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La directora y guionista estadounidense Sofía Carmina Coppola es la tercera mujer nominada para el premio Óscar por la Mejor Dirección Cinematográfica. En 2006 realizó el biopic que trata sobre la vida de María Antonieta, la reina de Francia en el periodo más turbulento de la Revolución Francesa. Sin duda alguna, esta cinta tiene una ambientación muy esmerada, pues fue filmada en los aposentos de los reyes de Francia del Palacio de Versalles; además, el vestuario, peinados y los mensajes de las fiestas y banquetes muestran la sofisticación y el parasitismo al que habían llegado la clase feudal y el clero franceses poco antes del estallido de la revolución burguesa más importante en la historia de Europa. La cinta da una idea puntual de la forma de vida que llevaron los monarcas y la corte francesa.
En María Antonieta (Kirsten Dunst), Sofía Coppola muestra la vida de una mujer que se desenvuelve en un ambiente adverso, pues la reina consorte –cuyo matrimonio con Luis XVI (Jason Schwartzman)– fue arreglado por la emperatriz de Austria, María Teresa (Marianne Faithfull) y el rey francés Luis XV (Rip Torn) para acabar con la rivalidad de las dos potencias europeas de esa época, y establecer una alianza que las beneficiara. Desde que llegó a París a los 14 años sufrió el desprecio de su propio marido, quien durante mucho tiempo mantuvo una relación fría y distante con ella, evitando incluso las relaciones sexuales. También sufrió el desprecio de la aristocracia francesa, que murmuraba a sus espaldas y le puso motes ofensivos como Perra austriaca o simplemente La Austriaca.
Pero la adolescente María Antonieta maduró y pronto hizo sentir su poder sobre la corte y se convirtió en una reina consorte que dilapidaba los recursos del Estado en fiestas y lujos excesivos que resultaron muy gravosos para el erario estatal. Incluso tuvo el atrevimiento, ante el débil carácter de su esposo, de serle infiel con el conde sueco Hans Axel de Fersen (Jamie Dornan), relación que fue pública.
La cinta de Coppola, sin embargo, no muestra a la sociedad francesa en crisis, no enfoca el gran sufrimiento de las clases trabajadoras francesas que se sublevaron, que incluso pusieron a Luis XVI en la guillotina; y nueve meses después a la misma María Antonieta. La exhibición de tanta opulencia, lujos, derroche y abuso de poder de la aristocracia, sin revelar la monstruosa miseria en que se hallaban los siervos de la gleba, los artesanos y los obreros, es una forma de dulcificar la imagen de los personajes históricos, cuyas ambiciones, frivolidades y excesos fueron las causas del enorme descontento en las clases trabajadoras.
María Antonieta es una muestra muy ilustrativa de cómo los últimos reyes de Francia tuvieron un gusto enfermizo por la opulencia, y denuncia que sus derroches llegaron a la irracionalidad. Pero oculta la vida extremadamente parasitaria y llena de infamias y abusos contra la clase obrera; era la expresión clara de que el feudalismo ya no funcionaba, pues sus relaciones de producción se habían convertido en una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas y, por tanto, esa contradicción únicamente podría resolverse mediante una revolución social que, como partera de la historia, haría saltar en mil pedazos al viejo y podrido sistema feudal.
Escrito por Cousteau
COLUMNISTA