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Nació en Aguascalientes el 12 de abril de 1923. Pertenece, junto a Rosario Castellanos, a la “Generación de Poetas de Medio Siglo”, nacidas en la década de los veinte, que empiezan a escribir entre los cuarenta y cincuenta y a publicar en los sesenta, y son las escritoras que abrieron brecha para las poetisas y narradoras que venían a la saga. La autora mexicana produjo una amplia producción literaria entre la que se incluye novela y ensayo, pero sobre todo poesía.
Poeta y narradora, estudió una licenciatura en Derecho y la maestría en Letras Modernas en la UNAM; Estilística e Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid; Lingüística y Literatura en la ANUIES y Radio en el Instituto Latinoamericano de Comunicación.
Fue profesora en numerosas escuelas en México, entre ellas la Escuela de Periodismo Carlos Septién García; fue fundadora de Radio UNAM; jefa de redacción de Barcos de papel; miembro del consejo de redacción de Suma Bibliográfica; colaboradora de Barcos de papel, Fuensanta, La palabra y el hombre, Nivel, Poesía de América y Revista de la UIA. Entre sus obras publicó una novela: La ciudad y el viento (1962); en poesía publicó 20 libros como autora individual y uno como parte del colectivo “Ocho poetas mexicanos”; entre ellos destacan El corazón transfigurado (1949); La tierra está sonando (1959) y ¿Qué es lo vivido? (antología, en 1959).
Falleció este miércoles 30 de marzo de 2022 y buzos hace esta selección de sus poemas para rendirle un sencillo homenaje.
Soles
(Fragmento, 1977)
I
Desde el seno amoroso, las tinieblas
hasta la hiriente luz,
humilla la cabeza el armadillo
mientras sus pies miden la tierra,
ese lugar
“que sirve de camino a los pies”.
Cuando apenas los ojos
se soportan en luz,
se anegan
bajo la enagua azul de cielo y agua,
bajo la cauda
de lo que pasa.
Los grandes animales
de arquitecturas óseas
como enormes arcas
cubiertas de rugosas cortezas
remojadas.
Los hocicos
hasta el filo del agua;
las últimas miradas de los ojos
hundidas en último
anhelo de volar.
Los gigantes ahogados
así como los pequeños animales
bajo la enagua azul,
bajo la cauda.
II
No es el amor el vuelo.
Es lo que va despacio
elevándose apenas, flotando como espuma
adherida, adherida.
Es lo que arrastra el agua sin ahogarlo.
La rama verde de cualquier diluvio,
lo que guarda humedad de los diluvios
porque se hundió y flotó.
Es lo que no se ahoga entre lo ahogado.
Soplo de aire
que hiende las aguas
y enseña la primera
corteza de la tierra.
Es lo que lleva esa mujer, flotando,
cuando encuentra a ese hombre, flotando,
para quedar, pie firme,
hasta donde las aguas, el pedernal del viento,
el oriente o el norte,
ya no han de separarlos.
Es lo que abriga en las cuevas del hielo;
lo que les nace en hijos
que se distinguen de los monos ágiles
porque saben que temen
y no saben que aman.
Lo que les nace en hijos
que se distinguen de los pájaros
porque saben que vuelan
y no saben volar,
son las flores que brotan
adheridas espumas de la tierra.
Es la carrera de los conejos,
relámpago entre la hierba,
latido ahogado
en las profundidades
de las cuevas.
No es el amor el vuelo.
Es lo que va despacio
de oriente agua a norte viento
y fuego, y tierra,
y flor.
Es el estrecho abrazo
bajo la misma manta
que produce los días.
Abraso sol y tierra,
y las manos que se abren.
Es tierra, vida, madre:
son los vientres
en donde asoma el rostro de la muerte
y pasa
como ceniza leve
que flota en el agua.
Ceniza que remueve el viento,
que corona al fuego,
que calienta
en el manto de la tierra.
Fugas
Qué significa alejarse
si el movimiento arrastra con el tiempo vivido
y cada quien lleva su carga.
Escapar, escaparse,
si se pudiera.
Cada quien con su tiempo bebido a sorbos,
su tiempo huracanado que algo arrastra
y algo incrusta para siempre en la memoria.
Recóndita
Bajo las sucesivas
capas de sombras
desvaídas,
muy cerca del olvido
palpita levemente
o esquivando los cuerpos escleróticos,
empedernidos:
Llamita
precipitándose hacia el aire,
agua que borborita
hacia la sed,
y cuerpo de la luz
amanecida
en temblorosa carne:
vida inefable,
inefable vida.
Algo le duele al aire
Algo le duele al aire,
del aroma al hedor.
Algo le duele
cuando arrastra, alborota
del herido la carne,
la sangre derramada,
el polvo vuelto al polvo
de los huesos.
Cómo sopla y aúlla,
como que canta
pero algo le duele.
Algo le duele al aire
entre las altas frondas
de los árboles altos.
Cuando doliente aún
entra por las rendijas
de mi ventana,
de cuanto él se duele
algo me duele a mí,
algo me duele.
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Escrito por Redacción