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Semáforo rojo y daltonismo político
Ante el inconveniente de mantener a los niños en sus casas para evitarles mayores niveles de contagio y en enviarlos a las escuelas en medio del pico más alto de la pandemia para propagar más el virus, el señor Presidente opta por la segunda opción.
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Paul Joseph Goebbels, el inescrupuloso publicista de Adolfo Hitler, usaba la mentira para generar cierta percepción a favor del régimen nazi. Por ejemplo, cuando el ejército alemán invadió Polonia mediante la estrategia de “guerra relámpago” (blitzkrieg) para apoderarse del Lebensraum, un espacio vital para los proyectos expansionistas del gobierno nazi, Goebbels formuló un ataque militar polaco contra el ejército alemán, lo que era una vil mentira. Sin embargo, los alemanes creyeron ese cuento y respaldaron la feroz e injustificada invasión de Polonia.

Pues bien: algo parecido está haciendo el actual gobierno mexicano con la estrategia de Goebbels, quien afirmaba que una mentira repetida mil veces termina por convertirse en “verdad”. Es decir, se trata de una estrategia de manipulación contra la cual quiero alertar a mis amables y pacientes lectores; ya que en el juego mediático que el Presidente está usando para justificar el inicio de las clases presenciales “llueva, truene o relampaguee”, está recurriendo a las mentiras, ya que no hay condiciones sanitarias ni materiales para una vuelta a las aulas de niños y jóvenes.

Sin embargo, en el ámbito escolar hay un par de factores de índole anímica o emocional que pueden favorecer esas mentiras. El primero: que las madres de familia están ya desesperadas de que sus hijos estén encerrados en sus casas, en muchas de las cuales no tienen la posibilidad de recibir clases en línea porque carecen de computadora, señal Internet, teléfono o del dinero necesario para adquirir estos servicios; además de que tampoco disponen del tiempo ni la paciencia para ayudar a sus vástagos.

Una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló recientemente que “los motivos específicos asociados a la Covid-19” por los que muchos alumnos no concluyeron su formación de todos los niveles, del preescolar al superior fueron los siguientes: porque perdió el contacto con maestras/maestros o no pudo hacer tareas (28.8 por ciento); porque alguien de la vivienda se quedó sin trabajo o redujo sus ingresos (22.4 por ciento); porque la escuela cerró definitivamente (20.2 por ciento) y porque no tenía computadora, otros dispositivo o conexión a Internet (17.7 por ciento). En términos numéricos, “la cifra de 5.2 millones de personas entre los tres y 29 años de no inscritos actualmente en el ciclo escolar 20-21 corresponde a la suma de dos causas: por motivo asociado a la Covid-19, y el otro por falta de dinero o recursos. De esta población y la no inscrita por motivo de la Covid-19 o por falta de recursos en el nuevo ciclo escolar y que sí lo estuvo en el correspondiente al 2019-2020 fue de 1.8 millones de personas”[1].

El segundo factor es el fracaso del modelo educativo a distancia –televisivo, por Internet y telefónico–, que resultó improvisado y trajo consigo varios problemas adicionales: estrés intrafamiliar, depresión y, peor aún, suicidios, cuyos principales factores son el “estrés (39 por ciento), emociones (26 por ciento), pensamientos de autolesión (14 por ciento), crisis (15 por ciento), violencia (cuatro por ciento) y consumo de sustancias (cuatro por ciento)”[2].).

Esta información recogida en las encuestas, que evidencian con claridad la desesperación que sienten los padres de familia, deberían convencer al Presidente de la inviabilidad del retorno a clases presenciales el 30 de agosto; pero en lugar de ello, hace días declaró en Baja California Sur: “ya no podemos tener a los niños encerrados, o dependiendo por entero, por completo del Nintendo (sic), eso es, deveras, muy tóxico… México junto con Bangladesh, son de los que más tiempo han tenido cerradas las escuelas. Ya no se puede, nos va a afectar hacia adelante…”[3]. Poco después anunció en otra mañanera: “si no quieren que vayan sus hijos a las escuelas, pues que no los manden… pero si tenemos que pensar en la importancia de la educación”[4].

¿Y qué hacemos entonces con la pandemia? ¿Con el semáforo rojo? Aquí hay una nueva incongruencia, en la que este gobierno está adoptando la misma actitud que tomó cuando tuvo que elegir en Tabasco entre dos “inconvenientes”: inundar Dos Bocas o inundar a los más pobres, y el señor Andrés Manuel López Obrador (AMLO) decidió inundar a sus paisanos pobres. Sí, ante el inconveniente de mantener a los niños en sus casas para evitarles mayores niveles de contagio y en enviarlos a las escuelas en medio del pico más alto de la pandemia para propagar más el virus y causar más muertes, el señor Presidente opta por la segunda opción.

Desde el principio, este gobierno ha desdeñado a la ciencia. Por ello, México es uno de los países que peor han controlado la pandemia, lo que permite colegir que el Presidente padece daltonismo político y como al semáforo rojo lo ve en color naranja mandará a los niños a un mayor contagio sin escuchar las voces de los legisladores, de la Federación Nacional Estudiantil Revolucionaria Rafael Ramírez (FNERRR) y de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) que afirma que cerca del 70 por ciento de sus afiliados “califican como desafortunado y riesgoso para millones de menores y adolescentes el regreso a las aulas”[5].

¿Por qué el Presidente se empeña en abrir las escuelas y no le importa que los co9ntagios se incrementen? Porque quiere ganarse a los padres de familia con acciones mediáticas al estilo Goebbels, y porque lo único que le preocupa es la votación de 2024, no la vida de los mexicanos. Si quiere que haya clases en las escuelas, que consiga vacunas Pfizer, pues es la única que está estudiada como efectiva para los menores, para que con ella vacune a niños y jóvenes, y luego abra las escuelas, como le propone la FNERRR. De no hacerlo así, incurrirá en una arbitrariedad y en una maniobra con la que ganará allegados, pero a costa de la muerte del pueblo pobre; pues hoy, los hospitales ya no tienen medicamentos para el Covid-19, tampoco anestesias para intubar a los pacientes. Es urgente que el gobierno se preocupe ya en resolver a fondo el problema de la pandemia, que piense primero en la vida de los mexicanos y luego en levantar su imagen con medidas goebbelianas, y en promover sus intereses electoreros. 

 

 

[1] Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECovid-ED) (inegi.org.mx).

[2] La Secretaría de Salud reporta dos mil 130 suicidios entre enero y junio de este año (expansion.mx).

[3] (97) ¡URGENTE! AMLO dice que regreso a clases es “SÚPER ESENCIAL” aunque sea en semáforo rojo. - YouTube

[4] ‘Pues no los manden’, dice AMLO a quienes se oponen al regreso a clases presencialesEl Financiero

[5] Covid-19. Crece rechazo de legisladores y padres de familia a clases presenciales (eluniversal.com.mx)


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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