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La superpotencia está en decadencia y Michael Moore la hace evidente en su documental-comedia Invadiendo el mundo. Las grandes diferencias que hay entre Estados Unidos (EE. UU.) y tres importantes países europeos permiten al cineasta demostrar que una nación como Finlandia, cuyos habitantes no llegan a seis millones, tiene el mejor sistema educativo del planeta en contraste con ese país que en educación se halla en el lugar 29. Moore entrevista a estudiantes finlandeses que no hacen tareas en sus casas (homework), pero dedican mucho tiempo a sus amigos, a aprender música, practicar deportes, leer literatura, etc.; en tanto que los niños aprenden mucho de la vida trepando árboles, pues así se interesan en la naturaleza y conocen de cerca los insectos. Los adolescentes dicen a Moore que la mayoría habla tres idiomas, además del propio.
En Finlandia no se utilizan los exámenes de “opción múltiple”, es decir los estudiantes deben responder de forma explícita, no indirecta. Además, lo que más importante, en ese país no existe la educación privada porque el sistema educativo es público y en él ningún estudiante puede sentirse “superior” a sus compañeros aunque su familia sea muy rica. Los docentes se describen felices y Moore destaca la enseñanza de música, poesía y artes plásticas, asignaturas que en las escuelas públicas de EE. UU. fueron eliminadas porque el neoliberalismo las considera “pérdida de tiempo”. Al enterarse de este hecho, una maestra finlandesa se asombra de tal barbaridad. “La escuela del barrio es la mejor y no es distinta a la del centro de la capital, pues todas las escuelas son iguales en calidad… los niños ricos tienen que estudiar con los niños de ingresos modestos”, explica a Moore, quien a su vez informa a los profesores entrevistados que en su país la educación es un negocio muy lucrativo.
En su documental nos lleva a otra nación europea: Eslovenia. Lo primero que advierte el cineasta es que en ese país los estudiantes no tienen deudas, pues la educación es integralmente gratuita, a diferencia de sus pares en EE. UU., al terminar una carrera profesional, los jóvenes se hallan endeudados por decenas de miles de dólares, que tienen que abonar a las empresas que los financiaron. Hay jóvenes estadounidenses que estudian en Eslovenia debido a la alta calidad y gratuidad de su enseñanza. El rector de una universidad eslovena explica a Moore que el sistema educativo fue fruto de una larga e importante lucha estudiantil iniciada en los años 80 del siglo pasado. El director fílmico dice que se lleva a EE. UU. esa idea de la educación gratuita.
Moore nos transporta de Eslovenia a Alemania, donde lo primero que lo sorprende es que los trabajadores laboran solo 36 horas a la semana pero reciben el pago por 40 y que, por tanto, tienen mucho tiempo libre para dedicarse a actividades recreativas y culturales. Esta situación, una de las mejores en el mundo, permite hablar de una “clase media alemana” compuesta por la clase obrera, lo cual requiere una explicación más detallada que dejamos para la siguiente entrega.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA