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En esta ya larga temporada de pandemia, el cine es más visto por las plataformas streaming que en las salas cinematográficas; la industria cinematográfica se adaptó a las circunstancias que ha impuesto el virus SAR-COV2, que no ha podido ser controlado en el mundo debido a que orden social capitalista, en su fundamentalismo de mercado, ha utilizado la pandemia para que grandes potentados concentren mayor riqueza; el resultado de ese egoísmo y esa mezquindad es que el virus ha evolucionando y las grandes farmacéuticas han preferido aplicar terceras o cuartas dosis en países ricos, pues ello les reditúa más ganancias monetarias, que entregar a bajo costo las vacunas a los países africanos, asiáticos o latinoamericanos.
Esa sociedad egoísta, deshumanizada, en donde campea la falta de solidaridad y comprensión hacia los seres más desvalidos, se retrata en la cinta Imperdonable (2021), de la realizadora nacida en Alemania, Nora Fingscheidt. Imperdonable es la historia de Ruth Slater (Sandra Bullock) una mujer que después de pasar veinte años en la cárcel por matar a un policía, en su lucha por la reinserción, se topa con una sociedad que es una verdadera jungla de incomprensión y prejuicios sociales y morales. La única motivación por seguir su existencia es conocer que su hermana Katherine (Aisling Franciosi), quien era una niña muy pequeña cuando Ruth fue apresada, ahora es una adolescente que vive con una familia adoptiva, de clase media, y no sabe de la existencia de su hermana.
En su rol de “exconvicta” Ruth trabaja en distintos establecimientos, pero su pasado es una loza que carga a diario y que amenaza con aplastarla, al grado de que en uno de esos trabajos, cuando una obrera se entera de que Ruth mató a un policía, la agrede brutalmente pues la agresora es hija de un policía. Ruth casi no tiene amigos y el único con quien logra entablar cierta amistad termina traicionándola al dar a conocer al resto de los obreros su pasado como ex presidiaria. Ruth consigue la ayuda de John (Vincent D’Onofrio), un abogado que se convence de la necesidad que tiene esa mujer tan golpeada moral y psicológicamente; se presta, por tanto, a asesorarla legalmente para reunirse con Katherine. Los dos hijos del policía asesinado, al enterarse de que Ruth ha sido liberada, buscan venganza.
Sin embargo, uno de ellos comete adulterio con la esposa de su hermano. Al final, Ruth logra, con ayuda de John volver a ver y abrazar a Katherine. La cinta nos plantea la cuestión de si es o no posible la reinserción de los ex convictos. La respuesta que da la realizadora alemana parece inclinarse por el sí. Pero –y ése es mi punto de vista personal– en una sociedad tan descompuesta, tan brutalmente pervertida por ese orden social (en el que la realidad supera ya a la ficción, dados los fenómenos que se observan cada vez con mayor frecuencia), en una sociedad donde los centros penitanciarios son las más calificadas universidades del crimen, la reinserción social parece un “sueño guajiro”.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA