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¿Filosofía para la biología? Una galera necesaria
Se podría decir que cada vez que la biología da un paso, la filosofía le acompaña.
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La palabra biólogo es fascinante y aterradora. Se dice que son personas que “estudian y buscan respuestas para entender la vida”, desde las moléculas, especies, ecosistemas, hasta la historia de cada uno de esos conceptos. La biología tiene como objetivo las diferentes expresiones de vida, pero como buena ciencia, se somete a metodologías tan extraordinarias y complejas que olvida su esencia biográfica. Por esto es que hay grandes peligros que le circundan; el conocimiento en esta disciplina se ha vuelto tan especializado que se vuelve necesario invertir tiempo y profesionalización en otro campo de estudio que, cual sirena, nos seduce con sus cantos hasta que le creemos: la divulgación científica. Por otro lado, nos encontramos en un mundo donde tener información es ejercer poder sobre otro, donde las tecnologías están transformando subjetividades y día a día nos encontramos con una hiperestimulación mass-mediática que nos consume. Este mundo posibilita una ilusión: ser filósofo en cualquier momento. Comúnmente se dice que “la filosofía solo consiste en dudar”, en pensar; lo decimos como si nunca pensáramos o dudáramos, pero realmente ¿es eso la filosofía? No, eso es una mera ilusión ¿Por qué? Porque el fin de la filosofía no es dudar, sino posibilitar. El hecho de dudar no es un acto revolucionario, posibilitar la existencia de nuevos mundos lo es; Francisco Soler lo defiende claramente: en ciencias no hay más que métodos, en filosofía no hay más que caminos. Por lo tanto, me atrevería a decir que la filosofía ama abrir caminos donde no los había antes, es creación, es imaginar caminos en un mundo lleno de piedras; entonces, cabe preguntar: ¿qué hace la filosofía en la ciencia, en particular, en la biología?

Aunque no lo parezca, tanto la filosofía como la biología están entrelazadas; preguntar por una nos lleva a preguntar por la otra y viceversa. La biología procede metodológicamente para salvaguardar un ecosistema, entender procesos fisiológicos o la historia evolutiva de alguna especie, controlar un organismo mediante la edición genética, etc. Particularmente, la disciplina llamada filosofía de la biología trata los temas anteriores con un interés de indagar más allá de la metodología, como es el caso de la evolución biológica y la noción teleológica en las especies, la realidad del concepto de raza o especie, cuestionar el reduccionismo tan ocupado en esta ciencia, robustecer posturas bioéticas... además, aporta conocimiento cuando se abordan cuestiones sociales. Por ejemplo, en las nuevas biotecnologías aplicadas a la ingeniería genética y medicina existe la posibilidad de erradicar enfermedades genéticas como son la amaurosis congénita de Leber o la anemia falciforme, también existe la oportunidad de que actúen sobre líneas germinales que presenten algún error genético; sin pensar en una realidad perversa donde la eugenesia es posible, con estas biotecnologías es inevitable preguntar ¿Es forzoso erradicar toda enfermedad? ¿la mayoría de personas con sordera que tienen una mutación en el gen GJB2, son enfermos? ¿Qué es un cuerpo enfermo? Y sin poder mencionar todos los estudios en filosofía de la biología, en general se cuestionan los métodos, conceptos, resultados y teorías que se proponen en esta disciplina científica; así como la generación del conocimiento biológico, de políticas que regulen el uso de algunas técnicas o consecuencias que podrían traer éstas sobre nosotros, el ambiente y lo que nos rodea. Todo esto porque la biología posibilita el acto de dudar sobre el mundo.

Se podría decir que cada vez que la biología da un paso, la filosofía le acompaña. Imaginemos que hoy en día los biólogos son como galeotes, esclavos del conocimiento, esclavos que solo reman y hablan de biología, esto les hace soñar que conocerán algún día un nuevo mundo; preparados con los mejores remos que les da la tecnociencia, creen que pueden dirigirse a aquellas olas tan próximas sin ningún peligro. Sin embargo, aun cuando el biólogo cree estar listo para zarpar, aún no está lista su galera, aún la biología necesita esperar para entender sus metodologías y sus consecuencias; ¡tal es el papel de la filosofía!, brindar a la biología una galera que posibilite y dirija con el mayor soporte a la biología. Sin galera no hay manera de zarpar hacia un nuevo mundo.


Escrito por Rodrigo Sánchez Villa

Colaborador


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