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Hablar del gobernador hidalguense, Omar Fayad Meneses, es hablar de un mal gobierno, una administración que ha priorizado, como en el morenismo federal, obras de "supuesto impacto o relumbrón" y ha dejado en el abandono y marginación a millones de hidalguenses que cada vez están más sumergidos en la pobreza y miseria, siendo uno de los estados del país donde su población tiene más carencias y el sufrimiento de los campesinos se les ve en el rostro.
Pero también hablar del gobernador priísta es hablar de atrocidades, violaciones a los derechos humanos e incluso asesinatos que se han cometido en el estado; el caso más reciente sucedió el 1º de junio cuando policías abatieron a un campesino que participaba en una protesta que realizaron vecinos de la comunidad de Xuchitlán, del municipio de San Salvador, ellos habían salido a la calle para exigir al gobierno mantenimiento en la obra pública de la localidad. Tras la agresión, de inmediato, en la red social twitter se colocó el hashtag @OmarFayadAsesino para denunciarlo y exigir pronta justicia.
Más atrás, la tarde-noche del 18 de enero de 2019, aún se recuerda el trágico accidente al explotar un ducto de Pemex en Tlahuelilpan, donde el número de muertos rebasó las 100 personas y hubo, también, decenas de heridos que hasta hoy los hidalguenses no olvidan y siguen llorando a sus muertos; sobre todo exigen justicia y castigo porque la autoridad no actuó a tiempo para evitar la tragedia; incluso, ese hecho se ha caracterizado como la mayor tragedia por robo de combustible en la historia del país, todo bajo el gobierno del priista Omar Fayad.
Hidalgo tiene una población de al menos 3 millones, 121 mil 355 habitantes, el grado de rezago social, según el Coneval, es alto: un millón, 162 mil 11 habitantes son vulnerables por carencias y sólo 403 mil 480 no son pobres ni vulnerables; en lo que se le ha llamado "pobreza moderada", hay un millón, 129 mil 630 hidalguenses y, en pobreza extrema, 181 mil 473 personas; estos últimos, se entiende, no tienen lo mínimo para poder comer. En rezago educativo hay 523 mil 408 personas (17.5%); no tienen acceso a los servicios públicos 431 mil 584 hidalguenses (14,4%), y dos millones, 117 mil 528 (70.8% de la población) no pueden accesar a la llamada seguridad social; en calidad, espacios y servicios básicos en vivienda se encuentra al menos un millón, 58 mil 157 personas (35.4%) y no tienen acceso a la educación 679 mil 777 hidalguenses (22.7%).
En éste último aspecto, recientemente hemos visto cómo la deserción escolar se está agravando por la insensibilidad y soberbia del gobernador Omar Fayad. De acuerdo a los datos del director del Instituto Hidalguense para la Educación de los Adultos (IHEA), Víctor Bautista Ramírez, en Hidalgo existen 650 mil personas en rezago educativo, de los cuales 160 mil son analfabetas, quienes en su mayoría son adultos mayores concentrados en comunidades alejadas de la Sierra y la Huasteca y que hablan alguna lengua indígena.
Otros indicadores que el Inegi publica nos dicen que hasta 2020, en Hidalgo el grado promedio de escolaridad de la población de 15 años y más es de 9.4% equivalente a tener la educación secundaria concluida. Siete de cada 100 personas de 15 años y más, no saben leer ni escribir y los mayores porcentajes se encuentran entre las personas de 75 años y más con 38.4%; entre 60 a 74 años, el 19.5% y entre 45 a 59, el 6.8%. En la entidad, el 36% de la población padece rezago educativo, cifra que supera al promedio nacional de 33.3%, según la encuesta Nacional de Hogares (ENH); hay que destacar que el 39% de la población escolar a nivel secundaria está inscrito en el sistema comunitario y de telesecundarias, lo que significa que un número aproximado de 62 mil 564 estudiantes reciben una educación de calidad dudosa, debido no sólo a las precarias condiciones de infraestructura educativa en que los docentes desempeñan sus tareas, sino también a que muchos de los "profesores" sólo son estudiantes avanzados de bachillerato.
En Hidalgo hay dos casos que ejemplifican el abandono educativo, los tele-bachilleratos de San Ambrosio y San Gregorio que a pesar de que llevan ya entre cuatro y cinco años funcionando y han egresado dos o tres generaciones de bachilleres, no cuentan con edificio propio y funcionan en instalaciones prestadas e inadecuadas. En el primer caso, padres de familia y la comunidad plantearon a la administración municipal anterior, se les brindara apoyo para la compra de un terreno propio donde construir el edificio escolar, sin obtener, a la fecha, ninguna respuesta favorable; en el segundo caso, pese a que la comunidad –haciendo un gran esfuerzo– ya adquirió un predio, la construcción de las instalaciones sigue esperando pese a que ambas demandas están contenidas en el pliego petitorio entregado en tiempo y forma a la actual administración estatal encabezada por Omar Fayad Meneses y que hasta ahora se ha negado a resolver.
En Hidalgo el derecho a la educación gratuita, laica y obligatoria, consagrado en el artículo tercero constitucional, no se respeta y se atropella; los esfuerzos del gobernador Omar Fayad Meneses para hacer real la educación de calidad de que tanto se habla, sigue siendo un enigma y se encuentra muy lejos de ser una realidad en los hijos de las familias hidalguenses.
Eso sí, comenzamos a presenciar un gobernador que se le ve preocupado porque las fuerzas políticas para dejar a su sucesor en el 2022 no le favorecen; y quien también no está de acuerdo con él, es toda la población, que en lugar de ver avances en el combate a la pobreza, atención a la educación o salud, se ha visto represión, indiferencia y muchísimas injusticias que se han cometido contra los hidalguenses.
Por ejemplo, en le entidad –donde nunca ha sido gobierno otro partido que no sea el PRI– Morena y alianza se impusieron en 14 de las 18 diputaciones de mayoría. El tricolor, sin sus aliaos, fue incapaz de ganar un solo distrito electoral.
La popularidad del gobernador priísta Omar Fayad no ha sido nada buena; en medición, realizada en enero de este año, de la encuestadora Mitofsky, se calcula que apenas el 50.2% de los hidalguenses aprueba la gestión estatal, lo que ha puesto en alarma y alerta al priismo en la entidad y al propio gobernador, parece que ya no tan amigo de Andrés Manuel López Obrador.
El 2022 está cerca y Omar Fayad no garantiza que el priismo vaya a continuar, así que no tendrá muchas opciones y hay altísimas posibilidades de que Morena arribe al poder en Hidalgo y Omar Fayad quedará convertido en un político ineficaz e incapaz de haber gobernado bien; en un político que vendió al priismo y hundió más al estado en la miseria, pobreza y marginación.
Por el momento, querido lector, es todo.
Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).