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Dentro de la gigantesca biodiversidad de nuestro planeta, hay algunas especies de pequeños escarabajos cuya forma de supervivencia resulta muy interesante. Reciben el nombre de escarabajos ambrosiales. La mayor parte de su vida transcurre en los árboles, en cuyos troncos habitan y se dedican a perforar túneles donde cultivan hongos microscópicos. Algunas de estas especies fueron descritas y clasificadas a mediados de 1758, pero fue hasta la primera mitad del Siglo XX cuando se realizó un estudio más profundo sobre sus hábitos.
Los escarabajos tienen a los hongos como su principal fuente de alimento y éstos, a cambio, garantizan su supervivencia utilizando a aquéllos como su medio de transporte y propagación. Este tipo de interacción es lo que los biólogos llaman mutualismo, que consiste en el trabajo conjunto de dos especies, del que ambas se benefician. Un ejemplo es el escarabajo ambrosial Xyleborus glabratus, especie nativa de Asia a la que también se conoce como escarabajo del laurel rojo; este organismo es rojizo, su tamaño no supera los 2.5 milímetros de longitud y vive en mutualismo con el hongo Raffaelea lauricola.
Desde 2002, el complejo ambrosial Xyleborus glabratus- Raffaelea lauricola ha cobrado gran relevancia debido a su llegada al continente americano o, para hablar con mayor precisión, a que se asentó como plaga en Estados Unidos. Los expertos sitúan su primer contacto en el estado de Georgia, pero su expansión incesante hacia el Suroeste, a través de Florida, Alabama, Mississippi, Louisiana y Texas, ha provocado serios daños agroforestales. Entre éstos destaca la muerte de miles de árboles de la familia de las lauráceas, afectando sobre todo al aguacate, al laurel rojo, al laurel de pantano y al sasafrás. La muerte de los árboles se debe a que el hongo Raffaelea lauricola se aloja en el sistema de transporte de nutrientes provocando un bloqueo del flujo de agua, que deriva en la marchitez de los hospederos.
Debido a que la plaga mantiene su curso y el siguiente blanco podría ser México, se requieren estrategias de acción para enfrentar directamente ese problema potencial a través de la ejecución de investigaciones en diferentes ámbitos profesionales. Nuestro equipo de químicos mantiene abierta una línea de investigación para el desarrollo de insecticidas que puedan hacerle frente a ese hongo. En función de este objetivo se hacen esfuerzos específicos para obtener nuevos insecticidas de la familia de los neonicotinoides.
El origen de los neonicotinoides se remonta a los años 70 y reciben este nombre porque actúan de forma similar a la nicotina. Es decir, básicamente actúan sobre el sistema nervioso de los insectos provocándoles una serie de alteraciones que bloquean sus impulsos eléctricos para finalmente matarlos. En la actualidad, estos insecticidas son los más utilizados en el mundo, ya que poseen un amplio espectro de acción; es decir, funcionan para combatir una gran variedad de plagas; son efectivos en bajas concentraciones, se distribuyen bien en las plantas y su toxicidad en mamíferos es mínima.
Nuestro trabajo en el Instituto de Ecología se divide en dos grandes etapas: la primera busca la obtención de nuevas sustancias con estructuras similares a los insecticidas ya conocidos. En la segunda etapa se ejecutan experimentos sobre escarabajos del género Xyleborus para estudiar la efectividad de estas nuevas sustancias y evaluar su capacidad insecticida. Este ciclo se repite provocando cambios en las estructuras químicas que incrementan su letalidad. De tal manera que el proceso tiene el objetivo de llegar al campo para eliminar plagas como la del escarabajo de laurel rojo.
Escrito por Philias
columna de ciencia