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En filosofía, ninguna doctrina se desarrolla sin la postura contraria. Toda propuesta sobre la realidad busca ser replicada por su opuesta. La historia de la filosofía está determinada por propuestas antagónicas. El materialismo, por ejemplo, se ha enfrentado constantemente contra el idealismo; y muchos de los problemas clásicos del pensamiento filosófico provienen, como afirmó Federico Engels, de la vieja contradicción entre el idealismo y el materialismo.
En la llamada teoría del conocimiento, rama de la filosofía que estudia los métodos para percibir la realidad, tales contradicciones cobran otra dimensión. El problema es la forma correcta de conocer la realidad y sus cuestionamientos han generado grandes teorías para responderla. Las dos más discutidas son el racionalismo y el empirismo. La primera sostiene que solo puede conocerse la realidad mediante la razón; la segunda defiende que el único medio certero es la experiencia directa a través de los sentidos.
A pesar de que esta oposición en las teorías ha servido para identificar a quienes defienden un lado u otro de la contradicción, el desarrollo de aquéllas es tal que, ahora, quien apela al racionalismo o al empirismo es criticado por mantener una postura parcial sobre el objeto que pretende reconocerse. Esta crítica fue hecha a Vladimir Ilich Ulianov Lenin por la popularización de la teoría del reflejo, con la que buscó representar la superestructura social como reflejo de la estructura, es decir, con la propuesta de que sobre la base económica se encuentra la explicación racional de las instituciones sociales. Pero desde muy temprano, Lenin advirtió que la teoría del reflejo no es “una simplificación de la riqueza de los fenómenos”. En sus opiniones sobre la obra del escritor ruso León Tolstoi, lo deja en claro.
En León Tolstoi, espejo de la revolución rusa, Lenin comienza preguntándose cómo puede llamarse “espejo de la revolución rusa” a quien aparentemente está afuera de las contradicciones que Rusia enfrentaba en aquel momento y quien era totalmente ajeno a las acciones políticas destinadas a transformar Rusia. Lenin aclara que con el uso del concepto “reflejo” no quería afirmar que todo fenómeno deba ser una calca total y acabada de lo que materialmente existe, ya que se debe entender qué se refleja y cuáles son las limitantes y contradicciones de lo representado.
Recuerda que Tolstoi proponía una representación de las contradicciones de su tiempo, en específico la realidad crítica que enfrentaban los campesinos rusos durante la segunda mitad del Siglo XIX, quienes soportaban la fuerte carga del pasado feudal y un presente invadido por los antagonismos del capitalismo, que entonces ganaba terreno. Por esto vale la pena Tolstoi, pero no como ideólogo, sino como un artista que expresa la inconformidad de un pueblo y sus razones sociales.
El pensamiento mismo de Tolstoi es contradictorio; y hay que entender sus oposiciones para rescatar su útil crítica, ya que ésta recogía un reclamo sincero de liberación respecto al pasado y el presente. Hay que entender el reflejo como condición de ciertas contradicciones, rastreables en las obras de los grandes artistas, pero que necesitan un estudio más completo para descubrir el alcance y profundidad de sus denuncias y propuestas implícitas.
Escrito por Alan Luna
Maestro en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).