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El narrador de este documental comienza señalando que la historia de los juicios está grabada en discos que llevan décadas guardados. Cuando escuchó su contenido, el narrador dice “se me puso la piel de gallina”. Las imágenes sobre estos juicios son muy elocuentes; aparecen los integrantes de un jurado internacional, quien juzgará a los criminales nazis. También aparecen los fiscales generales para este caso y la defensa. Después de la presentación del jurado, aparecen los procesados: Rudolph Keitel, Julius Streicher, Karl Dönitz, etc..
El juicio –se señala– duró diez meses, lapso en el que salieron a la luz los detalles de las monstruosidades realizadas por los miembros de la élite nazi. En este juicio se intentó demostrar los peores y abominables crímenes de guerra. Todo el proceso se grabó en más de dos mil discos de audio, que posteriormente fueron digitalizados; en esas grabaciones aparecen testimonios sobre hechos tan terribles que nunca se habrían conocido si no se hubieran declarado por los protagonistas del juicio, tanto acusadores como acusados.
El documental exhibe la forma en que los principales jerarcas nazis sobrevivientes se presentaron ante los vencedores para rendirse incondicionalmente. Surge en esos momentos la cuestión: ¿qué hacer con los responsables de tantas muertes y tanto dolor sufrido por cientos de millones de seres humanos? Pero la cuestión no era tan simple, pues se desconocían muchos sucesos ocultos por esa genocida y bestial élite.
Llama la atención que, desde el inicio de los juicios de Nuremberg, la mayor parte de la población europea (no sólo soviética, sino también de Europa Occidental) estaba de acuerdo con la ejecución sumaria, pues la inmensa mayoría del género humano no dudaba de la culpabilidad y la gravedad de las acciones de los nazis; pero la parte norteamericana proponía una “solución jurídica”. Los medios occidentales de información daban a conocer en aquellos momentos que Hitler se había suicidado, lo mismo que otro carnicero implacable, el jefe de las temibles SS, Himmler y también el jefe de la propaganda nazi, quien instrumentó y aplicó el desarrollo del fanatismo brutal antisemita y la propagación de las ideas de la supuesta superioridad de la raza aria: Joseph Goebbels.
No todos los jefes nazis se habían atrevido a quitarse la vida. Ahí estaban Karl Donitz y Albert Speer, ministro de economía y producción; o Wilhelm Keitel, jefe de las fuerzas armadas nazis; estaban Julius Streicher Y Rudolph Hess, quien tristemente fue el taquígrafo que redactó Mein Kampf (Mi Lucha), el evangelio del nazi fascismo germano. Y sobre todo estaba vivo el segundo de Hitler en importancia jerárquica dentro del partido nazi y dentro del Estado alemán: Hermann Göring, considerado el mayor criminal nazi vivo en esos momentos. La ciudad de Nuremberg fue escogida para realizar los juicios al ser considerada la cuna del nazismo. Los fiscales británicos y estadounidenses asumieron el papel de líderes fiscales de los juicios, pero… ¿lo merecían?
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA