Cargando, por favor espere...
Una vez sí y otra también, el nuevo gobierno ha estado sacando a la luz pública temas que han resultado polémicos en redes sociales y en todos los círculos sociales. En un principio, cuando todavía el Presidente tenía su bono democrático en las alturas, su grupo de defensores a ultranza, a quienes han llamado chairos, le defendía con todo y hasta con actitud violenta; sin embargo, con el paso del tiempo y, sobre todo, al ver que se han cometido graves injusticias y atropellos a los derechos humanos en aras de un proyecto hasta ahora poco claro, estos defensores se han ido desinflando, pues es muy difícil defender lo indefendible. Muchos chairos han caído, pues, en la cuenta de su error y en la decepción.
Por poner algunos ejemplos evidentes: algunos empleados del SAT han reconocido que apoyaron a López Obrador para Presidente, pero nunca esperaron un golpe tan duro como correrlos o bajarles tan escandalosamente su salario. En los 100 puntos de inicio de su gobierno, el presidente dijo que no cerraría las estancias infantiles; por eso muchas organizaciones civiles que apoyaron a López Obrador se decepcionaron al enterarse que se cancelaría el apoyo a las estancias infantiles.
Esta baja en la popularidad entre los suyos tiene, para desgracia de todos, un contrapeso que el Presidente está usando y que es muy peligroso: la absoluta concentración del poder, pues el Poder Ejecutivo tiene la mayoría en las Cámaras de Diputados y Senadores, los organismos reguladores, suficiente número de congresos locales para realizar los cambios en la Constitución que se le antojen (por ejemplo, impulsó la modificación del Artículo 190, que criminaliza la corrupción pero que deja en peligro a todos los ciudadanos y, en particular, a sus enemigos, pues si se les acusa de corrupción, ahora un delito considerado grave, se irán de inmediato a la cárcel (primero mato y luego virigüo, como decían los generales en la Revolución Mexicana); la Guardia Nacional es otro ejemplo de lo anterior; creada como un instrumento a su servicio, con posibles fines de represión; finalmente, la prensa nacional se ha convertido en su instrumento favorito para decir lo que se le antoje aprovechando sus famosas conferencias mañaneras; el mecanismo de manejo de la información consiste en tergiversar la información y, sobre todo, lanzar distractores y acomodar las cosas de manera que favorezcan al Ejecutivo.
El problema es que las cosas en México no van bien; por eso el Presidente ha implementado el “gobierno de las distracciones”. De pronto, cuando algo no va bien, aparece en escena un tema distractor que desvía la atención de la opinión pública y evita que el pueblo se centre en lo absolutamente relevante. La “lucha contra el huachicol” surgió justo cuando el precio de la gasolina estaba a punto a subir abruptamente ante la falta de combustible en México; en solo 100 días de gobierno, los incrementos suman cuatro pesos, mientras que durante todo el sexenio anterior el litro de gasolina apenas subió seis pesos; de la mano del tema del huachicol vino la explosión en la que fallecieron más de 132 personas en Hidalgo, a quienes se culpó de su propia muerte. Las fuertes discrepancias entre el Presidente y el subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera (quien desde mi punto de vista sostenía la opinión más sensata) en torno a las dificultades presupuestales para construir la refinería Dos Bocas, en Tabasco, López Obrador se impuso y aseguró que se haría pese a la inviabilidad del proyecto; entonces, para distraer un poco al público, salió Santiago Nieto a golpear a Krause y a otros empresarios. Finalmente, el presidente López Obrador fue abucheado en la inauguración del estadio Harp Helú; no faltó quien acusara a Antorcha de haber organizado tal abucheo, aunque esta acusación cayera por su propio peso: el propio Presidente se encargó de aclarar que se trataba de una “porra fifí”; los miembros de Antorcha son gente humilde que está muy lejos de caer dentro de esta clasificación; al día siguiente se dio a conocer la gran noticia: López Obrador solicitó que el rey de España se disculpe por todos los atropellos sufridos durante la Conquista de México; esta pretensión viola todos los principios del derecho internacional y demuestra que el mandatario no sabe que en 1836 se logró la reconciliación con España, después de nuestra Independencia. Se trata entonces de un mecanismo de distracción para ocultar el abucheo y también otras cosas: se sabe que habrá más recortes en las dependencias y, por tanto, despedidos de sus empleos; que no se han pagado las becas de los estudiantes de preparatoria; que el programa Jóvenes Construyendo el Futuro huele a fracaso, pues aunque tiene dinero asignado son pocos los casos de gente registrada que ya esté recibiendo su apoyo; que los padres de familia de las estancias infantiles, a quienes prometieron entregar directamente su dinero, no han recibido un solo peso; que las personas con capacidades diferentes tampoco han recibido ningún apoyo; que las entidades y municipios no están recibiendo de forma constante y segura sus participaciones, acciones que revelan impericia o mala fe; finalmente, las declaraciones tronantes contra la Conquista pretenden desviar la atención del hecho de que estamos por entrar a una crisis mundial y que México se perfila para ser de los primeros países en caer en recesión, debido a la mala decisión de cancelar el aeropuerto y a las erróneas y hasta caprichosas, políticas presidenciales y “antififís”.
El modelo económico y social que plantea AMLO no es, en definitiva, la solución a los males de este país y, por lo tanto, para vendérselo a la gente, hay que distraerla con temas no esenciales; los errores evidentes y la concentración del poder en una sola persona están generando desestabilización y descontento social, ya no solo en el sector que el Presidente llama “fifí”, sino en la gente pobre, pues la esperanza de que ahora le iría bien con el nuevo gobierno, no se ha cumplido; por el contrario, el incremento en el precio de las gasolinas no se detiene, suben los precios de la canasta básica, los apoyos prometidos no llegan, no crece el empleo, no suben los salarios, etc. La gente comienza a desesperar. Con la falta de inversión se espera que disminuya la recaudación y, por ende, estarán en riesgo los programas de AMLO; la espiral descendente llegará más rápido de lo que nos imaginamos, así que se esperan más y más potenciados distractores. Al tiempo.
¡Ni un repartidor menos! Celebra 6 años de lucha con jornada solidaria
Moroleón, Guanajuato, es la ciudad con peores condiciones laborales en México: IMCO
Aprueban Ley de Ingresos de la Federación en sólo 6 horas
Pasa al Pleno del Senado iniciativa para la extinción de organismos autónomos
Todo queda en familia: “ataque contra Diana Sánchez Barrios fue por control”
Los mexicanos pobres pagan más impuestos
Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.