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Este libro (1965) tiene el mérito de acopiar en solo 250 páginas la historia de uno de los pueblos nómadas más famosos del orbe después del judío o israelí pero que, a diferencia de éste, desde hace más de un milenio se caracteriza por estos rasgos: vieja de un lado a otro; no se arraiga mucho tiempo en un mismo sitio; oculta su identidad étnica; ama la libertad, la novedad, lo imprevisto y el riesgo; rechaza la rutina y monotonía; preserva su lengua, creencia religiosa, usos y costumbres; no se incorpora al proceso civilizatorio universal y recurre a solo una docena de oficios: la adivinación del futuro mediante la lectura de manos, rostros y naipes; practica la hechicería o brujería negra; el hurto de bienes, la forja artesanal de herramientas destinadas a este oficio y al servicio doméstico; la exhibición de cantos, danzas, acrobacias, tragas de fuego, serpientes y espadas y la doma de caballos, su único medio de transporte.
Clébert informa también que los gitanos proceden de la región norte de La India; que su etnia es la rom (hombre) y su lengua el romaní, carente de escritura; que quizás fue una de las castas más pobres de esa nación; que huyeron de las persecuciones generadas por la aplicación de la ley Manú contra sus modos de vida y se fugaron hacia Eurasia siguiendo tres rutas: en el norte, por Afganistán y Siberia con rumbo a Rusia, Finlandia y Escandinavia (Noruega, Suecia y Dinamarca), bordeando los mares Caspio, Negro y Báltico; en Asia Central, por el Cáucaso, Armenia, Irán (Persia) y Turquía; y en la región sur, por los litorales del océano Indico y el Golfo Pérsico, vía el Medio Oriente ( Irak, Arabia, Egipto) y Grecia, hasta alcanzar el mar Mediterráneo. Desde éste se dispersaron hacia todas las naciones europeas entre el año 754 (Siglo IX) y 1515 (XVI) y de su contacto con ellas surgieron los nombres con los que se les ha conocido: egiptanos o gitanos, gypsis (su equivalente sajón o inglés), babilonios, bohemios, zíngaros, húngaros, flamencos, caraques, sarracenos y rabís.
Este último nombre se les aplicó en alusión a los rabinos (ministros de culto judíos) y a su falsa relación étnica con éstos, porque supuestamente descienden de Caín, personaje víctima de una maldición bíblica que los obliga a viajar de manera constante. Con los judíos solo comparten su estricto apego a la religión original y la dispersión geográfica y contrastan con ellos porque donde vagabundean suelen adoptar las lenguas, religiones, usos y costumbres de las culturas locales; es decir, se convierten en católicos romanos en España, Francia e Italia; católicos ortodoxos en Grecia, Rumania y Rusia; y musulmanes (sarracenos) en Arabia, Turquía e Irán. El investigador francés explica que el nombre gitano se debió a que Egipto fue su principal punto de acceso y desplazamiento hacia Europa mediante el uso de dos rutas: una por el norte de África y la costa sur del Mediterráneo para acceder a España, Francia y Gran Bretaña; y la otra por la costa norte a través de la que llegaron a Rumania, Hungría, Austria y Alemania.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural