Cargando, por favor espere...

La morada de célebres rusos y soviéticos 
El Convento de Novodievichi, se traduce literalmente como “convento de las nuevas doncellas” y el complejo fue concluido en 1524
Cargando...

El cementerio más famoso de Moscú se encuentra a cinco kilómetros del Kremlin y forma parte del célebre Convento Novodievichi, construido en el siglo XVI. En éste descansan escritores, cineastas, científicos, astronautas, poetas, líderes políticos y militares que marcaron la vida económica, científica, política y cultural del imperio ruso,  la Unión Soviética y ahora la Federación Rusa. Son impresionantes los monumentos destinados a cada personaje.  

Por ejemplo, los dedicados a militares están vestidos con uniformes y medallas de forma muy realista; los científicos tienen fórmulas, libros, anotaciones o imágenes de sus contribuciones; las bailarinas tienen imágenes o monumentos de ellas bailando, como la legendaria bailarina del ballet Bolshói, Galína Ulánova; una mano que sobresale hace referencia al titiritero Serguéi Obraztsóv; las imágenes talladas de una torre y un caballo pertenecen a Viachesláv Ragózin, participante del Campeonato Mundial de Ajedrez en 1951; la parte delantera de un avión recuerda a Vitály Popkóv, aviador de la Unión Soviética; una tumba tallada con fórmulas matemáticas hace honor a Vladímir Arnóld, uno de los matemáticos más prolíficos del mundo; un monumento en forma de tanque y proyectiles hace referencia al general Vladímir Góvoro. La lista es interminable. La importancia del cementerio y la belleza arquitectónica del convento son de tal relevancia que en 2004 éste fue incluido por la Oficina de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) en su catálogo del Patrimonio de la Humanidad.  

El Convento de Novodievichi, se traduce literalmente como “convento de las nuevas doncellas” y el complejo fue concluido en 1524 por el gran príncipe Basilio III. Fue consagrado al ícono milagroso de la Virgen de Smolénsk, por la reconquista de la ciudad de Smolénsk a los lituanos y anexada al entonces imperio ruso. En la época zarista fue el monasterio más rico y privilegiado de toda Rusia, pues aceptaba solamente a mujeres de linaje noble o clanes privilegiados de boyardos, que donaban perlas, oro, joyas y alhajas. Dentro del complejo existen dos iglesias principales: la catedral de Nuestra Señora de Smolénsk y la Iglesia de la Intersección; el primero es el edificio más antiguo, su campanario pertenece al estilo barroco moscovita y tiene un cierto parecido con la catedral de la Dormición del Kremlin. A diferencia de otros monasterios de la capital, ha permanecido casi intacto desde el siglo XVII.  

Al igual que muchos monasterios de Moscú y sus alrededores, también cumplió el papel de fortaleza en la defensa de Moscú de los invasores. En muchas ocasiones fue utilizado para recluir a mujeres rebeldes, como la regente Sofía, hermanastra de Pedro El Grande. Durante la época soviética, el monasterio fue cerrado y convertido en museo para promover la libertad de la mujer soviética. En 1994 recuperó su estatus religioso y a la fecha funciona como convento y en él se ofician misas.  

Otros personajes importantes que descansan en el cementerio Novodievichi son: Borís Polevói, autor del libro Un hombre de verdad; Antón Chéjov, autor de muchos cuentos rusos como El jardín de los cerezos, La Gaviota y Las tres hermanas. También tienen sus tumbas Aleksander Fadéyev, autor de la conocida obra La Joven Guardia; Nikolái Gógol, autor de Almas Muertas; Piotr Kapitsa y Lev Landáu, científicos que recibieron el Premio Nobel de Física en 1937 y 1962, respectivamente; Aleksánder Opárin, científico conocido por su obra El origen de la vida; Aleksander Skriabin, uno de los compositores más innovadores en la historia de la música; Dmítri Shostakóvich, uno de los autores musicales más importantes del siglo XX; Andréi Túpolev, celebre diseñador y constructor aeronáutico ruso; Serguéi Eisenstein, cineasta que dirigiera El acorazado Potemkin, una de las mejores cintas de todos los tiempos; Serguéi Prokófiev, compositor, director de orquesta y pianista; Liudmíla Pavlichénko, la mejor francotiradora del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial; Antón Makárenko, pedagogo muy respetado en la Rusia actual y autor del libro Poema Pedagógico; Pável Beliáyev, cosmonauta del Vostok 2 y primer astronauta en salir de una nave en traje espacial; Mijaíl Bulgákov, autor de la novela El maestro y Margarita, obra muy conocida y leída en Rusia; Fiódor Chaliapin, que junto con Enrico Caruso y María Callas, son considerados los mejores cantantes de ópera del siglo XX; Serguéi Iliushin, diseñador de los aviones Iliushin; Isaak Levitán, pintor que plasmó en sus cuadros la belleza de la región del Volga y amigo cercano de Antón Chéjov; Vladímir Mayakovski, figura relevante de la poesía rusa de comienzos del siglo XX, personaje conocido y muy leído dentro de Rusia; Piotr Lébedev, destacado físico que trabajó en la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú.  

Todas estas celebridades las produjo en su mayoría, la Unión Soviética, un sistema económico y político que se preocupó por desarrollar el arte, la ciencia y la cultura de su pueblo. En México, con ese ejemplo, se hace más necesario y urgente crear un sistema parecido que se preocupe por crear verdaderos sabios al servicio del pueblo.  


Escrito por Romeo Pérez Ortiz

Doctor en Fisica y Matematicas por la Universidad Estatal de Lomonosov de Moscu, Rusia


Notas relacionadas

Edición impresa

Editorial

Una “democrática” reforma judicial


La reforma judicial beneficiará en 2025 al partido en el poder, a Morena, al Poder Ejecutivo encabezado por Claudia Sheinbaum.

Síguenos en Facebook


Poesía

Sociedad anónima

Sociedad anónima 1142