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Sobre ideología y ciencia en el pensamiento
Hay una línea muy delgada entre las ideas abstractas y el uso ideológico que puede dársele. Uno de los problemas que genera este tipo de pensamiento lo dio Aristóteles desde los primeros años de la filosofía clásica.
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Hay que insistir, porque es fundamental, que las ideas abstractas son poco certeras y, por tanto, poco científIdeologíaicas. Hay una línea muy delgada entre las ideas abstractas y el uso ideológico que puede dársele. Uno de los problemas que genera este tipo de pensamiento lo dio Aristóteles desde los primeros años de la filosofía clásica, cuando afirmó que su generalidad no dice nada de los fenómenos particulares. Expresa verdades que, por ser universales, son poco exactas. Por ello es necesario estudiar los fenómenos considerando todo lo que los determina. Hegel, el gran filósofo alemán, vio indispensable este tipo de estudio para construir el pensamiento científico.

En la historia de las ideas es común la utilización de pensamientos universales con apariencia de verdad, como muchas de las falacias que existen para hacer pasar como verdaderos los razonamientos falsos. Por ello, es frecuente el uso de ideas abstractas que están al servicio de intereses particulares.

Dos ejemplos pueden clarificar esto; uno es antiguo y el otro reciente. En los primeros capítulos de Los miserables, la novela de Víctor Hugo, se describe una escena peculiar: Un obispo visita a un viejo rebelde de la Revolución Francesa condenado por el pueblo a una vida en soledad en pago a su atrevimiento por intentar cambiar la vida de los franceses. El prelado intenta hacerlo recapacitar sobre su desvío de los valores morales elevados que recibió antes, con el argumento de que nadie debe desear la muerte del prójimo y el bien genérico de los seres humanos.

Pero el revolucionario no acepta las abstracciones del obispo y en respuesta pregunta: ¿Qué vidas son las que debemos salvar? ¿Por cuáles debemos luchar? ¿Cuáles son los reproches al intento de cambiar la sociedad? Se habla de la sed de sangre en las personas que resienten las malas condiciones, a las que han sido obligados a vivir; pero no se menciona nada de lo que ha ocasionado esa ira. Está bien luchar por las vidas que sufren; pero, en la vida real, hay que tomar partido y, siendo así, procurar el mejoramiento de la vida de los pobres quienes son los que llevan más tiempo sufriendo.

El ejemplo reciente se halla en las manifestaciones en Cuba, que los medios de comunicación internacionales han presentado como un grito de protesta del pueblo cubano por su liberación. Dejando de lado la comprobada falsificación de las notas en contra del régimen revolucionario, destaca el uso tendencioso de las ideas abstractas libertad y emancipación. El pueblo cubano puede querer liberarse, ¿de qué?; puede estar inconforme, ¿con quién?

Todo esto se pasa por alto para introducir la idea de que el reclamo es contra la Revolución Cubana, como si la población estuviera deseosa de emanciparse de un yugo que ya no soporta y con ansias de volver a un pasado que considera mejor. Personas de este tipo seguramente las hay, sobre todo las que no conocen bien la historia de su pueblo o que no la aceptan por intereses personales; pero los cubanos que no olvidan su historia reconocen que, antes de la Revolución, la Habana no era un paraíso, salvo para los estadounidenses que hacían de la pequeña isla su lugar de recreo.

Por ello es importante investigar científicamente el problema de la falta de recursos en Cuba. Es decir, estudiar cuál es el verdadero origen de la desgracia de su pueblo, así como conocer y denunciar cuáles son los intereses ocultos detrás de la campaña que los medios de comunicación imperialistas realizan contra la Revolución Cubana. No hacerlo implica contribuir a tal campaña internacional de desinformación.


Escrito por Alan Luna

Columnista de cultura


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