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Formadas por nueve versos octosílabos, las 17 estrofas de las Coplas contra las mujeres, o Coplas de las calidades de las donas de Pere Torroella (1420-1492), fueron escritas hacia 1458 y ampliamente difundidas en las cortes de Navarra y Nápoles; esta composición es un ejemplo de cómo los vicios morales de una clase social, la aristocracia feudal, suelen proyectarse sobre la mitad de la sociedad, es decir, se atribuyen al sexo femenino; en efecto, afectación, vanidad, hipocresía, astucia, voracidad, fiereza, irracionalidad y avaricia pueden atribuirse a toda una sociedad en decadencia y no a las mujeres “en general” contra quienes se endereza la crítica.
La misoginia cortesana de Pere Torroella, sin embargo, se circunscribe a las quejas masculinas por el servicio amatorio no recompensado; el poeta adopta la pose de benefactor de incautos enamorados, advirtiéndoles el riesgo que implica tratar con ellas, pues son malvadas, iracundas, mentirosas, irracionales y egoístas; si no fueran expertas en disimular todos sus vicios, dice Torroella, ningún hombre podría convivir con las mujeres.
Comete cualquier maldad
mujer encendida en ira;
así cuenta la mentira
como si fuese verdad.
No conservan cosa en peso;
al extremo han de correr,
dan presto a cualquier malleso (1)
y siempre tienen buen seso
sino cuando es menester
Deleite y provecho son
el fin de todas sus obras.
En guarda de las zozobras
suple temor y ficción.
Si por temor detenida
la maldad de ellas no fuese,
o por ficción escondida
no habría hombre que vida
con ellas hacer pudiese.
Y en torno a la naturaleza inferior de las mujeres, el poeta recurre a la tradición escolástica; los vicios femeninos son parte de su naturaleza y, por tanto, no puede culpárseles completamente de su perversidad. La mujer carece de “calor natural”, es decir, es un animal de sangre fría.
Mujer es un animal
que se dice hombre imperfecto,
procreado en el defecto
del buen calor natural.
Aquí se incluyen sus males
y la falta del bien suyo,
y, pues le son naturales,
cuando se demuestran tales,
que son sin culpa concluyo.
La misoginia parece atenuarse en las dos últimas coplas, en las que el poeta sostiene que los vicios enumerados antes no están presentes en todas las mujeres, citando solo dos excepciones, una de las cuales es su amada y la otra (según explicaría posteriormente) es la reina Juana de Aragón.
Torroella escribió una obra de desagravio titulada Razonamiento… en defensión de las donas, en la que se retracta de los agravios y se justifica diciendo que los escribió estando enfadado contra una dama que no le había correspondido, cuyo nombre no da a conocer, siguiendo la preceptiva, común en la poesía catalana, en que él mismo se formó, que prohibía terminantemente revelar el nombre de la mujer objeto del vituperio.
Entre las otras sois vos,
dama de aquesta mi vida,
del traste común salida,
una en el mundo de dos.
Vos sois la que deshacéis
lo que contienen mis versos;
vos sois la que merecéis
renombre y loor cobréis
entre las otras diversos.
Dando fin a la presente
escritura no bien hecha
más de sobra razón derecha (2)
fundada, que es muy prudente,
concluyo que de las damas
hay muchas de buenas famas,
y si algunas no lo son,
será por vuestra ocasión
que urden las tales tramas.
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.