.

Colaboró en diversos medios como El Progreso y Martín Fierro. Ese año participó con varios amigos en un proyecto para la fundación de una colonia socialista en la selva de Paraguay. En 1905 inició su correspondencia con el filósofo y psicólogo estadounidense William James, hermano del escritor Henry James con quien mantuvo esa relación epistolar hasta la muerte de James, en 1911.

En 1897 se doctoró en jurisprudencia y durante veinticinco años Macedonio ejerció la abogacía sin demasiado entusiasmo. En 1910 fue nombrado fiscal en el Juzgado Letrado de Posadas (Misiones), fue director de la biblioteca y conoció al escritor Horacio Quiroga. Durante mucho tiempo se contará como anécdota que perdió el cargo porque nunca condenó a nadie.

En 1921 comenzó una estrecha y devota amistad con Jorge Luis Borges, quien lo describía como “hombre que no se cansaba de ocultar, antes que mostrar, su inteligencia proverbial, prefería el tono de consulta modesta antes que el dictamen pontificador. Su tono habitual era el del ánimo perplejo. Lo caracterizaba la veneración de Cervantes, una cierta divinidad, para él. Detestaba todo aparato erudito, que entendía como una manera de eludir el pensamiento personal. De esta manera su actividad mental era incesante. Vivía desinteresado de las críticas ajenas, de confirmaciones o refutaciones exteriores. Con desparpajo y no cuestionada generosidad, atribuía su propia inteligencia a todos los hombres”.

Se dice que su obra influyó en Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Ricardo Piglia, aunque él nunca publicó un libro, el mismo Borges admitió en su homenaje póstumo: “yo por años lo imité, hasta la transcripción, hasta el apasionado y devoto plagio”. Sus poesías y su única novela (Museo de la novela de la Eterna) vieron la luz luego de su muerte, fueron recopiladas por sus hijos y amigos. Murió el 10 de febrero de 1952, a los 78 años. 

 

Al hijo de un amigo

Ebria de significaciones

la realidad trabaja en abierto misterio

y logra a veces

que no solo el sueño sino la vida

nos sea sueño.

Y cuando tanto logra

lo que debía ser, cumplido está.

Porque una vez que sueño y vida,

esas dos iluminaciones del ser,

confunden sus fuentes bajo nuestras miradas

el milagro inicial de separación

en el milagro final de Identificación se agota

la Iinteligencia cesa, la Visión descansa; ciérrase el círculo.

¿Para qué vino tu hijo y trae su alma

con milagrosa humildad y altísima cortesía

a practicar Sueño, Vida y Muerte

y unirse al peregrinaje de las significaciones

advirtiéndonos humildemente de la significación que él es?

A hacemos más ricos con saberlo

y a formular una más completa palabra

de la ciencia de lo que nos espera.

Porque tal como yo le vi ayer

saludar de alma a alma a una mujer

vine a comprender lo que saludar era,

que es reconocer la existencia de otro con tanta energía

como la que pone dios para invitar un alma a existir

y esto yo no lo sabía.

Y en retribución de enseñanza tan valiosa

yo le digo: que no tema al ocaso

porque es allí donde nacen más días

y es donde recibiremos un saludo

que nos hará verdaderamente nacer.

Y para allí voy caminando sin congoja alguna

más seguro de mi eternidad y de la de mi hijo

desde que vi cómo saluda el tuyo.

tu hijo cuyo significado es yo saludo

yo aplaudo todo vivir.

Hay un morir

No me lleves a sombras de la muerte

a donde se hará sombra mi vida,

donde solo se vive el haber sido.

No quiero el vivir del recuerdo.

Dame otros días como éstos de la vida.

Oh no tan pronto hagas

de mí un ausente

y el ausente de mí.

¡Qué no te lleves mi Hoy!

Quisiera estarme todavía en mí.

 

Hay un morir si de unos ojos

se voltea la mirada de amor

y queda solo el mirar de vivir.

Es el mirar de sombras de la Muerte.

No es Muerte la libadora de mejillas,

esto es Muerte: olvido en ojos mirantes.

Cuando nuestro dolor fíngese ajeno

Voz de un dolor se alzó del camino y visitó la noche;

trance gimiente por una boca hablaba.

Eran las sombras por doquier. Mis manos

apartándolas para mis pasos

heridos de la impaciencia y el tropiezo

buscando aquel pedido de persona dolida.

Grito que ensombreció la sombra.

Volvió a enfriar el pulsar de mi vida,

y tropezando con el alma y el paso

no de mi pena, de ajena pena,

creí afligirme, cuando hallé sangrando

mi corazón, por mí clamando,

¿qué desterrado de mi pecho habría?

Porque solo al recuerdo su latido daba

Y solo en el recuerdo mi dolor estaba

y así desde el camino me llamaba

y apenas cerca me sintió, acogióse

a mi pecho triunfante como enojado dueño,

y al instante se dio a clavarme aquel latido:

el latir de su lloro del dolor del recuerdo.

 

Y hoy desterrarlo de nuevo ya no quiero.

Que ese dolor es el dolor que quiero.

Es Ella,

y soy tan solo ese dolor, soy Ella,

soy Su Ausencia, soy lo que está solo de Ella;

mi corazón mejor que yo lo ordena.

Sumisión

Si no puedo a tu lado quedar

tú misma has de darme

talismán que me guarde de amarte.

 

Piadosa como fuiste conmigo

forja tú misma el beso de olvido,

el beso de fatalidad, de lo imposible,

que somete nuestros destinos.

Y arrancándonos a él

sea nuestra partida,

separándonos de cuando más cerca estuvimos.

De la única caricia que nos dimos,

de lo que más cerca nos tuvo

arranque el primer paso sin retorno

en nuestros sometidos destinos.

 

Y nos esperaremos atormentados.

donde amor sea vencido.

Mientras pude, tu amor dormido

no desenlacé sino cuando despertaste.

Ya sé cómo será.

Lo ha sabido ya impaciente mi amor

en el ardiente estudio de porvenir:

nuestras manos atrayéndonos ilusas dirán: ven a

luego...

Dios visto, mi madre

Rosa del Mazo de Fernández

 

Señora en toda hora de las Tres Certezas:

Ética, Mística, Práctica.

Claridad

En quien no hubo nunca

una duda de Realidad

ni una de Conducta

ni un egoísmo

ni un miedo

ni una vacilación en el Sacrificio

una queja

una lágrima

una superstición

un descontento de que algo viva

de que algo muera

porque en ella no hubo nunca

un pensamiento para sí.

 

Sabiéndose eterna

y sin tibieza para el Hoy terreno.

Sin asirse a pasajes del tiempo ni al allá o acá,

su “¿Quién vive?”

acogía saludante a otro vivir.

Y su “ sí mismo” leve

inagitado, entre otros, como un número.

Su solo bien el de las dichas otras.

Tengo ternura para ti...

Tengo ternura para ti, viajera,

paréceme serena tu juventud,

compasivo tu pecho

y presto tu pensamiento.

Las heridas que en mí miras

a veces condolida, risueña otras,

ni mal habidas son ni me atormentan.

Éstas que ven el sol tú curarías.

Hay otras que, aunque más dolorosas,

no quisieras mitigar.

¿Tienes tú de éstas?

No a todo alcanza Amor…

No a todo alcanza Amor pues que no puede

romper el gajo con que Muerte toca.

Mas poco Muerte logra

si en corazón de Amor su miedo muere.

Mas poco Muerte logra, pues no puede

entrar su miedo en pecho donde Amor.

Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.

Amor se fue

Amor se fue; mientras duró

de todo hizo placer.

Cuando se fue

Nada dejó que no doliera.


Escrito por Redacción


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