Este primero de diciembre se cumplieron cuatro años desde que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tomó las riendas del país. Lo más relevante de esta fecha fue que logró reunir a un número importante (las cifras oficiales aseguran que dos millones) de sus adeptos en una gran marcha por las principales avenidas de la capital, misma que culminó en el Zócalo. El tono que tomó dicha celebración fue de euforia, es decir, la afluencia fue interpretada como la calificación de la administración amlista, como si ésta estuviera directamente relacionada a la cantidad de personas que acudieron a su llamado; lo que es una engaño y puro humo a los ojos. Pero aceptando sin conceder que así fuera, dos millones es un número importante, pero realmente insignificante para los aproximadamente 130 millones de mexicanos que hay en el país.

¿Cuáles son los parámetros que sí miden el éxito o fracaso de una administración? A decir de los especialistas, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, el crecimiento económico del país; la contención de la inflación; el combate a la pobreza y la desigualdad; el combate al desempleo; la mejora en el sistema educativo y de salud; la lucha contra la inseguridad y la violencia, entre otros registros del progreso social. Si analizamos uno por uno estos parámetros nos daremos cuenta de que no hay mucho qué festejar en estos cuatro años de “Cuarta Transformación”. Veamos.  

Desde 2018, el PIB ha venido en franco retroceso. En 2018, el crecimiento económico se ubicó en 2.2 por ciento, para 2019, el primer año de AMLO, cayó hasta -0.1 por ciento, situación que empeoró con la llegada de la pandemia por Covid-19, etapa en la que no se tomaron medidas económicas para amortiguar el golpe; nada de eso se hizo y el desarrollo económico se fue en caída libre hasta el -8.5 por ciento. Para 2021, cuando las medidas restrictivas por la pandemia se aflojaron un poco, el crecimiento se elevó a 4.8; pero ya para este año se retrajo nuevamente a 4.2 por ciento. A esto se suma la inflación en México que sigue apretando el bolsillo de los mexicanos, principalmente por el aumento del precio de los alimentos, que ya superó el 14 por ciento.

El combate a la pobreza y la desigualdad, relacionado íntimamente con el combate al desempleo es, creo yo, uno de los pendientes más sentidos por la población. De 51.8 millones de mexicanos en pobreza en 2018, se aumentó a 55.6 millones en 2020; para 2022 el número de pobres aumentaría en dos millones para llegar a 58.1, según los cálculos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Mientras tanto, el número de desempleados fue de 1.9 millones en 2021 según el INEGI.

La misma tendencia registran los sistemas de salud y educativo, que están prácticamente olvidados y son menospreciados por el presidente; y no, no es solo discurso de los conservadores y de los “opositores” a su gobierno. Por cuatro años, el recurso del Presupuesto de Egresos destinado a estos dos sectores disminuyó en términos reales, pues los recursos ahora se destinan mayormente a los programas de apoyo monetario directo. Pero siguen presentándose fallecimientos por falta de medicamentos, por ejemplo, para los niños con cáncer; escasez de medicamentos y especialistas en el sistema público de salud. Solo en este mes, estuvo en la agenda mediática el fallecimiento de 21 personas por meningitis aséptica, y otras 68 contagiadas, mismas que fueron contaminadas en hospitales públicos y privados de Durango.

En cuanto a la violencia e inseguridad no hay mucho que argumentar. El de AMLO es el sexenio que ha registrado el mayor número de homicidios dolosos de las últimas dos décadas; 137 mil 500 asesinatos en solo cuatro años de administración morenista; por arriba de los que se registraron en los seis años de Felipe Calderón, que inició la guerra contra el narcotráfico y que registró 120 mil 553 homicidios dolosos; y por arriba de lo que registró Enrique Peña Nieto, en sus primeros cuatro años. De hecho, la inseguridad y la impunidad con la que operan los grupos del narcotráfico es tal que especialistas en el tema han llegado a afirmar que el de AMLO es un narco-Estado, que a cambio de financiamiento, da libertad de operación a los grupos del crimen organizado.

Por último, esta semana en la revista buzos, el reportaje principal demuestra que en sus mañaneras, el presidente había utilizado este foro nacional televisivo para decir 86 mil 917 mentiras, es decir, hacer declaraciones falsas y engañosas o carentes de comprobación para desinformar o desvirtuar a sus críticos. Esto evidencia que el Presidente no dispone de logros de los cuales pueda presumir, ni siquiera puede presumir las mega obras que, prometió, resolverían los problemas del país, pues a pesar de que las ha inaugurado, ninguna ha cumplido con los estándares de calidad y con la resolución de problemas sociales. A estas alturas de su gobierno, sus compromisos son claramente promesas incumplidas y en general no ha dado ningún resultado.