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Este volumen es una colección de poemas que don Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita (Alcalá de Henares 1285-1350), escribió como un tratado de amor bueno –el destinado a servir a Dios y sus siervos– y una condena al amor loco o malo, que no es otro que el carnal o profano. Sin embargo, en el prólogo (Preliminares) advierte que debido a que “es umanal cosa el pecar, si algunos, lo que non los consejo, quisieren usar del loco amor, aquí fallarán algunas maneras para ello”. O sea que el Arcipreste explica que su libro también es un tratado de amor loco o malo.
Y, en efecto, en El libro de buen amor hay abundantes evidencias de que el Arcipreste de Hita era tan mundano como cualquier Don Juan de esa época y para muestra basta un botón: en varios de los cuartetos con hemistiquios del poema titulado Aquí fabla de la respuesta que don Amor dio al arcipreste, éste hace recomendaciones sobre cómo un hombre debe escoger a una mujer para pareja, esposa o novia y que no le salga defectuosa o “mañosa”. Sus sugerencias son detalladas tanto en lo físico como en lo psicológico, evidenciando que era un conocedor profundo en esta materia.
Por ejemplo, advierte que el elector debe procurar que la mujer sea “fermosa, donosa e lozana”, que no sea “luenga ni enana” y que si es posible escogerla por su origen regional, no la busque “villana, ca de amor non sabe”. Más adelante recomienda buscarla de cabeza pequeña, cabellos amarillos, “pero no pintados con alheña”; que tenga cejas apartadas (no cejijuntas); que sea ancha de caderas, ojos grandes, relucientes y pestañas negras; orejas pequeñas, dientes “menudiellos, eguales e bien blancos, poquillo apartadillos, colmillos agudillos y los labros de la boca bermejos, angostillos”.
También recomienda que tenga la nariz afilada, el cuello alto; que sus hombros no sean muy grandes; que sus brazos no sean delgados, ni sus pies chicos y “socavados” porque las mujeres con este tipo de pies “non fallan en todos los mercados”. Las recomendaciones de don Juan Ruiz son numerosas y prolijas; pero una de las que más destaca por la profundidad de conocimientos en torno a la mujer de su época es aquella donde sugiere que la elegida sea “en la cama muy loca y en casa muy cuerda”, pues no hay que olvidar que por eso “tal dueña más della te enamora”.
En otro poema, con igual propuesta, don Juan insiste en su preocupación para que las cosas del amor loco sean bien hechas y con mujeres adecuadas, porque “mujer, molino e uerta quieren grand uso… porque es cosa cierta/ que el molino andando gana/ uerta mijor labrada/ da la mijor manzana;/ mujer mucho seguida/ siempre anda lozana;/ do estas tres guardares/ no es tu obra vana”... En conclusión: el Arcipreste de Hita sabía tanto o más de versos, mujeres y besos que de amor bueno y rezos.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural