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La delgada línea roja (II de II)
En la cinta parece prevalecer la idea de que los seres humanos somos producto del darwinismo social, es decir, que al igual que en la naturaleza, en la sociedad sobreviven solamente los más fuertes.
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Y si la guerra no es más que la prolongación de la política por medios violentos, surge una nueva interrogante: ¿qué es la política y cómo se desenvuelve en la sociedad humana? Por eso los grandes pensadores de la humanidad, particularmente los materialistas dialécticos, que estudiaron el funcionamiento de la naturaleza y de la sociedad, llegaron a concluir que la política es la expresión concentrada de la lucha de clases; la lucha de clases es el motor de la historia humana. Esa lucha no solo se desarrolla con la finalidad de obtener el poder político, sino que en el fondo es la lucha por el poder económico. La economía es la que explica los fenómenos políticos e ideológicos. Por tanto, la “condición humana” no se explica por factores biológicos, hereditarios, etc; la condición humana o, como dirían algunos pensadores, la “esencia humana”, no está en el ADN de los seres humanos. Ya desde la época de la ilustración francesa del Siglo XVIII, los filósofos materialistas entendían que el hombre es producto de sus circunstancias sociales, el hombre es producto de las relaciones sociales. Y este pensamiento revolucionario es el que ha motivado a muchos pensadores y líderes sociales a luchar por establecer relaciones sociales que permitan que los seres humanos sean solidarios y humanistas y que dejen los atavismos sociales que tanto daño le hacen a la sociedad.

En el filme La delgada línea roja parece prevalecer la idea de que los seres humanos somos producto del darwinismo social, es decir, que al igual que en la naturaleza, en la sociedad sobreviven solamente los más fuertes. No existe una diferencia cualitativa entre la naturaleza y la sociedad. Por eso, en La delgada línea roja las historias son individuales. El hilo conductor de la narración la lleva el soldado Witt (Jim Caviezel) quien ha vivido en una isla pacífica hasta que es reencontrado por el ejército, es sancionado y se le asignan labores como camillero en el traslado de heridos, aunque su voluntad sea combatir. Witt convive con compañeros muy diferentes en cuanto a conducta y moral. Por ejemplo: con el sargento Welsh (Sean Penn) quien es muy valiente, pero tiene la idea de que cada soldado podrá sobrevivir en la guerra gracias a su propio esfuerzo y cuidado. Un personaje central de la historia es el capitán Staros (Elias Koteas), quien se rebela contra su mando superior, el coronel Tall (Nick Nolte), cuando éste le ordena tomar frontalmente la posición japonesa en la cumbre de una colina, lo cual significaría la muerte de todo su pelotón. Tall es la personificación del oficial al que no le interesa nada más que destacar como militar, aun a costa del sacrificio de los soldados; no importándole cuántos morirían; él quiere la gloria y ser ascendido (Staros le demuestra que la mejor forma de tomar el enclave japonés –aparentemente inexpugnable– es flanqueándolo). Un drama singular es el que vive el soldado Bell (Ben Chaplin), quien recibe una carta en la que su esposa le pide el divorcio pues ha conocido a un capitán del que se ha enamorado. A pesar de tantas historias engarzadas, de tantos personajes, La delgada línea roja no es un filme “coral” pues, de serlo, las protagonistas centrales serían las tropas. Malick prefiere amalgamar historias distintas pues, de esta forma, queda la idea de que la guerra es una expresión de esa lucha individual diversa y llena de dramas individuales.

Sin embargo, el verdadero drama que se presenta en el teatro de la guerra es que los soldados, cuando sirven a los intereses imperialistas, son la carne de cañón con que se nutren las clases explotadoras. La Segunda Guerra Mundial fue un enfrentamiento entre las potencias capitalistas para repartirse las zonas de influencia, las regiones que servirían para adueñarse de los recursos naturales del planeta. Hoy, con la guerra en Ucrania, los grandes tiburones del capitalismo imperialista quieren apropiarse de Rusia y quieren seguir saqueando al planeta entero. Por eso la humanidad vive momentos cruciales. Creo, amigo lector, que debemos apoyar la idea de un mundo multipolar.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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