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Recientemente, la empresa estadounidense Amazon, una de las más poderosas en el mundo, instaló en Mesa de Otay, Tijuana, un almacén de 32 mil metros cuadrados que, según el sector privado, generará una importante derrama económica; pero que ha colocado en la incertidumbre a más de mil familias de la colonia Nueva Esperanza, ubicada en el mismo entorno.
La también conocida colonia Cañón del Padre es el asentamiento irregular más grande de Tijuana, pues abarca más de tres kilómetros y alberga a unas cinco mil personas, la mayoría trabajadores y extrabajadores de la Zona Industrial de Otay, quienes desde hace más de 30 años habitan en casas hechas de madera, cartón, plástico y láminas instaladas sobre un terreno federal, situado en la orilla de la Vía Rápida Alamar. Hoy, estos mexicanos humildes temen que la compañía trasnacional estadounidense traiga consigo su remoción y la pérdida de su patrimonio familiar.
Son casi las 14:00 horas, y el Sol apremia de buena manera a los habitantes de Nueva Esperanza. En una de las calles de la colonia, el señor Pedro Arana atiende a un par de cerdos en una jaula hecha con retazos de madera. Al otro lado de la barda, a escasos cuatro metros, se levanta el almacén de Amazon, cuya construcción comenzó hace más de un año, con una inversión de 21 millones de dólares (mdd).
El señor Arana vive ahí desde hace más de tres décadas. Es testigo de cómo empezó a poblarse y de las vicisitudes por las que ha pasado la mayoría de sus habitantes. El área conforma el cinturón de pobreza en Tijuana y ocupa un espacio que va del fraccionamiento Urbi Quinta Marsella a las inmediaciones del rancho El Establo, donde se ubica el bulevar Terán Terán.
Como la mayoría de los habitantes de la colonia, Pedro Arana llegó a Tijuana atraído por el “sueño americano”, pero como no pudo cruzar la frontera hacia Estados Unidos (EE. UU.), decidió quedarse en la ciudad y, entre el ir y venir de un trabajo y un hogar a otro, se instaló en una zona donde anteriormente se cultivaban hortalizas, principalmente rábanos y cebollines.
Poco después comenzaron a habitarlo migrantes que venían de otros estados de la República, quienes encontraron trabajo en las maquiladoras de la Zona Industrial de Otay; y en ese terreno hallaron un espacio cercano y habitable, ya que por los bajos salarios que pagan estas empresas les era difícil rentar departamentos o casas bien establecidas. Fue así como en la Mesa de Otay creció una nueva versión de “Cartolandia”, a la que llegaron personas originarias de los estados de Guerrero, Morelos, Michoacán, Jalisco y México, incluso de varios países de Centroamérica.
En 2013, cuando José Guadalupe Osuna Millán asumió la gubernatura de Baja California, se inició la urbanización de la zona y la canalización del río Tijuana, razón por la que a quienes habitaban esos terrenos federales se les ofrecieron espacios en la colonia El Niño, en la zona este de la ciudad. Aunque algunos aceptaron esos nuevos terrenos, otros decidieron quedarse y solamente se recorrieron a la franja que quedaría libre de obras.
Arana fue uno de los que se quedaron; tomó esa decisión porque tenía ya varios años viviendo en la zona. Recordó que, con el tiempo, muchos de los que se habían ido a El Niño regresaron porque trabajaban en las maquiladoras de Otay y tenían que desplazarse diariamente desde muy lejos. Fue así que la Nueva Esperanza volvió a poblarse.
Actualmente, la colonia cuenta con servicios de luz, agua potable y drenaje, aunque varios de los colonos no tienen todavía la regularización oficial de sus terrenos porque, en palabras de las autoridades municipales, el gobierno estatal y la federación no definen con claridad los espacios de la demarcación.
Esa situación ha provocado que los colonos vivan en constante incertidumbre, ya que en cualquier momento podrían ser removidos y perder su patrimonio, porque sus terrenos están considerados irregulares. La llegada de la empresa Amazon vino a agravar su situación. “Tenemos miedo de que nos vayan a quitar porque digan que damos mal aspecto o cosa por el estilo”, mencionó Arana.
Los empresarios de la región han manifestado, en reiteradas ocasiones, que la presencia de la cuarta empresa más grande del mundo y la mejor valorada atraerá a otras compañías del mismo nivel, y que esto impulsará el desarrollo no solo de la región, sino de toda Tijuana. La alcaldesa Karla Ruiz tiene la misma opinión y, en un comunicado oficial, expresó lo siguiente: “Como parte de las acciones promovidas para atraer la inversión a nuestra ciudad, el Gobierno Municipal, a través de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeti), apoyó en la gestión de trámites para concretar la apertura de esta importante empresa que contribuirá a la reactivación económica y al bienestar de las familias”.
Arlene Herrera, portavoz de la compañía, declaró que la empresa comenzó sus operaciones el 22 de septiembre y que enfocará sus envíos a cinco municipios del estado: Tijuana, Mexicali, Ensenada, Tecate y Playas de Rosarito. “Con la próxima apertura de nuestro centro de envío en Tijuana generaremos más de 250 empleos con los que esperamos contribuir al impulso del bienestar social de la gente que vive en la localidad y así continuar beneficiando a miles de familias mexicanas”.
La planta de Amazon –cuya vocería no reveló el monto de los salarios de sus empleados ni aclaró si éstos contarán con prestaciones sociales– está situada en el parque industrial Real Estate Management and Services Group (RMSG); y se trata del noveno sitio para envíos en México y el segundo en el norte del país.
Mano de obra barata
La experta en globalización y economía política, Charmaine Chua, difundió en Twitter un análisis en el que resalta que, en Tijuana, la compañía estadounidense hallará mano de obra mucho más barata que en su país de origen, pues a diferencia de los 15 dólares que se pagan por una hora en California, en la ciudad fronteriza de México, el salario mínimo ronda los nueve dólares por la misma jornada.
Explicó, asimismo, que Amazon tiene a su favor la posibilidad de importar mercancías de China, desensamblarlas en México y enviarlas así a EE. UU. para burlar los aranceles que el expresidente Donald Trump impuso a algunos productos – electrodomésticos, entre otros– y venderlas a precios competitivos en la Unión Americana. La experta precisó que Amazon aprovechará los escasos 24 minutos de viaje entre la Mesa de Otay y el país vecino para elevar sus ganancias con base en la reducción de costos y la especulación. Esto es una clara muestra de cómo dicha empresa pretende operar en la frontera norte y un claro ejemplo de la voracidad del capitalismo contemporáneo, enfatizó Charmaine Chua.
Especialistas consultados por buzos refrendaron las palabras de Chua, pero afirmaron que la actitud de Amazon de ningún modo es novedosa, porque el hecho de que esta compañía estadounidense intente aprovecharse de las desigualdades sociales y laborales que existen entre Tijuana y la frontera sur de su propio país, es la misma que prevalece en gran parte del orbe. En la colonia Nueva Esperanza, la mayoría de las personas que trabajan en las maquiladoras perciben salarios que van de los 800 a los mil pesos semanales, según sus propios informes. Estos ingresos solo les alcanzan para sobrevivir al día, con eventuales donativos que reciben de organizaciones sociales estadounidenses.
Las expectativas generadas por la presencia de Amazon han entusiasmado a algunos jóvenes, como Jorge González, por tener un lugar de trabajo donde se paguen mejores salarios; pero en el mismo caso se hallan otras personas que francamente se muestran escépticas, como ocurre con Pedro Arana, quien comentó: “La verdad es que no nos preocupa o nos entusiasma saber si uno va a poder trabajar ahí o no, lo que sí nos tiene preocupados es que un día nos vayan a sacar de aquí y no nos den opciones para reacomodarnos (…) hay personas que tenemos más de 30 años aquí y que nos muevan será como perder nuestro patrimonio”, reveló.
Al igual que Arana, una señora que no quiso compartir su nombre reveló que durante mucho tiempo se han visto abandonados por las autoridades tanto del municipio como del estado; y que por tal motivo, no cree que Amazon vaya a resolver el problema de empleo de las personas jóvenes. El mismo escepticismo mostró con relación a la gobernadora entrante, Marina del Pilar, a quien le dio su voto.
“Aquí anduvo en la colonia; nos organizamos para votar por ella… ni el actual gobernador Jaime Bonilla, que llegó con ese dicho que nos iba a ayudar, lo hizo; así que esperamos que la nueva administración nos apoye y nos dé garantías; de lo contrario sería como traicionarnos después que le dimos nuestros votos”, dijo. Hasta el momento, ninguna autoridad se ha pronunciado sobre un posible desalojo o reubicación de los colonos. Sin embargo, la actual alcaldesa, a quien le quedan tres semanas de gestión, reconoció que cuando “cambias un entorno, se transforma alrededor”. Los vecinos de la Nueva Esperanza esperan que esos cambios no los perjudiquen
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Escrito por Manuel Ayala
Colaborador