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Cada que he tenido la oportunidad, he recomendado a futuros periodistas Territorio comanche, de Arturo Pérez-Reverte. Hoy, ante las circunstancias del mundo y la importancia de los periodistas de guerra, me gustaría recomendarlo nuevamente a mis posibles lectores.
Arturo Pérez-Reverte es un escritor y periodista español. Actualmente se dedica a la literatura, después de fungir como reportero por más de 21 años cubriendo diversos conflictos internacionales, entre ellos, las guerras de Chipre, Líbano, Eritrea, El Sahara, las Malvinas, El Salvador, Nicaragua, Chad, Mozambique, Angola, Croacia y Bosnia, la crisis de Libia, las guerrillas de Sudán, el golpe de Estado en Túnez y la revolución de Rumania.
Territorio comanche cuenta la historia de dos corresponsales de guerra inmersos en el conflicto bosnio. Si bien conocer los gajes del oficio de un reportero de guerra es casi imposible, Pérez-Reverte logra capturar la vida de estos periodistas que arriesgan el pellejo para dar a conocer el día a día de una zona en conflicto. Los dos personajes tienen visiones diferentes de su realidad y trabajo: Márquez, camarógrafo, busca capturar las mejores imágenes del acontecer de la guerra sin reparar qué tan crudas sean, dado que busca mostrar el conflicto tal cuál es a través de su lente. Barlés, por su lado, se involucra más en el acontecer de la guerra y, en consecuencia, siente a cada víctima como algo tan cercano que lo lacera. A lo largo del relato, los personajes se compenetran y comparten sus vivencias de guerra, rememorando a sus compañeros perdidos en el campo y contrastando sus puntos de vista en relación con su profesión.
En la novela hay, además, varios aspectos destacables: 1) los reporteros de guerra vistos desde un punto psicológico, 2) la situación de vida de los reporteros de guerra y 3) el tortuguismo de los países desarrollados para solucionar conflictos en los países en desarrollo, conflictos que muchas veces son provocados y alentados por ellos.
Con respecto al primer aspecto, la novela establece que, después de haber cubierto varios enfrentamientos armados, los corresponsales de guerra desarrollan cierto gusto por la violencia y una casi indiferencia hacia los conflictos y los muertos, lo cual genera que dejen de ser críticos de una situación que debe ser condenada, pasando a ser solo espectadores que informan; es decir, pierden el sentido político, es esencial en cualquier periodista. A ello se suma que se engarzan tanto en situaciones de guerra que no imaginan otra vida que no sea entre balas, tanques de guerra, granadas, muertos, heridos y paramédicos.
Sobre el segundo aspecto, evidencia Pérez-Reverte las condiciones de vida de los reporteros de guerra: su presupuesto, que no corresponde a los riesgos que corren en el campo de batalla y la situación familiar de los implicados. La novela documenta cómo el dinero que se les da es tan insuficiente que ni siquiera les alcanza para adquirir un chaleco antibalas y menos un coche blindado o un espacio desde el que puedan enviar su información: trabajan entre escombros, riesgos de tiroteos y bombas.
Lo más destacable de este gran reportaje es que el autor, quizá sin proponérselo, hace una crítica a las potencias mundiales que, en vez de evitar conflictos bélicos, por un lado avivan las llamas de la confrontación entre unos y otros y, por otro, salen a decir descaradamente que “están haciendo lo posible para evitar que se derrame más sangre”. Pérez-Reverte critica la incongruencia que exhiben los países desarrollados y hace un llamado a quienes se consideran políticos y pacifistas a que realmente se preocupen por tranquilizar a Estados y naciones, empezando por ellos mismos y dejando de lado sus intereses económicos.
Por último, aprovecho el espacio para poner de relieve la feliz unión entre literatura y periodismo sin afectar ninguna de las arterias principales de cada una. Al igual que otros autores, entre ellos Gabriel García Márquez, Pérez-Reverte logró unir la literatura con el periodismo describiendo la guerra con fidelidad y palabras bellas. En esta novela utilizó recursos de la crónica de guerra en un relato cíclico (que empieza y termina en el mismo punto) que se disfruta de principio a fin.
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Escrito por Libia Carvajal
Colaboradora