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La joven
Buñuel nos brinda un filme que esconde la corrosiva crítica a la moral burguesa y a los prejuicios de una sociedad profundamente injusta.
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Una cinta considerada “menor” en la filmografía de Luis Buñuel es La joven (1960). Al parecer su minusvaloración se debe a que el cineasta aragonés-mexicano aborda el tema del racismo con cierta imparcialidad y no condena sin ambages este fenómeno social que afecta a cientos de millones de seres humanos desde hace muchos siglos. Sin embargo, a mi modesto modo de analizar el filme, éste no solo lo reprueba, sino que también condena otras actitudes que prevalecen en la sociedad capitalista –particularmente en Estados Unidos (EE. UU.)–, ya que en su historia nos muestra la relación dialéctica entre el “bien” y el “mal”, lo “bueno” y lo “malo”, lo “moral” y lo “inmoral”. La joven fue interpretada por actores estadounidenses –con excepción de Claudio Brook– y se filmó íntegramente en locaciones de Acapulco, Cuautla y la Ciudad de México (CDMX). Sus productores, George Pepper y Hugo Buttler, figuraban en las listas del macartismo, y fueron ellos quienes escogieron a Buñuel para que dirigiera la cinta, la cual nunca tuvo éxito en taquillas, recibió muchas críticas negativas en EE. UU. y fue ignorada en Europa; pero vista casi 60 años después de su filmación se ofrece como una joya de la cinematografía de todos los tiempos.

La joven cuenta la huida de un jazzista negro que llega a una isla frente a la costa atlántica de EE. UU. Traver (Bernie Hamilton) huye hasta ahí acusado de violar a una mujer blanca. En la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX, la violación de una mujer blanca por un hombre de raza negra era castigada muy severamente, y en los estados sureños podía implicar el linchamiento del sospechoso a manos de los fanáticos de la supremacía racial blanca. En la isla Traver se topa con Miller (Zachary Scott), el guardabosque de ahí, y hombre cercano a los 50 años que está enamorado de Evvie (Kay Meersman), adolescente de 14 años que ha vivido desde pequeña al lado de su abuelo, recientemente fallecido. Miller intenta seducirla, pero Evvie no tiene ninguna malicia, ya que se crió aisladamente de las malas influencias sociales.

Cuando Traver llega a la cabaña donde viven Miller y la adolescente, “compra” a ésta una escopeta y material para reparar la lancha en la que viaja –y que ha sufrido una rotura– para seguir huyendo. Al notar la presencia del extraño, Miller intenta matarlo, pero Traver se impone, lo desarma y con las dos escopetas de aquél en su poder se dispone a rehabilitar su lancha y a alimentarse. En ese lapso, Miller lo convence de que se quede a trabajar ahí unos días. Llega a la isla un pastor protestante (Claudio Brook) con la encomienda de bautizar a Evvie, pero también arriba Jackson, amigo de Miller y racista recalcitrante que conoce la noticia de la supuesta violación a una mujer blanca por un hombre negro. Miller y Jackson deciden cazar a Traver. Sin embargo, el pastor ha sido enterado por Evvie de que Miller cometió estupro contra ella y cuando lo reconviene por el abuso y conoce el nombre de la mujer que acusa a Traver de violación, comprende inmediatamente que la imputación es falsa y que Traver es inocente.

Entonces el reverendo convence a Miller para que no lo persiga. Finalmente, Miller ayuda a huir al músico. Las reflexiones de Buñuel están implícitas en esta cinta ¿Quién era el trasgresor de la moral? ¿Es que la mayoría de los hombres en la sociedad actual no son una mezcla de bondad y maldad? ¿Acaso un predicador es necesariamente reaccionario e inhumano o es una persona con capacidad de reflexión humanitaria? Con su característica maestría, Buñuel nos brinda un filme que esconde la corrosiva crítica a la moral burguesa y a los prejuicios de una sociedad profundamente injusta.

En La joven no hay personajes maniqueos, sino seres humanos que pueden tener defectos y virtudes al mismo tiempo. Sin duda una visión más objetiva de la realidad. El trabajo del gran fotógrafo mexicano Gabriel Figueroa es deslumbrante en este drama buñueleano.


Escrito por Clionautas

Columna


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