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Como hemos dicho en otras colaboraciones, y en ésta lo reiteramos, el mal principal de México no es la corrupción sino la injusta distribución de la riqueza. Así que el combate a la corrupción deja intactas las causas que le incentivan y, por lo mismo, provoca simplemente una redistribución de la riqueza entre los ricos mientras que los pobres quedan en la situación de siempre. Esto puede verse claramente en lo que hoy está sucediendo: para acabar con el robo de combustibles se han cerrado importantes ductos para evitar que los “huachicoleros” se roben la gasolina y así cortarles de tajo su negocio. Pero eso es como intentar matar pulgas a cañonazos; la ausencia de gasolinas en los ductos es un grave error que de inmediato ha tenido costos muy altos. El gran desabasto de combustibles afecta ya a 10 estados de la República y golpea a la Zona Metropolitana del Valle de México.
Esta decisión empezó a levantar sospechas y enojo entre los habitantes de las entidades afectadas. Efectivamente, al gobierno anterior podrá acusársele de lo que se quiera, pero es ahora cuando por primera vez se presenta la falta de suministro de gasolinas en el país y las consecuencias de la decisión que provocó este hecho deben ser analizadas. En principio, es necesario entender que la distribución de gasolina a través de los ductos es un mecanismo más barato, aún a pesar del “huachicoleo”, por lo que su cierre va a encarecer la distribución y, por lo mismo, la especulación y el precio de las gasolinas.
Los expertos han señalado que el costo de distribución de gasolinas con pipas se incrementa 14 veces. En broma, el ingeniero Homero Aguirre dice que esto equivale a querer regar con cubetas una parcela de 10 hectáreas y que el sistema de irrigación de agua más adecuado se hace con mangueras, aun cuando éstas lleguen a tener algunas fugas. Lo mismo sucede con la distribución de las gasolinas. Llevarlas por los ductos es lo más eficiente y barato, en lugar de transportarlas en pipas de 10 mil litros que deben recorrer grandes distancias. El resultado de este desacierto es una doble presión para el incremento del precio de las gasolinas, pues los tres principales componentes del valor mercantil de éstas son el precio internacional del petróleo, el precio del dólar en relación con nuestra moneda (pues importamos más de la mitad de las gasolinas que usamos) y los costos de producción y transportación de los combustibles. De esta suerte, bajo el supuesto de que los precios del petróleo y el dólar se mantuvieran fijos, el incremento del costo de producción y distribución con pipas (que deben pagar chofer, diésel, casetas, reparaciones, depreciación, etc) presiona de inmediato sobre el precio de las gasolinas, con lo que se incumple la promesa de que las gasolinas solo subirían al ritmo de la inflación. Otro factor que influye en el alza de los combustibles es la escasez por efecto de la oferta y la demanda. Ante la falta de oferta de un producto, digamos del jitomate, el precio de éste sube significativamente por encima de la media. Pues bien, esto es lo que está pasando gracias a la decisión de cerrar los ductos. Ahora hay lugares en los que está vendiéndose el litro de gasolina hasta en 30 pesos, es decir, un 43 por ciento más cara de lo normal. Si el litro de Premium cuesta en el mercado 21 pesos en promedio, con el incremento de la inflación –que Hacienda calcula en un 3.4 por ciento– debería subir solo 71 centavos en el año. Pero resulta que ahora hay algunos puntos donde se está vendiendo nueve pesos arriba de su precio promedio. Promesa incumplida por parte del gobierno morenista.
Ahora bien, cuando se toman decisiones políticas siempre se buscan perdedores y ganadores. En estos días han salido a la luz pública algunas especulaciones que quizás puedan guiarnos en la búsqueda del misterio de la política “anti-huachicolera”. Una de esas filtraciones a la prensa dice que una compañía arrendadora de pipas para abastecer combustibles tiene como accionista a la esposa del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú. Este hecho, por supuesto, debe ser transparentado por el nuevo gobierno a fin de que la población sepa quiénes se están beneficiando con esta política, porque evidentemente los pobres de este país no solo no son sus beneficiarios sino que, por el contrario, saldrán aún más perjudicados, porque más del 80 por ciento de las mercancías se transportan por vía terrestre y el incremento en los costos de transportación derivados de la escasez de combustibles dará como resultado un golpe a la economía familiar por vía de una nueva alza en la canasta básica. Así que con este tipo de decisiones tampoco se está cumpliendo eso de que “primero los pobres”.
La improvisación de medidas es riesgosa. Querer acabar con el “huachicoleo” cerrando los ductos, pero desabasteciendo a 10 estados de la República y generando compras de pánico en la Ciudad de México y la Zona Metropolitana; y aunada a todo esto la idea filtrada a la prensa de que el gobierno no quiere comprar más petróleo del extranjero, pone a México en una situación de riesgo que puede prolongarse durante todo el mes de enero. Este hecho, además, viene a sumarse a la crisis mundial que se avecina, según algunos analistas, debido a la debilidad del sistema financiero de Estados Unidos, lo que traería gravísimas consecuencias para el país y, sobre todo, para los pobres de México. Por eso es indispensable que el gobierno sea responsable de lo que plantea y de las medidas que toma. Declararse enemigo del neoliberalismo y al mismo tiempo fortalecerlo no habla bien del nuevo gobierno; y con los problemas creados por la política “anti-huachicolera” los únicos que se beneficiarán son los grandes consorcios gasolineros y las empresas que se dedican a distribuir gasolina en pipas.
Sigue siendo cierto lo que hemos dicho desde hace 45 años: hace falta que el pueblo se organice y tome conciencia, para que con su fuerza y su claridad tome el poder político en sus manos y realmente gobierne de la mano del Movimiento Antorchista Nacional, pues no basta con ir a las urnas y darle un cheque en blanco a quienes con una visión excluyente están haciendo de la política mexicana una serie de barbaridades que hoy se reflejan en el desabasto de combustibles, el cierre del proyecto aeroportuario y la construcción de un tren en el sureste que beneficiará a los grandes capitalistas. ¿Estarán arrepentidos aquellos que votaron por Morena y hoy se ven afectados por sus políticas? El tiempo lo dirá.
Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.