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Las elecciones de este 2021 son un buen termómetro para los políticos o partidos tradicionales y también para los 126 millones de mexicanos, de lo que han querido ser sin lograrlo, Morena, la “Cuarta Transformaciónˮ (4T) y desde luego, el propio presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO); un termómetro que refleja a un gobierno que se ha desgastado muy rápido y que no ha sabido gobernar; por el contrario, ha sumergido a México, en menos de tres años de gobierno, en cuatro crisis: sanitaria con el Covid-19; de seguridad, con el incremento de la violencia y asesinatos; la crisis política y, por último, la económica que ha dejado más pobreza y miseria para todos los mexicanos.
Desde 2018, cuando el Gobierno Federal cambió su ropaje a color guinda, el futuro de los mexicanos no parecía muy promisorio. Por el contrario, se sabía que México necesitaba no solo un nuevo partido en el poder o un Presidente que se asumiera como “el salvador” o “muy conocedor” de la situación del país, eso no era suficiente; también se sabía no era necesario que México probara una alternancia política con discurso, en apariencia, diferente, y no era así porque ya se había dado un “cambio” en el año 2000, cuando el PRI fue expulsado de Los Pinos y gobernó el hombre de “las tepocatas”, representando al Partido Acción Nacional.
Morena ha reprobado El “test” del domingo pasado, aunque siga teniendo poder político y AMLO mantenga, por el momento, algo de su popularidad; y lo reprueba porque la fuerza lopezobradorista ya no es la misma, su discurso está muy desgastado y mucho más alejado de los hechos que a todas luces exigen “justicia social”. La victoria lopezobradorista de 2018 y lo que sucedió este domingo, van a tener que abonar a lo que venga en 2024.
Morena y AMLO, dicen algunos analistas, solo necesitó tres años para que la población los sancionara y se mostrara inconforme; situación que si se le compara con el PRI, que duró 90 años en el poder, nos proporciona un ejemplo de la calidad del partido actual en el poder y de los cuadros políticos que ha formado; de hecho, la inmensa mayoría de los dirigentes y representantes de gobierno de Morena se formaron en el Revolucionario Institucional o en otros partidos.
Hoy, a tres años de compartir poder con otro membrete, en la conducta de esos políticos se ha descubierto más corrupción que en los anteriores; otros, ya se han mostrado contrarios a la forma de gobernar de Morena; muchos de ellos, incluso, han renunciado al poder que les ofreció Morena; otros tantos son de sus más decididos críticos, principalmente en la arista de que AMLO quiere mantener el poder absoluto, un poder que, piensa, es de él y debe ejercerlo como su “entendimiento” le diga; para eso no necesita opiniones, no necesita de un “partido” que le ayude a cumplir lo que prometió en campaña y que ha seguido prometiendo durante los tres años de gobierno que lleva.
El domingo seis de junio no se mostró toda la inconformidad de la población; desgraciadamente, aún hay mexicanos que siguen creyendo en el discurso manipulador de AMLO de que “primero son los pobres” aunque el número de muertos por Covid-19 sea ya muy cercano al medio millón de mexicanos; aunque la violencia y la inseguridad hayan costado la vida a familias completas y aunque la pobreza y miseria se hayan apoderado de los hogares mexicanos. La inconformidad y el enojo de los mexicanos en este seis de junio solo asomaron la cabeza; el golpe político “mortal” para el inquilino de Palacio Nacional apenas se empezó a fraguar, porque el pueblo siempre cobra factura y AMLO ya está muy endeudado con México.
Morena, la 4T y AMLO se esfuman como opción política de los mexicanos; Obrador sigue hablando de reivindicar a un pueblo victimizado por el pasado, por una “supuesta élite mezquina y poderosa que traicionó al pueblo”; pero hoy Morena ya está en esa élite y también traiciona al pueblo que dice representar. Hoy el discurso de AMLO está más alejado de la realidad y ya es tiempo de que los 126 millones de mexicanos reaccionen; sin embargo, ahora tendrán tres años más para hacerlo, porque las cosas en México van a seguir peor que cuando “estaban peor”. El tiempo lo dirá; el tiempo lo sancionará. Por el momento, querido lector, es todo.
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).