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Los niños de AMLO
Los morenistas quizás estén pensando que el próximo Día del Niño les dará la posibilidad de enternecer a la clase política con viejas prédicas cursis y huecas para que los padres olviden la amarga realidad que padecen.
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En el discurso político, el país va avanzando; Andrés Manuel López Obrador (AMLO) presume en sus conferencias mañaneras que es reconocido en el mundo como el mejor presidente; y escuchamos decir a las huestes morenistas que están haciendo historia. Tal vez en esto tengan razón porque, como escribió Carlos Marx –ese enorme filósofo al que el enanismo intelectual no logra comprender– la historia se presenta dos veces, la primera como drama y la segunda como comedia; y para los mexicanos ¡qué tragedia tan grotesca ha resultado la mentada transformación de cuarta! Pero ahora ya no es necesario insistir en esto porque el domingo 10 de abril, el día de la consulta para la revocación de mandato, quedó claro que el gobierno del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no logró convencer a muchos mexicanos para que participaran en ese circo; y que los pocos que acudieron a las urnas fueron manipulados, engañados, amenazados y burlados con prácticas ilegales de genética priista.

Hoy, ése y otros resultados comienzan a preocupar al grupo gobernante; y sus dirigentes deberán cambiar estrategia, discurso y programas asistencialistas; porque ya no están funcionando para cooptar votos, lo que hace previsible que vendrán cosas peores en el futuro; aunque, como es más fácil engatusar que dar soluciones, los morenistas quizás están pensando que el próximo Día del Niño les dará la posibilidad de enternecer a la clase política con viejas prédicas, como que “los niños son el futuro de México”, otras frases cursis y huecas y tomas de foto regalando juguetes baratos de plástico para que los infantes y sus padres se distraigan un poco de la amarga realidad que están padeciendo.

Para la mayoría de los niños mexicanos, desde temprana edad o incluso antes de nacer, la desigualdad es extrema y la vida que les espera tiene la misma advertencia que hay en la puerta del Infierno de Dante Alighieri, “pierde la esperanza el mortal que entre aquí”. Y es que esa pobreza extrema se eterniza y profundiza, debido a que la atrasada clase burguesa y los gobiernos que cada sexenio le han hecho comparsa, ni por instinto de clase han buscado desarrollar o modernizar su capitalismo sino que, al contrario, han extremado su sistema de explotación y creado una situación de miseria insoportable en millones de hogares mexicanos. Tiene razón el Presidente cuando afirma que su gobierno no es culpable de estos males porque vienen desde antes; pero actualmente él y su partido son responsables de no hacer nada para remediarlos y, lo que es peor, de acelerar su gravedad y propiciar una mayor descomposición social y económica de México, con la que están “haciendo historia”.

Datos de organizaciones civiles denuncian que más de 20 mil niños con cáncer sufren por la falta de medicamentos y que otros mil 700 ya no resistieron y fallecieron. La pandemia generada por el Covid-19 llevó al gobierno a cometer un crimen de lesa humanidad cuando dejó morir a centenares de miles de personas que dejaron en el abandono y el olvido al menos 250 mil niños huérfanos, cuyo futuro no es nada prometedor. Una encuesta que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) efectuó sobre el impacto social de la pandemia reveló que cinco millones de niños aban donaron las aulas por falta de recursos. Además, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que México es el segundo país con más trabajo infantil en América Latina, ya que en su territorio trabajan 3.2 millones de infantes como jornaleros o desempeñan actividades peligrosas para su edad. Este gobierno ha procurado más pobreza, hambre y miseria a los niños mexicanos.

Desde luego que no es igual para todos, ya que los “niños de papi” y los “hijos de la cuarta” tienen privilegios que nunca han soñado otros niños mexicanos. Aquellos estudian en buenos colegios en el extranjero, comen tres veces al día hasta saciarse; si se enferman no se atienden en el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), sino que tienen garantizados sus medicamentos y acceden a los hospitales privados en el extranjero; se entretienen en viajes, vacacionan en el mundo entero y asisten a eventos deportivos internaciones. Han vivido mimados con lujos y excesos de todo tipo y, cuando crecen, son dueños de fábricas de chocolate o, mejor aún, tienen alguna casona gris en el extranjero. Sí: si algunos son felices en este país, son los niños de AMLO.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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