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Los gitanos, de Jean Paul Clébert (I de II)
Este libro (1965) tiene el mérito de acopiar en solo 250 páginas la historia de uno de los pueblos nómadas más famosos del orbe y que desde hace más de un milenio se caracteriza por estos rasgos...
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Este libro (1965) tiene el mérito de acopiar en solo 250 páginas la historia de uno de los pueblos nómadas más famosos del orbe después del judío o israelí pero que, a diferencia de éste, desde hace más de un milenio se caracteriza por estos rasgos: vieja de un lado a otro; no se arraiga mucho tiempo en un mismo sitio; oculta su identidad étnica; ama la libertad, la novedad, lo imprevisto y el riesgo; rechaza la rutina y monotonía; preserva su lengua, creencia religiosa, usos y costumbres; no se incorpora al proceso civilizatorio universal y recurre a solo una docena de oficios: la adivinación del futuro mediante la lectura de manos, rostros y naipes; practica la hechicería o brujería negra; el hurto de bienes, la forja artesanal de herramientas destinadas a este oficio y al servicio doméstico; la exhibición de cantos, danzas, acrobacias, tragas de fuego, serpientes y espadas y la doma de caballos, su único medio de transporte.

Clébert informa también que los gitanos proceden de la región norte de La India; que su etnia es la rom (hombre) y su lengua el romaní, carente de escritura; que quizás fue una de las castas más pobres de esa nación; que huyeron de las persecuciones generadas por la aplicación de la ley Manú contra sus modos de vida y se fugaron hacia Eurasia siguiendo tres rutas: en el norte, por Afganistán y Siberia con rumbo a Rusia, Finlandia y Escandinavia (Noruega, Suecia y Dinamarca), bordeando los mares Caspio, Negro y Báltico; en Asia Central, por el Cáucaso, Armenia, Irán (Persia) y Turquía; y en la región sur, por los litorales del océano Indico y el Golfo Pérsico, vía el Medio Oriente ( Irak, Arabia, Egipto) y Grecia, hasta alcanzar el mar Mediterráneo. Desde éste se dispersaron hacia todas las naciones europeas entre el año 754 (Siglo IX) y 1515 (XVI) y de su contacto con ellas surgieron los nombres con los que se les ha conocido: egiptanos o gitanos, gypsis (su equivalente sajón o inglés), babilonios, bohemios, zíngaros, húngaros, flamencos, caraques, sarracenos y rabís.

Este último nombre se les aplicó en alusión a los rabinos (ministros de culto judíos) y a su falsa relación étnica con éstos, porque supuestamente descienden de Caín, personaje víctima de una maldición bíblica que los obliga a viajar de manera constante. Con los judíos solo comparten su estricto apego a la religión original y la dispersión geográfica y contrastan con ellos porque donde vagabundean suelen adoptar las lenguas, religiones, usos y costumbres de las culturas locales; es decir, se convierten en católicos romanos en España, Francia e Italia; católicos ortodoxos en Grecia, Rumania y Rusia; y musulmanes (sarracenos) en Arabia, Turquía e Irán. El investigador francés explica que el nombre gitano se debió a que Egipto fue su principal punto de acceso y desplazamiento hacia Europa mediante el uso de dos rutas: una por el norte de África y la costa sur del Mediterráneo para acceder a España, Francia y Gran Bretaña; y la otra por la costa norte a través de la que llegaron a Rumania, Hungría, Austria y Alemania.


Escrito por Ángel Trejo Raygadas

Periodista cultural


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