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No cabe duda que en muchas ocasiones el cine puede convertirse en un vehículo del conocimiento social, aunque quienes lo hagan no tengan ese propósito. Los dramas, las comedias, o las historias biográficas de personajes destacados en el arte, la política, el deporte, la ciencia, etc., como ocurre también en la literatura y el teatro, aunque los escritores, guionistas o directores de cine traten de defender a través de sus obras determinada posición ideológica, política, al no poder sustraerse de las condiciones en que viven, terminan reflejando esa realidad que quieren embellecer, afear o distorsionar. Finalmente, como plantea la corriente materialista dialéctica del conocimiento, las teorías científicas, los conocimientos empíricos, las obras del arte, la literatura, etc., son un reflejo de los fenómenos de la realidad (sean naturales, sociales, religiosos, políticos, etc.) y esos fenómenos se reflejarán más fidedignamente si su contenido tiene objetividad.
Malos momentos en el hotel Royal es una cinta realizada en 2018 por el director estadounidense Drew Goddard; en ella se narra una historia de suspenso en la que intervienen siete personajes (todos con un pasado turbio e inconfesable). El Royal es un viejo hotel ubicado en las orillas del lago Tahoe, entre los estados de California y Nevada. Como ocurre con muchos en EE. UU., este hotel es un refugio para delincuentes y personas que desean ocultarse de las autoridades, de sus enemigos, de sus familiares, etc. La historia transcurre en los años 60 del siglo pasado, cuando un asaltante ocultó un cuantioso botín de millones de dólares debajo de la duela de una habitación de ese hotel. El sitio también sirve para espiar a los clientes que llegan a hospedarse en él; en todas las habitaciones del hotel hay espejos, colocados de tal forma que son contiguos a un corredor, desde el que es posible observar lo que ocurre al interior de cada habitación, incluso se puede escuchar lo que se dice al otro lado y, por supuesto, filmar cualquier cosa que ocurra en las habitaciones.
En el hotel concurren casi al mismo tiempo el Padre Flynn (Jeff Bridges), la cantante afroamericana Darlene Sweet (Cinthya Erivo), el vendedor de aspiradoras Laramie Seymur (Jon Hamm); también Emily Sumerspring (Dakota Johnson) y su hermana Rose (Cailee Spaeny). El Padre Flynn, un impostor que busca encontrar el botín escondido; como no encuentra ese botín en la habitación que alquiló, decide introducirse en la habitación contigua, en la que se hospeda la cantante, para lo cual intenta drogarla con un somnífero; sin embargo, Darlene se da cuenta y asesta un botellazo en la cabeza al maleante disfrazado de cura. Al hotel ha llegado Seymur, quien recorre el pasillo que sirve para espiar a los clientes y se da cuenta de que Emily tiene secuestrada a una adolescente (su hermana Rose). Emily asesina al vendedor de aspiradoras. El motivo del secuestro de Rose es que Emily quiere sustraer a su hermana del control que ha ejercido el líder de la secta hippie Billy Lee (Chris Hemsworth).
Un personaje no menos importante que los que han llegado al hotel es Miles Miller (Lewis Pullman) quien tiene el pasado más oscuro de todos los criminales que se hospedan en el Royal: ha matado a más de 120 seres humanos en la guerra, además de haber espiado a cientos de personas y de conocer las perversiones y los crímenes de los clientes. Al final, Flynn y Darlene son los únicos sobrevivientes de aquella noche terrible. Malos momentos en el hotel Royal nunca se propuso –así lo creo– ser una cinta de crítica social; sin embargo, en el microcosmos de aquel hotel (que en la vida real fue propiedad de Frank Sinatra), se ve retratada la sociedad más violenta, la que más ha generado vicios, bajas pasiones y ambiciones desmedidas en todo el mundo durante toda su historia: la sociedad norteamericana, la más decadente y la que ha envilecido y degradado a más seres humanos.
Escrito por Cousteau
COLUMNISTA