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Muy lejos se encuentra la extraviada “izquierda” mexicana de los ideales políticos de los jacobinos que durante la Revolución Francesa defendieron las causas del pueblo. Los representantes de éste se sentaron a la izquierda en la histórica Asamblea Constituyente.
Después del festejo por el cambio de gobierno llegó la resaca. Sucedió con una velocidad vertiginosa y en pocos meses. La voz de José Revueltas parece retumbar en todos lados advirtiendo del peligro que nos acecha por el desvío de los principios izquierdistas que él plasmó en su libro Un proletariado sin cabeza.
El olvido de la educación y de la concientización de la clase trabajadora hoy rinde sus frutos. La democracia participativa, los derechos humanos, la equidad de género y la libertad sexual son grandes confusiones de este tiempo. Cada supuesto avance significó un retroceso en la conciencia del obrero. Esta izquierda se pertrechó en las universidades públicas ideando su propia Icaria, que nada tiene que ver con la realidad social cada vez más precaria de los mexicanos. Fueron acérrimos defensores de la vida de los indígenas y del paraíso de los campesinos, pero desde la comodidad de su escritorio.
A pesar de su nivel académico, se alejaron del método científico y en lugar de elevar a los pobres a la altura de las ciencias modernas, se han sumergido en las costumbres del pueblo, arrastrándolo hacia abajo. Así hablan del pueblo sabio, del chamanismo y de los rituales que ni siquiera son ciertos para las diversas culturas y etnias del país. Dejar de lado la razón y dar peso desmedido a las creencias es sumamente riesgoso y puede llevar al oscurantismo. La educación pública en manos de estos intelectuales puede alejarla de todo principio científico y de la práctica de la libertad. De ahí que los hechos de estos primeros días de gobierno provoquen escalofríos.
México es uno de los países que menos invierte en investigación, apenas el 0.43 por ciento del producto interno bruto (PIB) y ocupa los últimos lugares mundiales en este rubro. En la asignación del Presupuesto de Egresos de la Federación de 2019, la reducción a la ciencia y a la tecnología fue del 13.6 por ciento. Desde octubre de 2018, la hoy titular del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología (Conacyt) propuso la retención de recursos para 2019 y esta oficina logró cubrir de manera muy austera algunos compromisos ya programados. Pero las declaraciones fueron el preludio de lo que vino después: el castigo severo a la ciencia y a la tecnología. La justificación de tal atropello fue que “ahora hay que hacer más con menos”, lo mismo que han tenido que hacer los académicos y los investigadores mexicanos durante muchos años.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ha dicho que el desempeño en ciencias, lectura y matemáticas de los mexicanos se encuentra por debajo del promedio de los demás países miembros; pese a que esto es vox populi, el gobierno canceló la Reforma Educativa promovida por la administración anterior, favoreciendo a los fuertes sindicatos magisteriales, implicados en el deterioro de la educación naciona. En el corto plazo, millones de niños, pagarán las consecuencias.
Las universidades, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN), presionaron para que se respetaran sus presupuestos, pero tuvieron que soportar las embestidas del gobierno actual, que acusó a sus directivos y académicos de incurrir en gastos superficiales y múltiples “privilegios”, acusaciones que los colocaron en riesgo permanente. A la cultura tampoco le fue mejor; se redujo el 21 por ciento del presupuesto que les fuera asignado el año anterior y los inconformes poco pudieron hacer ante esta embestida.
Estos recortes no impidieron que se destinaran mil millones de pesos para la creación de 100 nuevas universidades y las que fueron creadas en la Ciudad de México por el nuevo partido gobernante sí gozaron de un aumento presupuestal en 2019. Ningún estudio avala este proyecto de crear 100 universidades y no está claro de dónde saldrá el personal docente con los méritos académicos necesarios para hacerse cargo de éstas. El Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM señaló que no se trata de crear “escuelitas”, sino de mejorar las ya existentes mediante la ampliación de su cobertura y el mejoramiento de la calidad académica. Además está pendiente el equipamiento y la modernización con tecnología de punta de universidades y tecnológicos de México.
Esta política atenta contra la educación pública y se suma a la inquietante militarización del país. ¿No sería mejor que los representantes populares asumieran su verdadera posición política e ideológica y se sentaran sin tanto pudor a la derecha?
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Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA