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María Elena Walsh en el Reino del Revés (I de II)
"La vaca de Humahuaca" es quizás una de sus reacciones poético-musicales más conocidas; con un mensaje que nos llama a rechazar todo prejuicio en torno a la edad y condición para aprender.
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Sería difícil encontrar hoy algún adulto que al oír aquello de “La mona Jacinta/ se ha puesto una cinta…” no sonría y recuerde sus años felices en la escuela primaria. La autora de éste, y de muchos más poemas/canción dedicados a los niños de su país y el mundo, es la poetisa, cantautora y dramaturga argentina María Elena Walsh (1930-2011).

Creadora de un universo asombroso de personajes fantásticos para delicia de la infancia, cada una de sus creaciones tiene un mensaje educativo, de reflexión para niños y adultos. A los 17 años, con la publicación de su primer libro, despertó la admiración del poeta Juan Ramón Jiménez, quien la invitó a instalarse una temporada en Estados Unidos; Pablo Neruda también fue uno de sus lectores entusiastas. Es autora de la bellísima canción Como la cigarra. Por su influencia en toda una generación, a menudo se le menciona junto al mexicano Francisco Gabilondo Soler Cri-crí y la cubana Teresita Fernández. La vaca de Humahuaca es quizás una de sus reacciones poético-musicales más conocidas; con un mensaje poderoso, nos llama a rechazar todo prejuicio en torno a la edad y condición para aprender e invita a los niños a esforzarse y a seguir el ejemplo de quienes, pese a sus limitantes, se esmeran por ser mejores cada día.

 

Había una vez una vaca

en la Quebrada de Humahuaca.

Como era muy vieja, muy vieja,

estaba sorda de una oreja.

Y a pesar de que ya era abuela

un día quiso ir a la escuela.

Se puso unos zapatos rojos,

guantes de tul y un par de anteojos.

La vio la maestra asustada

y dijo: –Estás equivocada.

Y la vaca le respondió:

¿Por qué no puedo estudiar yo?

La vaca, vestida de blanco,

se acomodó en el primer banco.

Los chicos tirábamos tiza

y nos moríamos de risa.

La gente se fue muy curiosa

a ver a la vaca estudiosa.

La gente llegaba en camiones,

en bicicletas y en aviones.

Y como el bochinche aumentaba

en la escuela nadie estudiaba.

La vaca, de pie en un rincón,

rumiaba sola la lección.

Un día toditos los chicos

se convirtieron en borricos.

Y en ese lugar de Humahuaca

la única sabia fue la vaca.

 

En El Reino del Revés rompe con el paradigma de que los niños carecen de capacidad reflexiva y crítica para cuestionar lo que les rodea; a través de una distopía, describe una sociedad en la que priva el absurdo y, por lo tanto, la injusticia: “que un ladrón es vigilante y otro es juez/ y que dos y dos son tres”, mientras el estribillo invita a observar un mundo así y a sacar sus propias conclusiones.

 

Me dijeron que en el Reino del Revés

nada el pájaro y vuela el pez.

Que los gatos no hacen miau y dicen yes

porque estudian mucho inglés.

Vamos a ver como es

El Reino del Revés…

Me dijeron que en el Reino del Revés

nadie baila con los pies,

que un ladrón es vigilante y otro es juez

y que dos y dos son tres.

Vamos a ver como es

El Reino del Revés…

Me dijeron que en el Reino del Revés

cabe un oso en una nuez;

que usan barbas y bigotes los bebés

y que un año dura un mes.

Vamos a ver como es

El Reino del Revés…

Me dijeron que en el Reino del Revés

hay un perro pekinés

que se cae para arriba y una vez

no pudo bajar después.

Vamos a ver como es

El Reino del Revés…

Me dijeron que en el Reino del Revés

un señor llamado Andrés

tiene mil 530 chimpancés

que si miras no los ves.

Vamos a ver como es

El Reino del Revés.

Me dijeron que en el Reino del Revés

una araña y un ciempies

van montados al palacio del Marqués

en caballos de ajedrez.

Vamos a ver como es

El Reino del Revés…


Escrito por Tania Zapata Ortega

Correctora de estilo y editora.


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