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Las religiones provocan división y luchas: Igmar Igmarsson
En la primera parte de Jerusalén, el joven Igmar –quien heredó, pero luego perdió la finca Igmarsgarden– dialoga con el viejo Stark Igmar, uno de sus parientes pobres, quien le exige reasumir el liderazgo caciquil que siempre habían ejercido sus ancestros y expulsar de la región al pastor Hellhum, debido a que éste ha dividido a la comunidad y está apoderándose de algunos bienes. Stark hace esta demanda después de que Igmar había argumentado que las religiones, en especial las nuevas, generan cismas y luchas entre personas y pueblos.
Sin embargo, Igmar solo va a reaccionar positivamente a la querella de Stark cuando éste le informa que circula la versión de que Gertrud, su novia, está siendo influida por la nueva doctrina de Hellbum a través de su amiga Gunhild, la “hija loca” del consejal Lars Clemensson.
“–Gunhild no tiene nada de loca– dijo Igmar.
“–Llámala como quieras, pero la cuestión es que ella estaba presente en Igmarsgarden cuando se fundó la secta. Nada más llegar a su casa, les dijo a sus padres que había adoptado la única y verdadera religión y que debía abandonar su hogar e ir a vivir con los Igmarsson. Como es natural, los padres le preguntaron por qué quería mudarse.
“–Pues para poder llevar una vida cristiana, contestó.
“Le respondieron que eso también podía hacerlo en su propia casa.
“–Ah, no, eso no se puede hacer viviendo con gente que no es de tu misma fe.
“–¿Quieres decir que todos se van a vivir a la finca de los Igmarsson?, le preguntó el vocal Clemensson.
“ No, les contestó que solo ella, porque los otros ya vivían como verdaderos cristianos.
“Tanto el concejal Clemensson, que es un buen hombre, como su esposa, intentaron disuadir a Gunhild por las buenas, pero la chica se empecinó y exasperó a su padre al punto de que acabó por encerrarla en la alcoba y le dijo que ahí se quedaría hasta que entrara en razón.
“–Pensaba que ibas a hablarme de Gertrud, repuso Igmar a Stark.
“–Todo llegará, si tienes paciencia. Aunque igual me da empezar por el final: al día siguiente, cuando Gertrud y la señora Stina estaban hilando en la cocina, llegó la señora del concejal Clemensson. Al verla se asustaron. La señora Clemensson, normalmente una mujer muy risueña, tenía la cara roja de tanto llorar.
“–¿Qué pasa, qué ha ocurrido, por qué pone esa cara tan triste?
“Entonces la señora Clemensson dijo:
“–¿Qué cara va a poner una cuando ha perdido a quien más quería?”.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural