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El pasado 22 de febrero se celebró el día del agrónomo y quiero aprovechar la ocasión para enviarles un abrazo afectuoso y respetuoso a todos los colegas que se han subido en el carro de la lucha por hacer que la tierra rinda mejores frutos para garantizar el alimento en los hogares de todos; pero me congratulo y felicito aún más a aquellos que han seguido el lema de nuestra alma mater, la Universidad Autónoma Chapingo, que no solo han concluido exitosamente su carrera académica, sino que, sobre todo, han procurado enseñar la explotación responsable de la tierra y no la del hombre. No puedo dejar pasar la ocasión de mencionar al gran agrónomo Aquiles Córdova Morán, fundador y guía del Movimiento Antorchista Nacional, que ha hecho por los campesinos pobres de México cosas que han transformado sus vidas para bien. Quiero también reconocer a mi padre, Raymundo Acosta Sánchez quien, también egresado de la entonces Escuela Nacional de Agricultura y gran especialista en suelos, me inspiró para estudiar en Chapingo, hecho fecundo porque ahí conocí y me integré a la gran organización Antorchista de la que soy, orgullosamente, miembro activo.
Ahora paso a abordar el problema de la necesidad de apoyo con fertilizante a los campesinos mexiquenses. Primero, hay que decir que el uso del diésel para la agricultura del Valle de Toluca (y de todo el país, claro está) es fundamental, tanto para el uso de los tractores que funcionan con este combustible, como para la distribución de los productos, pues tanto los camiones de carga como los tráileres utilizan fundamentalmente diésel para su funcionamiento y resulta que el precio de éste se ha incrementado significativamente en los últimos tiempos. Veamos. El precio promedio del diésel en el Valle de Toluca ronda los 22 pesos con 50 centavos; sin embargo, en noviembre del año pasado el precio máximo era de 17.68 pesos, eso significa que, en menos de 100 días, tiempo en que gobierna ya Morena, el diésel ha subido en 4.82 pesos (un súper gasolinazo del que nadie de los otrora gritones dice hoy nada), es decir, un 27.26 por ciento de incremento. Este incremento tiene una afectación directa en los costos de producción y, por lo mismo, los productores tienen la tentación de incrementar sus precios, es decir, trasladar el aumento de costos al precio del producto final. Así, las medidas del gobierno de “combatir el huachicol sin denunciados ni encarcelados”, cerrar los ductos y dejar de importar gasolinas y diésel, comienzan a dejar en claro a los mexicanos que fue una estrategia errónea, pues en México no tenemos la capacidad de autoabastecernos de combustibles y en la producción actual de gasolinas el costo está por encima del beneficio, lo cual nos lleva a subsidiar la gasolina y, junto con el desabasto provocado por el cierre de los ductos y la ineficiente forma de distribución del combustible mediante pipas, hace que no podamos ser competitivos, que suban los precios del diésel y, finalmente, que ese incremento se traslade al producto agrícola final, afectando directamente a los bolsillos de los pobres y decantando hacia el estrato de pobres a las clases medias. Mal negocio. Todavía no inician la construcción de la refinería de Dos Bocas, y de aquí a que tengamos el primer barril, “ya nos cargó la calaca”.
En segundo lugar, el Estado de México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), participa con el 5.5 por ciento del volumen total en la producción nacional, de hecho el organismo señala que “la entidad es uno de los principales productores de maíz grano a nivel nacional con un volumen de producción del 12.48 por ciento, solo superado por el estado de Jalisco con 12.91 por ciento, y sobrepasa incluso a estados con mayor superficie cosechada, pero con más bajos rendimientos por hectárea como Chiapas y Puebla. Otros cultivos importantes son la papa con un volumen de producción que corresponde al 11.38 por ciento a nivel nacional donde supera con una mínima diferencia al estado de Guanajuato y Nuevo León. La avena forrajera es otro cultivo que ocupa el primer lugar en la producción a nivel nacional con 24.54 por ciento y supera a estados como Chihuahua y Zacatecas. La entidad mexiquense también ostenta el primer lugar en la producción de chícharo verde 58.65 por ciento y haba verde con 41.54 por ciento y ocupa el segundo lugar en producción de tomate de cáscara, también se encuentra entre los principales productores de lechuga, nabo y zanahoria.
En relación con las condiciones de riego y temporal, el Inegi señala lo siguiente: “La agricultura se encuentra dividida en agricultura de temporal y agricultura de riego. De acuerdo con el límite geoestadístico, el estado ocupa una superficie de 22 333 km2, de los cuales casi 38 por ciento está dedicado al uso agrícola (8 538 km2). De esta cifra, 82 por ciento es agricultura de temporal (6 998 km2) y el 18 por ciento restante corresponde a agricultura de temporal (1 539 km2)”, es decir, la inmensa mayoría de los productores están a la suerte del clima y, por lo mismo, sujetos a condiciones ajenas a su voluntad, de tal manera que el refuerzo científico es clave, es decir, el uso de semillas mejoradas (capaces de afrontar dificultades y resistir a ciertas plagas y enfermedades), así como fertilizantes que ayudan al nutrimento esencial de las plantas, son factores de gran utilidad para permitir cosechas mínimas adecuadas. El 5.6 por ciento de la población económicamente activa (PEA) está ocupada en la agricultura en el Estado de México, es decir, cerca de medio millón de mexiquenses dependen de la actividad del campo.
Finalmente, según la revista Forbes, 9.46 millones de mexiquenses viven en la pobreza, es decir, 49.6 por ciento de la población vive en pobreza. Por ende, la intervención del gobierno en la redistribución de la riqueza es fundamental y todavía más tratándose de ayudas que puedan contribuir con incrementar la producción agrícola como es el apoyo con fertilizante y con semilla mejorada. Así que desde esta modesta trinchera hacemos un llamado al Gobierno del Estado de México a que haga los trámites necesarios para que se asigne el fertilizante a los campesinos más necesitados del Estado, pues los tiempos corren y son fundamentales para iniciar con éxito el proceso productivo. “En la tardanza está el peligro” y muchas familias campesinas tienen sembradas sus esperanzas en la pronta solución a sus justas demandas.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.