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Los Enigmas de Sor Juana 
El 12 de noviembre se cumplen 367 años del natalicio de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, niña prodigio.
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El 12 de noviembre se cumplen 367 años del natalicio de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, niña prodigio, dama de la virreina, erudita, científica, poetisa, monja carmelita y jerónima, mujer de letras combatientes, enfermera abnegada, Musa Décima, Fénix de México, la estrella más brillante de la poesía mexicana en lengua española. 

Ríos de tinta han corrido para explicar, discutir o encomiar su vida y su obra; el tema es infaltable para los estudiosos de la literatura de todos los tiempos. El debate propiciado por la Carta Atenagórica, escrita por Sor Juana y publicada junto a una Carta de Sor Filotea de la Cruz, seudónimo usado por el obispo de Puebla, inician lo que para muchos estudiosos es el ocaso de su producción literaria; poco después, la religiosa recibiría la orden de suspender definitivamente su brillante actividad intelectual; en la Carta Atenagórica los historiadores de la literatura han identificado numerosos planteamientos feministas, que pudieron considerarse heréticos en su tiempo y acarrearle líos con la Inquisición. La Respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz es materia de un riquísimo debate literario alimentado a lo largo de más de tres siglos y cuyos más destacados temas, además de los datos biográficos que aporta, es la opresión de la mujer en el virreinato, cuyo ejemplo más elocuente es la poetisa de San Miguel Nepantla, juzgada y condenada por la Iglesia Católica a dejar de ejercer sus extraordinarias dotes intelectuales y poéticas en razón de ser mujer y por haber tomado los hábitos; condena que representara, a la postre, su destrucción física. 

El 13 de diciembre de 1993, el erudito y sorjuanista mexicano Sergio Fernández publica en el suplemento cultural de La Jornada lo que anunciaba como un descubrimiento literario: se trataba de 20 cuartetos octosílabos (80 versos)con rima ABBA, acompañados de una  última y más extensa composición “no numerada”, de 72 versos octosílabos que, bajo el título Enigmas ofrecidos a la Casa del Placer, fueron enviados, casi al final de la vida literaria de la poetisa, a las monjas portuguesas de una especie de sociedad literaria femenina y conventual, bajo el mecenazgo de la Condesa de Paredes, también protectora de Sor Juana, cuyo nombre aparece lusitanizado como Soror Juana Ignés de la Cruz. 

Pero el mérito de haber descubierto los Enigmas de Sor Juana también se lo atribuye otro erudito, el profesor Enrique Martínez López, quien en 1968 publicara la recién descubierta obra, conservada en la Biblioteca Nacional de Lisboa y fechada en 1695. Recientemente editados por el filólogo y crítico literario Antonio Alatorre, ya no hay duda, los Enigmas son quizás la obra póstuma de Sor Juana y se salvaron de la hoguera que amenazaba toda su creación gracias a su oportuna salida del territorio novohispano. 

Sea uno u otro erudito a quien haya que agradecer tal descubrimiento, es asunto secundario; lo mejor será aprovechar el espacio restante para transcribir siete de los primeros siete Enigmas, para que nuestros lectores intenten algunas respuestas, pues los “enigmas” son en realidad el equivalente culto de las Adivinanzas populares, obra colectiva y atemporal de cada nación. 

 

¿Quál es aquella homicida 

que piadosamente ingrata, 

siempre en quanto vive, mata 

y muere en quanto da vida? 

¿Quál será aquella afflición, 

que es con igual tiranía 

el callarla cobardía 

dezirla desatención? 

¿Quál puede ser el dolor 

de efecto tan desigual, 

que siendo en sí el mayor mal, 

remedia otro mal mayor? 

¿Quál es la sirena atroz 

que en dulces ecos velozes 

muestra el seguro en sus vozes, 

guarda el peligro en su voz? 

¿Quál es aquella deydad 

que con tan ciega ambición 

cautivando la razón, 

todo se haze libertad? 

¿Quál puede ser el cuidado 

que libremente imperioso, 

se haze a sí mismo dichoso 

y a sí mismo desdichado? 

¿Quál será aquella passión 

que no merece piedad, 

pues peligra en necedad 

tpor ser toda obstinación?  


Escrito por Tania Zapata Ortega

COLUMNISTA


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