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La colonia Pedregales de San Camilo es un pequeño asentamiento de los llamados irregulares en Kanasín, Yucatán, donde apenas viven 14 familias muy pobres a quienes la pandemia del Covid-19 y las inundaciones provocadas por las tormentas tropicales Amanda y Cristóbal –y ahora los moscos– han recrudecido su miseria.
Sus casitas están improvisadas con piezas de maderas, lonas y láminas de cartón o zinc sobre tierra apisonada. Los cuartos son diminutos, insalubres e incómodos porque en ellos habitan tres o más personas, quienes, sin embargo, saben que es mejor eso que nada.
Es en este paisaje cálido y a la intemperie donde amas de casa, niños y algunos hombres se reúnen para discutir el futuro del terreno, al cual llegaron hace cinco meses y se hallaba abandonado hace varios años.
“Aquí andamos desde que empezó la pandemia. Mi esposo perdió su trabajo; yo era tianguista, pero nos dijeron que no podíamos laborar en la calle mientras pasa ésta… pero tenemos gastos y tenemos que pagar renta, luz, la comida, y pues no hay, no hay trabajo…” lamenta Sonia Canche.
En el paraíso turístico de las hermosas playas de Yucatán, que aportan a los hoteleros centenares de millones de pesos, muchas familias en la misma situación se hallan. El reporte de 2019 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) registró 132 mil personas en condición de pobreza extrema.
Y el Covid-19 ha empeorado la situación, pues se hallan en semáforo rojo los 17 municipios donde nueve de cada 10 habitantes viven en extrema pobreza: Chikindzonot, Chacsinkín, Tixcacalcupul, Tekom, Chichimilá, Calotmul, Chankom, Tixméhuac, Dzitás, Chumayel, Huhí, Dzan, Kantunil, Cenotillo, Kaua, Teabo y Santa Elena.
Pero esta situación no impacta ni alarma a los gobiernos municipales, ni al estatal ni mucho menos al federal, por lo que el esposo de doña Sonia y ella misma deben ver cómo se las arreglan para mejorar su improvisada casa de San Camilo.
Para ello siguen cortando madera con la que pretenden arreglar su vivienda, sus pocos muebles, la cama, una mesa, algunas cajas y su mosquitero. Afuera se halla su cocina, al igual que la mayoría de los vecinos.
“Yo vendo chicharrones. La primera vecina puso una tiendita y todos vamos a comprar ahí. A veces la casa de enfrente, cuando cocina, nos invita. Así hemos venido sobreviviendo; entre todos nos ayudamos”, comenta a buzos doña Sonia.
La dueña de la tiendita es doña Estela Carreón, quien con sus cuatro hijos y su esposo ha logrado levantar, desde cero, un changarrito que provee de las mercancías más elementales a la colonia. Su vivienda está hecha con maderos y láminas de cartón.
“Aquí me agarró la tormenta; el agua nos llegaba a la hamaca, casi casi. Tenía temor por los niños. Ahorita también, porque hay mucho mosco y no se me vayan a enfermar; luego para llevarlos al doctor… no hay. Pero aquí hemos soportado; porque no tenemos otro lugar. Ya no alcanza para la renta, no le alcanza a mi marido y apenas consiguió trabajo” comenta.
Debido a la falta de trabajo, las familias de Pedregales de San Camilo han tenido que buscar nuevas actividades económicas con las cuales ganar algún dinero para solventar sus necesidades de sobrevivencia.
El “covidengueˮ en Yucatán
Los especialistas afirman que más allá del Covid-19, la población pobre de Yucatán padece otras enfermedades graves, como es el caso del dengue, cuya asociación y complicación con el Covid-19 puede derivar en la muerte.
Carlos Machain Williams, académico de la Universidad Autónoma de Yucatán (UAY), indicó que el mosco Aedes aegypti, transmisor del dengue, así como los del zika y el chikungunya son endémicos de la entidad, y su combinación con el Covid-19 representa un alto riesgo para la población.
“Desafortunadamente no podemos darnos cuenta en el momento de contagiarnos, pues en esta época hay moscos en casa, parques y supermercados, así como el Covid-19, que se puede encontrar en cualquier parte”, advirtió a los medios locales.
Por su parte, Geovani Natalio Ramos Reséndiz, doctor en urgencias médico-quirúrgicas, explicó a la Revista Peninsular que ambos virus pueden convivir en un solo paciente y, como presentan algunos síntomas similares pueden confundirse. Algunos casos de éstos se han registrado en la entidad.
“Es como un ‘duelo de titanes’, el Covid-19 favorece la trombosis, incluso llega a causar tromboembolia pulmonar, que son coágulos de sangre que llegan desde las piernas o, con menor frecuencia, de otras partes del cuerpo. Por su parte, el dengue disminuye las plaquetas y favorece el sangrado a cualquier nivel. Para prevenir la trombosis por Covid-19, se usan antiagregantes plaquetarios como la aspirina, que está contraindicada en el dengue porque favorece el sangrado, entonces de llegar a coexistir lo que algunos médicos llaman ‘covidengue’ˮ, aseguró el especialista el riesgo de muerte es muy alto.
Éstas son las amenazas cotidianas a las que se enfrentan los vecinos de Pedregales de San Camilo, como cualquier ciudadano de extracción humilde en Yucatán. Tienen que soportar la pandemia, las tormentas tropicales, los mosquitos, el desempleo y la absoluta falta de oportunidades.
Sobreviven a estos graves problemas gracias a la solidaridad existente entre ellos y a que han entendido que solo unidos pueden superar sus necesidades de alimentación, vestido, habitación, y a la formulación conjunta de su demanda de servicios urbanos básicos –agua, drenaje, electricidad, etc.– ante las autoridades.
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Escrito por Samira Hernández
Colaboradora