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Ésa es la actitud de los morenistas. El absolutismo se respira en la República Mexicana. Por poner algunos ejemplos: si los especialistas en el área de ingresos, como Arturo Herrera, para salvar las finanzas públicas de un país que está resquebrajándose a causa de las malas decisiones del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), proponen volver a cobrar las tenencias para acceder a 120 mil millones de pesos más, es el propio Presidente quien se encarga de desmentirlos; si al Presidente le dicen que invertir en la refinería Dos Bocas es un gasto inútil, incosteable y que no traerá utilidades al país, como lo asentó el mismo Arturo Herrera, es AMLO el que nuevamente se encarga de contradecirlo sin pruebas ni argumentos; si las calificadoras internacionales dicen que México va mal y bajan la calificación crediticia a la deuda de Pemex, el Presidente descalifica a las calificadoras de prestigio; si el Banco de México, el Banco Mundial o la Secretaría de Hacienda se atreven a criticar a México con base en datos contundentes, con aires de grandeza e ironía AMLO asegura en su conferencia: “yo tengo otros datos”, aunque no los tenga; y cuando en las “mañaneras” le preguntan sobre temas que le resultan difíciles, mueve su famoso “dedito” para, acto seguido, hablar de una serie de cosas que no tienen qué ver con la pregunta, evitando abordar los problemas fundamentales. La arrogancia presidencial flota en el ambiente, pues el jefe del Ejecutivo promete hacer una cosa y luego hace otra: entre los 100 puntos de su programa de gobierno prometió que no se cancelarían las estancias infantiles, y fue justamente lo primero que hizo; dijo que regresaría al ejército a sus cuarteles y respetaría el mando civil de la Guardia Nacional, pero el ejército sigue en las calles y ya anunció un mando militar para la Guardia Nacional, ignorando a la Cámara de Diputados y de Senadores y a la sociedad civil. Hemos visto también la forma “elegante” que tiene para burlarse de los senadores, pues volvió a enviar, casi idénticas, las mismas ternas que habían sido rechazadas ya por no contar con las cualidades técnicas para integrar la Comisión Reguladora de Energía (CRE); como era de esperarse, el Senado las rechazó; ahora AMLO impondrá a los comisionados que él quiera, aunque no estén capacitados para el cargo. Aunque para la renovación de la CRE se cubrieron las formas legales, se ignoró la voluntad del Senado y se cumplió el capricho del Presidente. En otras palabras, si Morena, es decir AMLO, no gana, arrebata.
Esta misma actitud permea en el morenismo y los ejemplos, la mayoría caprichosos, están a la vista. El primero de ellos se dejó ver en Puebla a finales del año pasado cuando se renovó la gubernatura estatal y la candidata panista Érika Alonso triunfó con todas las de la ley (incluso se abrieron todas las casillas, lo que nunca había sucedido). Sin embargo, una vez que la gobernadora ya en funciones perdió la vida en el trágico accidente en el que también fallecieron su esposo, el senador Moreno Valle, y tres personas más, y el Congreso estatal convocó a elegir a un nuevo gobernador constitucional, Morena volvió a postular a quien había sido contrincante de la señora Alonso —es decir, a Miguel Barbosa— en contradicción con todo principio ético o simple sensatez moral, a fin de respetar la memoria de la persona que le había ganado en buena lid en 2018. Pero al partido del Presidente solo le interesó aplicar su regla política: si no gana, arrebata.
Otro ejemplo reciente de esta conducta se dio en Ecatepec de Morelos, cuyo presidente municipal es el morenista Fernando Vilchis. Este funcionario es responsable, por acción u omisión, de todo cuanto haga su administración pública, incluido el Consejo Municipal Electoral (CME). Es decir, Fernando Vilchis tiene responsabilidad en los acontecimientos ocurridos en Laguna de Chiconaulta, una de las zonas más pobres y populosas de Ecatepec, en la que el Movimiento Antorchista tiene presencia importante. Como es obligación legal, salió una convocatoria para elegir nuevas autoridades municipales. Previamente se publicaron los requisitos para la elección y en Laguna de Chiconautla se registraron cuatro planillas. Una de esas planillas fue encabezada por la mamá de una exregidora antorchista, después perredista y ahora pintada de Morena, Susana García Esparza, cuyo representante de planilla fue su hermano Diego García Esparza. Desde que abandonó las filas de Antorcha, Susana García no solo traicionó a los pobres organizados en nuestro Movimiento, sino que se volvió enemiga rabiosa de la organización que por primera vez la hiciera regidora y a cuyos militantes ataca sin fundamento, con el hígado y en todos foros que encuentra.
Como fruto de esa rabia y falta de principios, Susana y su familia se pasaron al lado de Morena y registraron la planilla Uno, que utilizó frases como “Vota por ya sabes quién” o “Me canso ganso”, en clara alusión a Morena. Pues bien, una vez registrados los representantes de casilla y determinadas con precisión las direcciones de cada una de éstas, el domingo de la elección, para sorpresa de la planilla Tres, integrada con candidatos del Movimiento Antorchista, su casilla no estaba en el lugar indicado, porque había sido cambiada de lugar, a diferencia de las planillas Uno, Dos y Cuatro, que sí se encontraban en los sitios prefijados. Pero los antorchistas se pusieron a buscar su casilla hasta encontrarla donde el CME la había querido ocultar. Pese a esta maniobra, los resultados electorales fueron los siguientes: planilla Uno (la de Susana), 265 votos; planilla Dos, 149 votos; planilla Tres, 556; planilla Cuatro, 88 votos. El resultado electoral fue contundente y, ni juntas, las planillas Uno, Dos y Cuatro pudieron ganar a la Tres, antorchista. Perdió Susana, perdió Morena. Pero entonces vino la reacción autoritaria: Susana recurrió al uso de la fuerza: con lujo de violencia y al frente de un grupo de hombres fuertemente armados, se apoderó de las urnas frente a las narices de la policía municipal y apoyada por la complicidad de los funcionarios de casilla, quienes se negaron a firmar el acta que daba el triunfo a la planilla Tres. Susana y Morena no saben perder: si no ganan, arrebatan.
Se autonombraron la esperanza de México y proclamaron su vocación democrática, pero ahora son los primeros en violentar los principios democráticos de México y, con sus malas mañas, pretenden conservar el poder. Sin embargo, el pueblo de México pronto se dará cuenta del error que cometió al votar por Morena y tendrá que ver también que solamente le queda una alternativa y ésa es el Movimiento Antorchista. El verdadero momento del pueblo se acerca; es decir, se acerca el momento del Movimiento Antorchista: ¡Pueblo de México, llegó la hora de unirse con Antorcha!
Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.