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Ópalo negro, de Victoria Holt (II de II)
Esta novela es eminentemente realista, poco afecta a rendir culto a la aún vigente tradición político-religiosa-monárquica de la Gran Bretaña.
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El destino se “lee” con presunciones, conjeturas o telepatía.

En una de las páginas de esta novela Carmel March o Sinclair pregunta a su madre Zíngara –convertida para entonces en Rosaleen y esposa del sociólogo Harriman– si sabe leer la ventura de las personas y después de escuchar que dicha práctica forma parte de la educación de las niñas gitanas, vuelve a preguntarle si realmente cree en ello; la respuesta es también afirmativa, pero Zíngara la dice con cierto grado de desconfianza. Este hecho, sin duda, se debió a que Victoria Holt estudió el asunto con seriedad y con base en el análisis de sociólogos, antropólogos y psicólogos llegó a la conclusión de que una evaluación moral o ética justa sobre este tipo de prácticas jamás puede ser categórica.

Por ello Zíngara empieza diciendo “puede que sí… puede que no”, para luego explicar a su hija que en la lectura de la suerte de una persona lo primero que hay que hacer es “saber todo lo posible de la persona que tienes delante y debes averiguarlo rápidamente… a veces esta información está cerrada para ti, pero no siempre. Entonces piensas, ¿qué quiere esta persona? ¿qué hará? A veces lo adivinas mediante conjeturas. Sin embargo, existen momentos… momentos maravillosos, en los que se produce algo extraño entre esa persona y tú… como un destello de conocimiento y entendimiento. Estás allí y crees que conoces su porvenir. No podemos decir cómo ocurre y se da en raras ocasiones. Tal vez se da lo que otros llaman telepatía, pero el caso es que a veces ocurre. Estamos rodeados de cosas maravillosas de las que nada sabemos.

“Tienes que hablar de Harriman sobre este tema. Te hablará del universo desconocido del que la Tierra no es más que un fragmento. Tiene muchas teorías y te hará ver que en la naturaleza todo es posible. Quizás lo que ocurre es que, de vez en cuando, los gitanos somos capaces de ver el futuro. En los cielos y en la Tierra hay más detalles de los que sueña vuestra filosofía¨.

Además de la graciosa reivindicación etnocéntrica del oficio más regular de los gitanos –cuyo origen milenario se halla en la India– en este pasaje hay una explicación genérica o “cínica”, si se quiere, de cómo esta etnia vagabunda accede al “conocimiento” del pasado y el futuro de sus clientes mediante la práctica de los mismos trucos que utilizan los brujos, profetas y magos de todas las culturas del mundo, quienes se apoyan básicamente en el análisis superficial, empático o simplemente intuitivo de las personas.

Esta novela es eminentemente realista, poco afecta a rendir culto a la aún vigente tradición político-religiosa-monárquica de la Gran Bretaña –como pudo advertirse en la pleitesía que se rindió a la reina nazi Isabel II en su funeral– ya que en sus casi 600 páginas el único personaje con título nobiliario es Lucien Crompton, descrito como caballero feudal (Sir) con sentimientos efectivamente nobles porque no es presuntuoso, clasista ni racista y desposa a una gitana como Carmel Sinclar.


Escrito por Ángel Trejo Raygadas

Periodista cultural


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