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La participación de Evo Morales en las elecciones presidenciales de 2019 se ha convertido el centro del debate público en Bolivia. Después de tres periodos en el gobierno (2006-2010, 2010-2014, 2014-2019), Evo pretende contender nuevamente en las elecciones que se celebrarán en octubre de 2019.
A mediados del actual mandato presidencial, el Movimiento Al Socialismo (MAS) comenzó a preparar la ruta política de la siguiente contienda electoral; se trataba de postular una vez más a Evo como candidato a la presidencia, pues, además de que sus administraciones son calificadas positivamente por la mayoría de los bolivianos, no existe en todo el espectro político una figura con un liderazgo similar. Había, sin embargo, un impedimento. Y es que, en la Constitución promulgada en 2009, el artículo 168 marca que solo es posible reelegirse en los cargos públicos una vez, por lo que Evo estaría jurídicamente impedido para concursar nuevamente a la presidencia. De cara al siguiente proceso electoral, el MAS se planteó reformar tal artículo.
El 21 de febrero de 2016, se realizó el referéndum. A la pregunta: “¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?”, el 51% de los votantes (2,682,517) respondió que No, mientras que el 49% (2,546,135) respondió Sí. De esa manera, en las urnas, la mayoría de los bolivianos prefirió cancelar la posibilidad de que Evo volviera al Palacio Quemado en 2019.
Ante la inesperada derrota del referéndum, se volvió necesaria otra ruta. El siguiente paso del MAS fue apelar al Tribunal Constitucional argumentando que el límite de dos periodos presidenciales constituía una violación a los derechos humanos del gobernante. El Tribunal falló positivamente en noviembre de 2017, lo que dejó abierto el camino para que Evo participara en las siguientes elecciones.
El último episodio de este proceso ocurrió el pasado 4 de diciembre, cuando el Tribunal Supremo Electoral habilitó a las nueve fórmulas registradas, incluida la de Evo, para contender en las elecciones primarias de enero de 2019, de donde saldrán las fórmulas que se presentarán a la elección presidencial de octubre. Inmediatamente, la oposición elevó su protesta diciendo que, con esa acción, el Tribunal Supremo Electoral desconocía el resultado del referéndum constitucional de 2016.
Más allá de las controversias jurídicas, las elecciones de 2019 vuelven a poner de relieve uno de los principales problemas de la izquierda boliviana: la falta de cuadros preparados para dirigir el proceso. Este problema salta a la vista cuando se analiza por qué Evo tiene ya tres periodos como presidente; pero, además, una de las explicaciones de la derrota de Evo en el referéndum de 2016, es precisamente el hecho de que tenga ya 12 años en poder. La falta de alternancia es uno de los elementos que más beneficios le reporta al discurso de la oposición.
Si llevan a cabo una buena campaña, es altamente probable que la fórmula Evo Morales-Álvaro García Linera, vuelva a triunfar en las elecciones de octubre, pues cuenta con una gran fuerza política y la oposición se encuentra desarticulada. Sin embargo, a pesar del innegable éxito que han tenido los gobiernos de Evo, pueden ocurrir algunas sorpresas, como pasó con el referéndum de 2016. Con todo, lo verdaderamente preocupante no es la elección de 2019. El verdadero reto de Evo y la izquierda boliviana no es triunfar en octubre, sino preparar a los cuadros que sustituirán a Evo cuando termine su cuarto mandato. Es algo imperativo.
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Escrito por Ehécatl Lázaro
Columnista de politica nacional