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Y mañana el mundo entero
Ése es el mérito de la cinta: mostrar la esterilidad y hasta lo contraproducente de la lucha de los antifascistas que carecen de una ideología científica.
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En la Constitución que regula a la sociedad alemana actual, existe el reconocimiento expreso de la posibilidad de que los ciudadanos alemanes se rebelen en contra de un orden que vulnere a la democracia. Teóricamente, los alemanes de hoy tienen el derecho a defenderse, por ejemplo, de los intentos de los políticos y de organizaciones derechistas de socavar la democracia de ese país. Sin embargo, como muchos preceptos jurídicos, ese derecho es letra muerta ya en la practica cotidiana, dado que las organizaciones de derecha y ultraderecha –concretamente las organizaciones fascistas–, siguen actuando con el respaldo de importantes sectores de la clase capitalista germana. Esos partidos u organizaciones fascistas siguen promoviendo la ideología antisemita, antieslava y anticomunista; y no ocultan su odio a todo lo que huela a lucha social por mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de los obreros, campesinos, estudiantes, pequeños comerciantes, etc.

Esta presencia en todo el mundo de partidos y organizaciones que quieren revivir las políticas del III Reich, instaurando un IV Reich, ha permitido que renazca el ultranacionalismo, el supremacismo racial extremo y violento, en detrimento de las capas trabajadoras. No podemos olvidar que en Europa hay cientos de millones de migrantes provenientes del Medio Oriente, Asia, África y de América Latina, los cuales, al igual que los mexicanos y centroamericanos que trabajan en Estados Unidos –sean migrantes o descendientes de migrantes de esa región del continente–, son las capas más explotadas de la población en el Viejo continente; son las que más plusvalía le generan a los grandes magnates de la industria y de todas las actividades económicas, pero son a su vez el objeto del odio de los neofascistas.

Pues, bien, la cinta Y mañana el mundo entero (2020) de la realizadora alemana Julia Von Heinz, que hoy reseño y de la que doy mi opinión, es un retrato de esa orfandad ideológica y política en que se encuentran miles de jóvenes antifascistas, (algunos pertenecientes al movimiento Antifa), los cuales sostienen una lucha en contra de esos grupos ultranacionalistas seguidores de Adolf Hitler y el régimen Nazi-fascista –que fue vencido en lo fundamental, en 1945, por el glorioso ejército de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas–, pero cuyos objetivos y métodos resultan inocuos y estériles, dado que la ultraderecha europea y de otras naciones del mundo está financiada y dirigida  por poderosos grupos de la clase capitalista.

Y mañana el mundo entero es la historia de Luisa (Mala Emde), una estudiante de la carrera de derecho, veinteañera, que se enrola en un grupo Antifa para combatir a los grupos fascistas. Luisa es de clase media alta y, sin comunicar nada a sus padres, comienza a participar, primero en actividades pacíficas y sin ninguna característica ilegal. Con el tiempo se va introduciendo en las actividades secretas y de corte violento. En alguna ocasión, cuando los miembros del clan Antifa se enfrentan a un grupo neonazi, Luisa resulta herida en una pierna. Ella establece una relación sentimental con el líder del grupo anarquista apodado Alfa (Noah Saavedra) quien, al carecer de una formación ideológica científica, lleva al grupo a un aventurerismo que lo único que provoca es la represión por parte de la policía alemana hacia los grupos de base del antifascismo.

Este retrato nos muestra la gran incapacidad para frenar al neofascismo y el fracaso de una “izquierda” que no se dedica a organizar al pueblo trabajador sino qué, como todos los grupos de corte anarquista y con métodos “terroristas”, lejos están de poder defender a la sociedad de las brutalidades del fascismo en su versión contemporánea. Ése es el mérito de la cinta: mostrar la esterilidad y hasta lo contraproducente de la lucha de los antifascistas que carecen de una ideología científica. Así, con la lucha anarquista, los grupos de ultraderecha salen fortalecidos, pues el Estado aprovecha las acciones ilegales y terroristas de aquéllos para realizar la represión, mientras las grandes masas trabajadoras siguen a merced del control orgánico, político e ideológico de la clase sustractora de plusvalía. 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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