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Elena Huerta Muzquiz
Su condición de mujer libre y su pensamiento de izquierda la llevaron a convertir el arte en un arma para la transformación social y, asimismo, a romper con los prejuicios machistas que consideraban a la mujer como incapaz de crear arte.
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Elena Huerta Muzquiz es conocida por sus murales; y a pesar de que solo pudo pintar tres, su labor como artista no es el único mérito por el que su vida y obra deberían ser más difundidas ante el pueblo de México.

Desde muy joven se adhirió al Partido Comunista Mexicano (PCM), apenas poco después de que llegó a la Ciudad de México (CDMX) proveniente de su natal Coahuila para continuar su preparación en las artes plásticas y mantenerse al tanto de los movimientos sociales que influyeron contundentemente en sus temas y su activismo político.

Elena Huerta, La Nena, como sus amigos le decían de cariño, enfrentó las condiciones adversas que las mujeres con vocación creadora debían sortear cuando el ambiente artístico era dominado por los varones y su trabajo se limitaba a asistir precisamente a los hombres creadores.

Pero ella debió superar no solamente los problemas derivados de su condición como mujer, sino también los inconvenientes que sus ideas políticas le produjeron para desarrollar plenamente su capacidad creadora. En la Ciudad de México, por ejemplo, no pudo pintar su primer mural y, después de mucho buscar un espacio, regresó a Coahuila en donde su familia tenía influencia.

El proyecto de esa primera obra pudo haberse concretado en un muro del Tecnológico de Saltillo, ya que el gobernador del estado “le abrió esa puerta”; pero ésta se cerró porque el director de la institución no estaba de acuerdo con su pensamiento político. Sin embargo, poco después, el director de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro invitó a La Nena Huerta a pintar su mural en esa escuela, aunque no recibió el pago que se había acordado.

La última de sus obras es conocida como “el mural más grande hecho por una mujer en México”, reconocimiento que no considera las grandes dificultades que la artista debió enfrentar por su condición de mujer y militante comunista. Este año, Saltillo celebró los 400 años de su fundación y, entre los eventos conmemorativos, destacó la evocación de Elena Huerta.

Su obra mural no fue prolífica como la de los muralistas más conocidos, pero su labor como maestra de grabado y artes plásticas es muy importante y reconocida. Sin embargo, la relevancia pública lograda por sus murales se debió al alto grado de conflictividad que el contenido político e ideológico de sus obras provocó en las autoridades y los sectores sociales privilegiados.

En sus lienzos, La Nena Huerta retrató la vida cotidiana de los campesinos de su época, en cuyas imágenes filtró mensajes relacionados con la presencia de las nuevas ideas que, desde entonces, buscaban transformar realmente la situación socioeconómica de los pobres de México. Fue por estos contenidos que le pusieron trabas de todo tipo para evitar que su obra pictórica se desarrollara como ella hubiera querido.

Su condición de mujer libre y su pensamiento de izquierda la llevaron a convertir el arte en un arma para la transformación social y, asimismo, a romper con los prejuicios machistas que consideraban a la mujer como incapaz de crear arte. El mentís contundente de esta concepción absurda fue uno de sus mayores logros.

Y Elena Huerta pudo hacerlo cuando otras artistas también intentaron figurar al lado de los grandes muralistas; y todas se encontraron con el mismo problema: pintar un mural en algún edificio importante era prácticamente imposible. Por ello, La Nena Huerta consiguió plasmar su nombre en la historia del arte mexicano.


Escrito por Alan Luna

Maestro en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).


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