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En su gira por el estado de Michoacán, el pasado fin de semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que los apoyos de los programas sociales de la Federación “ya no llegarán con moches ni piquetes de ojo”, ni a través de intermediarios tales como “la Antorcha mundial”, sino de manera directa mediante un censo personalizado desde la Tesorería de la Federación”, (ver nota de la Voz de Michoacán en su edición del sábado seis de abril, página 6-A).
El Presidente de la República ha repetido casi exactamente, sin ninguna variación sustancial, estas mismas palabras durante los últimos seis meses en no menos de 60 ocasiones. A estas alturas queda perfectamente claro que no existe en el país ninguna otra organización política que haya sido más insultada y combatida que el Movimiento Antorchista Nacional. Lo más curioso y llamativo de la cuestión es que no se trata de ninguna organización “fifíˮ, de esas supuestas o reales enemigas del pueblo que el Presidente dice combatir, sino precisamente una organización que agrupa demostradamente a millones de miembros del “pueblo sabio” que tanto dice admirar el señor Presidente. Uno de sus blancos predilectos es una organización del pueblo. Ésa es la verdad.
Todas las veces que sea necesario repetiremos que el Movimiento Antorchista se llama agraviado y calumniado por el Presidente de la República; que se le ataca con falsedades sin haber presentado jamás una sola prueba de los dichos (…) y debería tener miles de ellas, puesto que es el hombre más bien informado del país. Antorcha, nunca jamás, en ninguna parte del país ha sido intermediario de ninguno, absolutamente de ninguno de los programas de transferencia monetaria como los que ahora se anuncian. Todo el mundo sabe que el programa Prospera lo entregaban personalmente funcionarios del gobierno, quienes lista en mano exigían identificación y hacían entrega personalizada a los interesados. Antorcha jamás ha sido intermediaria y, por tanto, jamás se ha quedado con moches. Muchos analistas están de acuerdo en que la palabra del Presidente se torna cada vez más imprecisa y trivial, cada vez se generaliza más la idea de que en sus discursos abundan las ocurrencias e improvisaciones. ¿Qué se pretende, pues, al reiterar la calumnia e ignorar nuestras aclaraciones y protestas?
Se pretende castigar al Movimiento Antorchista Nacional, es decir, reprimir administrativamente (por lo pronto) a dos millones de mexicanos (por lo menos) a quienes, con el inventado pretexto de los intermediarios y los moches, se les niegan ya obras básicas de infraestructura indispensables en sus pueblos y colonias. No agua potable, no drenaje, no electrificaciones, no aulas ni clínicas con el argumento del intermediarismo y los moches. Pero, reiteramos, tampoco aquí ha habido ni intermediarismo ni moches, Antorcha tiene 45 años de pelear obras para el pueblo más necesitado, ha conquistado luchando más de cien mil obras que han cambiado la vida de miles de comunidades y jamás, en ninguna parte, se le ha entregado a la organización el recurso para ejecutar las obras, siempre lo ha ejercido la autoridad competente y ella ha tenido que responder cuando se le ha reclamado. Por tanto, con la razón de la necesidad extrema de miles de comunidades afectadas y con la razón de que jamás hemos tocado un solo centavo de los mexicanos, seguiremos insistiendo, seguiremos reclamando a la Secretaría de Gobernación que cumpla las promesas de atender las demandas de los pobres de México. Que se cumplan las promesas de campaña: “Primero los pobres”.
La gente más necesitada no puede ser dejada en el abandono. México no crece lo necesario. Las noticias no son nada alentadoras. El importante Grupo Financiero BBVA Bancomer cambió su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana a 1.4 por ciento para 2019 de la estimación inicial de dos por ciento y, por su parte, el Fondo Monetario Internacional redujo sus perspectivas de crecimiento para la economía mexicana en este año, de 2.1 por ciento, estimado en enero, a 1.6 por ciento. O sea, éstos y otros organismos calculan que México crecerá entre 1.4 y 1.6 por ciento, no más, eso se llama, aquí y en China, una economía estancada. Pero no es todo. Debemos estar plenemanente conscientes de que el crecimiento en sí mismo no significa desarrollo, no significa que la riqueza producida, en este caso a un máximo del 1.6 por ciento vaya a ser repartida justamente. No hay indicios de ello.
Los programas estrella de esta administración son programas de transferencias monetarias, es decir son programas mediante los cuales, con una tarjetita y a través de un intermediario (ahora sí), que esta vez será un banco, se le entrega dinero a la gente. Son modalidades de los viejos programas que se llamaban Oportunidades, Progresa y Prospera, que costaron tanto dinero al país, mientras la pobreza seguía creciendo. ¿Dónde están? ¿Quiénes son? ¿A qué se dedican todos los que gracias a estos programas de combate a la pobreza ya salieron de ella y tienen una vida digna y próspera? Nadie los ha visto, ningún periódico ni canal de televisión los ha entrevistado nunca ni se sabe dónde viven. Los programas de transferencia monetaria han sido ya un fracaso nacional, ahora se repiten con bombo y platillo.
La gasolina magna está 12 por ciento más cara que el año pasado, el gas LP ocho por ciento más caro y el gas natural 13.81 por ciento más caro. Y los apoyos, los programas estrella no fluyen como se esperaba. El diario La Jornada, del lunes ocho de abril, informa lo siguiente: “El diseño de Jóvenes Construyendo el Futuro, uno de los principales programas sociales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es un muro burocrático para un sector de potenciales becarios, la pequeña empresa y maestros de oficios tradicionales… Esta situación, advirtieron personas interesadas en participar se contrapone al espíritu de dar opciones productivas a 2.3 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan”. Y, el diario cita a una mujer que tuvo grandes complicaciones para registrarse como empleadora de becarios y consigna la siguiente declaración de la pequeña empresaria: “Si a mí me pasó todo esto, me pregunto qué va a ocurrir con el conocimiento y la disponibilidad de enseñar del magnífico sastre de la esquina, del ebanista o del plomero. El sistema resultó ineficiente, solo es útil para subsidiarle empleados a Liverpool y Chedraui, lamentó”.
O sea, se están presentando innumerables problemas para tener acceso a los programas anunciados y los beneficiarios van a ser, otra vez, las minorías ya privilegiadas; ello, sin tomar todavía en cuenta qué es lo que va a pasar con el gasto de los multicitados apoyos. El diario La Voz de Michoacán, con motivo de la gira del Presidente de la República por esta entidad, dio cuenta de la existencia de fotografías en redes sociales en las que jóvenes recientemente beneficiados con un programa de regalo de dinero presumían estar comprando bebidas alcohólicas, entradas para eventos de diversión y abonos para la compra de motocicletas. En un ambiente dominado por la propaganda consumista que enaltece el hedonismo, a nadie debería extrañar que una buena parte de los apoyos, que con tanto sacrificio pagan los mexicanos más pobres con sus impuestos, no se usen para ayudar a los abrumados padres ni para fomento a la educación, sino que vayan a parar a este tipo de gastos.
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".