Cargando, por favor espere...
Hablar de muralismo implica, indudablemente, señalar a los grandes pintores precursores de esta corriente. Es inevitable hablar de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros o Clemente Orozco, en reconocimiento a los aportes que hicieron no solo desde el muralismo, sino también desde la militancia, a la vida cultural y política de México. Pero ninguna creación humana es totalmente producto de la individualidad; siempre va acompañada de otras personas que participan consciente o inconscientemente de la creación en cuestión. En el caso del muralismo, los nombres de estos hombres, aunque son los más reconocidos no alcanzan a dar cuenta de todo lo que fue el muralismo. En este sentido, vale la pena recuperar otros nombres que orbitan alrededor de los tres anteriores, pero que pueden resultar valiosos para ampliar los alcances que el muralismo tuvo o para reivindicar un trabajo artístico poco valorado.
Rina Lazo fue una de las mujeres del muralismo. Aunque ella no nació en México, sino en Guatemala, casi toda su carrera artística la hizo aquí. Desde muy joven ganó una beca para estudiar en México y, tras algunos años de estudio y preparación, se convirtió en la ayudante principal de Diego Rivera. De ella, Rivera decía que era su mejor alumna, y no fue para menos. Su producción artística abarca obras de caballete, pero también de gran formato, como el mural; los temas son variados, desde naturalezas muertas hasta las raíces de los pueblos mesoamericanos.
La formación de Lazo no se redujo a la enseñanza de Rivera. Su conocimiento casi nato de la cultura maya fue una fuente constante de inspiración que hizo de sus obras la manifestación de su creatividad, de una perspectiva estética que el muralismo que se inspiraba fuertemente en los murales aztecas no explotó del todo. Pero lo suyo no era la copia fiel del mural maya; sus trabajos están atravesados por toques oníricos, pero también por una posición política, aunque no tan central como en la obra de sus maestros muralistas.
El cuadro Gloriosa Victoria, que condena la intervención estadounidense en Guatemala, puede considerarse como la síntesis de lo que fue buena parte de la carrera artística de Rina Lazo. Esta pieza fue pintada por Lazo y por Rivera, pero según el testimonio de ésta, Rivera le dijo que firmara el mural como suyo. Lazo no se atrevió, tal vez intimidada por ser Rivera quien se lo pedía, pero al ser el lienzo tan suyo como de Rivera, pudo haber accedido. La timidez que se vio en ese momento pudo haber estado nutrida por una serie de abusos al ser una pintora independiente en un contexto artístico dominado por varones. En varias ocasiones, Lazo tuvo que ocultar que era madre para que le dieran un trabajo, tras experimentar que en ese momento ser mujer, madre y pintora independiente era mal visto por sus colegas. En Gloriosa Victoria, Rivera reconoce la coautoría de Lazo poniendo su nombre en un corazón tras las rejas, tal vez como metáfora de la sumisión que se exigía a las muralistas.
Lazo murió a los 96 años (2019). Su pintura es, según ella misma, una unión entre emoción y mensaje; un mensaje que busca conmover, que alcanza a entrever que la emoción no es suficiente, pero que no la deja de lado.
Congreso de la CDMX recibe el PEF 2025; habrá aumentos a las 16 alcaldías
Por derroche, en Guanajuato suspenden Fideicomiso
No desparece en el Congreso de la CDMX la moción suspensiva
Aumentarán impuestos para gasolina, refresco y cigarros; IEPS
Policías se enfrentan a comerciantes en villa navideña
Por bajos precios, limoneros tiran su producto antes que malbaratar su trabajo
Escrito por Jenny Acosta
Maestra en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana.