Cargando, por favor espere...
Nació el 22 de enero de 1788 en Londres, Inglaterra; fue un destacado poeta del Romanticismo británico que creció en una familia aristocrática y heredó de su tío abuelo el título nobiliario. A los dieciocho años publicó su primer libro de poemas, Horas de ocio, y tras una crítica adversa contestó con su sátira Bardos ingleses y críticos escoceses que lo dio a conocer en el mundo intelectual.
En 1809, al alcanzar la mayoría de edad, emprendió una serie de viajes en los que recorrió España, Portugal, Turquía y Grecia; a su regreso publicó en La peregrinación de Childe Harold las memorias de su viaje y donde creó el “héroe byronianoˮ, un personaje que desafía la moral, las convenciones establecidas, nostálgico y de sentimientos exaltados; él mismo comenzó a vivir de acuerdo a su héroe y se volvió un símbolo de libertinaje y amoralidad para la sociedad de su época, por lo que acabó abandonando el Reino Unido para no regresar nunca y ser un poeta errante. Vivió en Suiza e Italia, donde se codeó con varios intelectuales y aristócratas, como la pareja Shelley y Goethe, con los primeros estuvo en la célebre noche en que se creó Frankenstein y con el segundo se carteaba. Goethe lo calificó como “el poeta del presenteˮ. En 1823 viajó a Grecia para unirse a la lucha por la independencia de ese país; luchó como parte del ejército rebelde sin adherirse a ninguna facción política oficial; antes de poder ejecutar cualquier estrategia militar cayó enfermo hasta que falleció, el 19 de abril de 1824, en Mesolongi, Grecia, tras un largo ciclo de fiebres y sangrías.
Su obra fue prolífica; su editor publicó 17 volúmenes de toda su obra, incluyendo su Don Juan, poema de 17 cantos escrito en octava real (ocho versos endecasílabos con rima consonante), Manfredo, poemas breves como Oscuridad, poemas líricos como Ella camina en belleza, poemas narrativos como El Prisionero de Chillon, The Vision of Judgment, etc.
IMITACIÓN DE CATULO
Para Ellen
¡Oh! Si besar pudiera esos ojos de fuego,
un millón apenas si sofocaría el deseo:
sin cesar impregnaría mis labios de deleite,
y moraría una eternidad en cada beso:
sin cesar te besaría a ti aferrado:
nada separaría mi beso del tuyo;
sin cesar nos besaríamos y besaríamos para siempre;
aun cuando su número excediese
las innumerables semillas de la amarilla cosecha.
Separarnos sería vano empeño:
¿podría desistir? ¡Ah! ¡Nunca, nunca!
VERSOS GRABADOS EN UNA COPA HECHA CON UN CRÁNEO
Ni te sobresaltes ni creas que mi espíritu huyó;
en mí contempla al único cráneo,
del que, al revés de una viviente cabeza,
todo lo que fluye nunca es aburrido.
Viví, amé, bebí a grandes tragos como tú:
morí: que la tierra renuncie a mis huesos;
lléname: tú no puedes hacerme daño;
el gusano tiene labios más viles que los tuyos.
Mejor es contener a la uva burbujeante,
que criar la viscosa progenie del gusano terrestre,
y rodear en la forma de la copa
a la bebida de los dioses, que no al alimento del reptil.
Cuando por casualidad una vez mi ingenio brilla,
en ayuda de los demás, deja que brille;
y cuando, ¡ay!, nuestros cerebros hayan desaparecido,
¿qué substituto más noble habrá que el vino?
Bebe a grandes tragos mientras puedas: otra raza
cuando tú y la tuya, como la mía, se haya perdido,
puede que te rescate del abrazo de la tierra,
y rime y se deleite con los muertos.
¿Por qué no? Ya que mediante el breve día del vivir,
nuestras cabezas efectos tan tristes engendran,
redimidas de los gusanos y de la arcilla desgastada,
esta posibilidad tienen de ser provechosas.
¡RECORDARTE! ¡RECORDARTE!
¡Recordarte! ¡Recordarte!
¡Hasta que el Leteo sofoque la ardiente corriente de la vida,
el remordimiento y la vergüenza se aferrarán a ti!
¡Y te perseguirán como un febril sueño!
¡Recordarte! Sí, no lo dudes.
¡Tu esposo también pensará en ti!
¡Ninguno de los dos te olvidará,
para él fuiste engañosa, para mí un demonio!
PROMETEO
I
¡Titán! Ante cuyos ojos inmortales
los sufrimientos de la humanidad,
vistos en su triste realidad,
no eran como las cosas que los dioses desprecian.
¿Cuál fue la recompensa de tu lástima?
Un callado e intenso sufrimiento;
la roca, el buitre, y la cadena,
todo lo que el soberbio puede sentir de dolor,
la agonía que ver no deja,
la asfixiante sensación del infortunio,
que no habla sino en su soledad,
y luego es celosa, a menos que el cielo
posea un oyente, no suspirará
hasta que su voz eco no tenga.
II
¡Titán! La lucha te otorgaron
entre el sufrimiento y la voluntad,
que torturan cuando no pueden matar;
y el cielo inexorable,
y la sorda tiranía del destino,
el dominante principio del odio,
que para su placer crea
las cosas que pueden aniquilar,
te negaron hasta la dádiva de morir:
el desdichado don de la eternidad
era tuyo y bien lo has soportado.
Todo lo que Júpiter tonante te arrancó
no fue sino la amenaza que le devolvió
los tormentos de su tortura;
el destino muy bien previste,
pero no se lo dijiste para aplacarle;
y en tu silencio estuvo su sentencia,
y en su alma un vano arrepentimiento,
y un temor malvado tan mal disimulado,
que en su mano temblaron los rayos.
III
Tu crimen divino fue ser bondadoso,
el hacer con tus preceptos menor
la suma de las desventuras humanas,
y el fortalecer al hombre con su propia mente;
pero confundidos como tú fuiste desde las alturas,
aún en tu paciente energía,
en la resistencia y en la repulsa,
de tu espíritu impenetrable,
que ni tierra ni cielo pudieron agitar,
una poderosa lección heredamos:
tú eres un símbolo y un signo
para los mortales de su destino y su fuerza;
como tú, el hombre es en parte divino,
una corriente turbulenta de fuente pura;
y el hombre en parte puede prever
su propio destino fúnebre;
su desventura y su resistencia,
y su triste existencia sin aliados:
a la que su espíritu puede oponerse
y equipararse a todos sus desastres,
y a una firme voluntad y a un hondo sentido,
que hasta en la tortura capaz es de divisar
su propia recompensa concentrada,
triunfante cuando se atreve a tal desafío,
y haciendo de la muerte una victoria.
SONETO AL CASTILLO DE CHILLÓN
¡Eterno espíritu de la mente sin cadenas!
¡Libertad! La más brillante en calabozos eres,
pues en ellos es tu morada el corazón:
el corazón cuyo amor por ti solo puede atarlo;
Y cuando tus hijos se ven a los grilletes entregados,
a los grilletes y a la penumbra sin día de la cripta húmeda,
su país conquistan con su martirio,
y la fama de la libertad alas halla en todos los vientos.
¡Chillón! Tu prisión es un sitio sagrado,
y tu triste suelo, un altar, pues fue andado,
hasta que sus mismos pasos dejaron sus huellas
marcadas, como si el frío pavimento fuera césped,
por Bonnivard. Ojalá que nunca se borren esos trazos
pues ellos son testigos de la tiranía ante Dios.
Tras la temporada de huracanes, Sistema Cutzamala no alcanzó el nivel suficiente
Los mexicanos pobres pagan más impuestos
Denuncia Coordinadora Territorial del Pueblo de Mixquic acoso y violencia política
Joe Biden y sus misiles de largo alcance en Ucrania, escalando la guerra
La política recaudatoria regresiva de la 4T
Escrito por Redacción