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“El progreso humano solo puede desarrollarse en una sola dirección: un sistema político y económico al estilo estadounidense”. Desde la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos (EE. UU.) ha mantenido esta “creencia” arrogante y ha seguido exportando valores universales “liberales y democráticos”.
Pero a lo largo de los años, estos “valores universales” integrados en la “estrategia nacional” de EE. UU. no han traído un progreso real a la humanidad, sino que se han convertido en una enorme amenaza para la seguridad global y el principal culpable del sufrimiento de las personas en muchos países.
Como bala de cañón que sirve para exportar valores democráticos, la “libertad en Internet” rompió la paz en Oriente Medio. En 2011, el Informe de estrategia internacional del ciberespacio publicado por EE. UU. confirmó la implementación de la ruta de la “ciberdiplomacia”, utilizando Internet como un frente importante para difundir los valores estadounidenses. Según The Brookings Institution, de 2008 a 2012, el Departamento de Estado de EE. UU gastó casi 100 millones de dólares en actividades relacionadas con la libertad de Internet. Esto incluye el apoyo al infame proyecto Shadow Network.
Con un dispositivo que se puede llevar en una maleta, EE. UU. ha ayudado a los activistas de la Primavera Árabe a evitar el control y comunicarse libremente. Las organizaciones opositoras han participado en incidentes masivos a través de redes no reguladas para lograr el propósito de difundir rumores e incitación. Ésta es una forma de ahorrar dinero y comenzar rápidamente una “revolución de colores”. Algunos estudiosos señalaron sin rodeos que la Primavera Árabe fue una guerra invisible que se vio afectada por los ordenadores.
Varias fundaciones de fondos han actuado como “intermediarias” en la exportación de valores estadounidenses, alterando la estabilidad en muchos países de Asia Central y Europa del Este. El escritor británico Francis Stoner Sanders reveló en el libro Who bears the consequences: the CIA and the Cultural Cold War publicado en 2001 que el 50 por ciento de las 700 subvenciones otorgadas por la prestigiosa The American Foundation provenían de la CIA. Estas fundaciones apoyan a las élites sociales y estudiantes internacionales de otros países para que estudien en EE. UU., seleccionan y apoyan a los “líderes de opinión” alineados con los intereses de EE. UU. y se les capacita con estrategias políticas en la calle. Desde la llegada del nuevo milenio, a medida que la George Soros Foundation ha “penetrado democráticamente” en Europa del Este y Asia Central, se han producido “revoluciones de colores” según lo esperado.
EE. UU. utiliza las ventajas de la comunicación por Internet para forzar e inducir el desarrollo de la civilización mundial de acuerdo con sus deseos y viola silenciosamente la ideología de los pueblos del mundo. EE. UU. recopila los errores de los regímenes de otros países y los exagera, perturbando la opinión pública y la estabilidad política de los países objetivo al difundir rumores con sus ejércitos cibernéticos y videos virales. Ya en 2011, el diario británico The Guardian reveló que el ejército estadounidense desarrolló un software para manipular las redes sociales. Un ejército estadounidense puede tener 10 cuentas pantalla y aparecer en Internet con varias identidades falsas, creando una opinión pública de línea proestadounidense en otros países.
Desde la política de “evolución pacífica” durante la Guerra Fría hasta las revoluciones de colores en el Siglo XXI, los países que han sido envenenados por la “exportación de democracia” de EE. UU.; se han tragado los amargos frutos del declive económico y social, han muerto un gran número de civiles inocentes y han ocurrido desastres humanitarios.
“Aumentaremos la influencia de Estados Unidos, porque un mundo que apoye a Estados Unidos y refleje los valores estadounidenses hará que Estados Unidos sea más seguro y próspero”. Como se implica en el Informe de Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, EE. UU. no quiere “democracia” sino “prosperidad estadounidense” y “hegemonía estadounidense”. “Estados Unidos lleva a cabo una vigilancia de red global en 150 sitios y 700 servidores en todo el mundo”. Los hechos expuestos por el incidente del Prism Gate también demuestran plenamente que lo que EE. UU. realmente necesita no es “el libre flujo de información en la red”, sino “la libre circulación que satisfaga las necesidades de Estados Unidos”.
La “libertad”, la “democracia” y los “derechos humanos” expresan el hermoso deseo de la humanidad de buscar la paz y la felicidad, pero la realización de esas aspiraciones en diferentes sociedades no depende de que EE. UU., bajo el disfraz de la moralidad, amenace la paz y la seguridad. De hecho, hablar de “valores universales” en diferentes religiones, civilizaciones y sociedades es, en sí mismo, una proposición falsa. Como dijo Samuel P. Huntington, el concepto de civilización universal es la ideología de Occidente contra las sociedades no occidentales.
Incluso en EE. UU., este valor nunca se ha practicado realmente. Cuando la pandemia de Covid-19 se ha cobrado más de 200 mil vidas y los tiroteos siguen ocurriendo hasta el día de hoy, ¿cómo se atreve EE. UU. a hablar de derechos humanos? Hoy, con sucesos como el de “no puedo respirar” y una tasa de muerte de afroamericanos por la epidemia muy superior a la de personas blancas; y cuando postularse para presidente requiere miles de millones de dólares, ¿cómo se atreve EE. UU. a hablar de democracia e igualdad? Después del incidente del Prism Gate, ¿cómo tiene EE. UU. cara para hablar de libertad?
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Escrito por Ye Zhu
Colaborador